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México D.F. Jueves 15 de mayo de 2003
Octavio Rodríguez Araujo
Los nuevos cruzados
Cualquier club tiene sus reglas de ingreso y nadie puede discutirle tales reglas si no contrarían la legalidad del país en que existe. La Unión Europea (UE) es una especie de club que, por lo mismo, tiene normas de ingreso. Por esta razón hay países que están en la lista de espera para formar parte de ella: tienen que cumplir ciertas condiciones. Si un país no democrático, a juicio de la UE, solicita algún tipo de ayuda, el club de los países europeos occidentales le impone una cláusula democrática. Suena un poco extraño, pero es la condición para, digamos, otorgar un préstamo o algo semejante, y el que presta puede exigir ciertos requisitos al que pide la ayuda.
Estados Unidos no es un club del que formen parte los demás países del mundo. Sin embargo, exige con diversos argumentos, incluso la invasión armada, que otros países del mundo (todos si le fuera posible) cumplan con requisitos que unilateralmente se quieren imponer, no como condición para entrar en un club, sino para existir en el mundo de hoy. La exigencia del imperialismo (término que por fortuna se ha rescatado en el lenguaje cotidiano, a pesar de los que quisieron mandarlo al arcón del siglo xx) es que todos los países sean capitalistas. Y esta exigencia se envuelve en otras: democracia (electoral) y respeto a los derechos humanos y a las libertades, comenzando por la de mercados.
No conozco las razones por las cuales Estados Unidos, incluso antes de ser una potencia mundial, se adjudicó el derecho de exportar su visión de democracia, sus formas de vida y el libre mercado. (No me refiero aquí al respeto a los derechos humanos, pues en esta materia nunca ha sido ejemplo para nadie: bastaría preguntar a los afrodescendientes, que fueron esclavos en ese país y luego, después de cien años de ser "libres", todavía tenían que luchar por sus derechos civiles.) Pero sí conozco lo que el gobierno y los principales grupos de interés de Estados Unidos han querido hacer desde hace muchas décadas para involucrarse en una cruzada mucho más sangrienta que las antiguas cruzadas y, desde luego, en un ámbito mucho más amplio que el de éstas. Al igual que antaño, nadie ha pedido a los nuevos cruzados que cristianicen a la humanidad, que instauren gobiernos a su imagen y semejanza, que destruyan tradiciones, culturas y formas de vida, que vendan hamburguesas y comida chatarra y que, junto con todo esto, se apoderen de las riquezas de otros pueblos so pretexto de la democracia, de los derechos humanos que ellos no respetan y de la libertad de mercados (que de las libertades es la única que les interesa).
Además de la guerra mundial que está promoviendo George WC Bush (las cursivas son de Jaime Avilés), hay fuertes e influyentes organizaciones civiles del mismo país que están convencidas de esta cruzada. Un ejemplo elocuente es la Freedom House. Esta benemérita institución, fundada por la honorable Eleanor Roosevelt y otros al principio de los años 40 del siglo pasado, tiene como propósitos fundamentales inducir la democracia en todo el mundo, oponerse a toda forma de dictadura, de extrema derecha o de extrema izquierda y, of course, promover el libre mercado en todo el mundo. Nada más y nada menos.
No importaría mucho si la Freedom House fuera un pequeño e insignificante grupo de white farmers de Kansas, pero se trata de una organización que cuenta con aportaciones de las más grandes fundaciones privadas de Estados Unidos, además de la nefasta National Endowment for Democracy (la NED que ha financiado a ONG mexicanas dedicadas a promover y vigilar la democracia) y, desde luego, a las filiales de la CIA conocidas como la US Agency for International Development (USAID) y la US Information Agency (USIA) que se ha dedicado por décadas (antes con las siglas USIS) a cooptar líderes de opinión y sindicales, científicos y profesores, pagándoles viajes a Estados Unidos para que puedan "estudiar" lo que les venga en gana. (Entre las fundaciones están las de Soros y, obvio, la Ford, que tantas becas ha dado incluso a gente de izquierda que no ha tenido reparos en aceptarlas.)
La Freedom House tiene programas regionales en Budapest, Bucarest, Belgrado, Kiev y Varsovia; tiene un proyecto para Cuba, que incluye, obviamente, la democracia, los derechos humanos y, por supuesto, la libertad de mercados. Fue patrocinadora de periodistas independientes y en este programa ha tenido contemplada la capacitación de activistas por la democracia, así como materiales de apoyo. En Rumania tiene programas de desarrollo y de capacitación técnica, además de asesoría para la privatización de empresas. Y podría poner muchos ejemplos más.
Debo añadir que, como Freedom House, hay decenas de otras organizaciones y comités con los mismos objetivos, entre ellos el Comité del Partido Republicano que está muy interesado en que México privatice su petróleo. Son los nuevos cruzados. Su iglesia es el gran capital.
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