La cinta brasileña, con sólo 20 copias, se estrena en México el próximo 30 de abril
Ciudad de Dios, cronología del narcotráfico en Río de Janeiro
Basada en la novela de Paulo Lins, la película es dirigida por Fernando Meirelles y Katia Lund
Los actores surgieron de un taller que la producción organizó con jóvenes y niños de una favela
JUAN JOSE OLIVARES
El próximo 30 de abril es el estreno, con sólo 20 copias de la película brasileña Ciudad de Dios, aclamada en festivales como Cannes, San Sebastián, La Habana, entre otros. La cinta -que se basa en la novela de nombre homónimo de Paulo Lins-, dirigida por Fernando Meirelles y Katia Lund y producida por la compañía de Walter Salles, es una cronología del origen y expansión desmedida del narcotráfico dentro de una favela de Río de Janeiro.
Entre los detalles que le dan valor a esta obra cinematográfica no sólo están su buena dirección, música, fotografía, sino que los actores salieron de la misma favela luego de que la producción organizara talleres de actuación con los jóvenes y niños del lugar. Eso sin contar con lo que muchos han dicho: que se tuvo que pedir permiso a los narcotraficantes del lugar para poder rodar. Aunque la verdad, como confirmó la propia Lund en entrevista, fue que se solicitó el permiso a una junta vecinal, la que, lógicamente, comentó a algunos de los jefes narcos, que desde la cárcel dieron el visto bueno.
Más difícil que la sociedad alta
"Es más difícil entrar en la sociedad alta de Brasil que a Ciudad de Dios", afirma Katia Lund, quien fue prácticamente el enlace entre la producción y el barrio Ciudad de Dios, construido para la gente pobre a las afueras de Río de Janeiro en los años sesentas.
"Cuando Fernando Meirelles me llamó -relata Katia Lund- lo hizo porque no conocía las favelas, no conocía ese universo. Comencé a trabajar en el guión y preparando a los actores. Ese fue mi trabajo principal. Ya había hecho un documental antes sobre los narcos de las favelas. Fueron cuatro años de pesquisa en los que hablé con jovenes que estaban en el tráfico, en las cárceles."
Cuenta la codirectora de Ciudad de Dios que su introducción a esta favela fue en 1996, "cuando rodaba un video de Michael Jackson; los periódicos querían una historia sensacionalista y escribían: 'Traficantes coproducen la película', y la policía pensaba que los traficantes tenían más poder que ellos. Entonces, dos días antes de rodar, la policía, que se supone no estaría con nosotros en la favela entró y nos obligó a que lleváramos a la comisaría a todos los niños y adolescentes que estaban trabajando con nosotros".
Luego de estos incidentes, Lund decidió grabar el documental Noticias de una guerra particular, sobre la vida en las favelas. Dice: "Cuando lo hice, casi fui presa. Inervinieron mi teléfono, interrogaron a mi novio, tuve que ir a la policía para explicar cómo había entrado a la favela. Yo le preguntaba a la policía: Ƒla favela es un país extranjero? Ƒnecesito pasaporte para entrar? No sé por qué la policía está entre la favela y la sociedad. Todo el aparato, el sistema de gobierno, los periódicos mantienen esta separación".
Y eso es lo que Ciudad de Dios intenta descifrar en los 135 minutos que dura. Tres décadas de historia de un vecindario marginal.
"El libro tiene mucho de lo cotidiano, son los pensamientos, el lenguaje de las favelas, la manera de andar, lo cotidiano. Para el largometraje inventamos una manera de hilar todas las historias. Cuando entré al proyecto, el personaje principal era el bueno y los otros los malos, que es una visión burguesa del cine. En Ciudad de Dios no hay moral, hay sobrevivencia, hay suerte."
-ƑNo te dio miedo entrar?
-El documental fue más peligroso que la película, porque yo hablaba con los narcotraficantes y al mismo tiempo con la policía, la cual me daba miedo porque podían llegar a mi casa, entrar. Cuando tienes una cámara crees que ésta es más importante que tu vida misma. No tenía miedo de perder mi vida cuando hablaba con los niños.
Dice Lund que "en Ciudad de Dios la vida no tiene valor, si vas a morir mañana u hoy no importa, no hay diferencia entre morir o matar".
-Había sectores que no estaban de acuerdo con la película, entre ellos la policía.
-Eso fue relativo, pero ahora la cinta la han visto todos los sectores de la sociedad. Algo curioso fue que, cuando se hizo la premier, alguien dio un pitazo de que estaría un narcotraficante. La policía llegó y lo aprehendió, pero nosotros no lo habíamos invitado.
-ƑHasta qué punto Ciudad de Dios no traiciona la realidad de las favelas?
-Ciudad de Dios es dos cosas al mismo tiempo: entretenimiento y realidad, que a pocos interesa en Brasil, y para que entre esa realidad tuvimos que emplear un lenguaje de entretenimiento. La realidad está en su vestuario, en su forma de hablar. El montaje es más moderno, la música es moderna. Es realismo con un lenguaje moderno, aunque esto choque un poco. A Brasil, Ciudad de Dios llegó en un momento muy importante, con las elecciones del año pasado, cuando ganó Lula; todas las clases fueron a ver la cinta, todos hablaban de ella; todos los diarios, todos los días, hablaban de la película.
La cinta es una de las más vistas en Brasil en los 30 años pasados. Su distribución es ya mundial.
Los mundos separados de Brasil
Argumenta Lund: "Con la película ayudamos a construir un diálogo; no se podía pasar por alto este asunto de las favelas y la política. Los mundos de Brasil están muy separados. He visto varias clases de la sociedad discutiendo el filme, se hizo como un instrumento de diálogo, y eso no pasa seguido en Brasil. La gente de las favelas son seres humanos, no sicópatas. No es difícil entrar en ellos cuando confían en ti, saben que tú los quieres entender. La diferencia es que los periodistas entran junto con la policía y yo entré sin nadie. Si lo hago sería vista como invasora, quería escuchar y entender; cuando ellos sienten que estás abierta a escuchar, hablan".
Lund, quien estudió en la escuela temas como el rodaje y la transformación social, es una cineasta instintiva, porque dice que "el cine es el mayor instrumento de identidad que tenemos, porque es donde vemos la identidad nacional. Es un espejo. Por ejemplo Alexandre, actor principal de la película, oriundo del barrio Ciudad de Dios, miraba la televisión O Globo y pensaba que la realidad era lo que veía ahí, donde hay sólo gente blanca, con telenovelas, eso es lo que él vivía en una realidad que estaba a su lado, pero la otra realidad era lo que no veía en la tele. Nosotros necesitamos un espejo para poder pensar lo que somos, adónde vamos, lo que hemos hecho. El cine es poderoso en ese sentido, para todas las culturas".