Investigaciones periodísticas revelan que se ha montado un "escenario de provocación"
Marchan miles contra la represión policiaca hacia obreros en Argentina
El desgaste ha dejado casi solos a los partidos políticos tradicionales, señala analista
STELLA CALLONI CORRESPONSAL
Buenos Aires, 22 de abril. Una marcha multitudinaria recorrió hoy las calles porteñas en rechazo a la represión desatada ayer por la Policía Federal y grupos de elite contra miles de manifestantes que exigían la entrega de la fábrica Brukman a los trabajadores, que la pusieron en funcionamiento hace año y medio después del abandono de sus dueños. El episodio provocó tensiones cuando sólo faltan cinco días para las elecciones presidenciales.
"No hay supremacía de la vida y la integridad física sobre los intereses económicos", reza un párrafo de la resolución de los jueces, que convalidaron este martes la posición de su colega que ordenó el desalojo de la fábrica textil, que fue ejecutado violentamente el pasado Viernes Santo. Anoche se había dicho que los jueces autorizarían el retorno de los trabajadores, pero la realidad fue otra.
"Queda muy claro el contenido de clase de la justicia argentina. Los jueces de esta democracia hicieron lo que saben: primero desalojar a los trabajadores de Brukman que desde hace año y medio tomaron la producción en sus manos, luego reprimirlos como en sus buenos viejos tiempos", denunció hoy la asociación de Madres de Plaza de Mayo.
La indignación crece ante la parsimonia gubernamental, mientras que el periodista Miguel Bonasso y su esposa, la cineasta Ana Skalon, que quedaron atrapados en una gasolinería donde la policía rodeó a los manifestantes, fueron testigos de la represión que recordó los tiempos de la pasada dictadura militar. Edgardo Esteban, corresponsal de Telemundo y vicepresidente de la Asociación de Corresponsales Extranjeros (ACE), fue obligado por los policías a arrodillarse y besar el suelo de la calle. Entrevistado por La Jornada, Esteban -quien fue detenido con otros periodistas- dijo que se intentó arrebatarles las filmaciones o impedirlas. "Estábamos trabajando frente a la fábrica Brukman cuando se lanzó la represión y logramos subir a la terraza de un edificio, para filmar los sucesos. Mostramos credenciales, micrófonos, todo, pero nos llevaron a una estación de servicio (gasolinería, que fue convertida en cárcel momentánea) y nunca me dejaron hablar por teléfono", denunció.
"Pónte boca abajo besando el asfalto", fue la orden policial para Esteban, sobreviviente de la guerra de las Malvinas y sobre cuyo libro de aquel conflicto se está filmando una película aquí. Junto a otros periodistas fue salvado anoche por la presencia de colegas locales y corresponsales. Nada evitó que quedara filmada por distintos camarógrafos una de las represiones más violentas de los recientes años. Conjuntamente con los golpes a quienes encontraron a su paso, y los malos tratos a los detenidos, los policías agredieron duramente a varios camarógrafos de canales televisivos.
Bonasso relató cómo los policías, encabezados por un comisario, ingresaron violentamente a una gasolinería y "varios de sus hombres dispararon con balas de goma y plomo contra unas 200 o 300 personas aterrorizadas que habían entrado a refugiarse allí", en medio de una nube de gas lacrimógeno.
Sorprendido por la represión
La carga fue inesperada y brutal, dijo el periodista, quien fue sorprendido por la represión con otros dirigentes cuando avanzaban hacia la fábrica para solidarizarse con los desalojados. "Nos querían matar a todos por ir a defender el derecho al trabajo de unas compañeras textiles. Nos refugiamos en un rincón (en la gasolinería,), tratando de proteger a unas compañeras humildes, ya mayores, piqueteras (desocupadas). Nos apagaron las luces en la estación. Ya era de noche y quedamos a oscuras. Entonces llegaron los camiones celulares (para trasladar presos) y empezaron a subir a los compañeros detenidos", dijo Skalon.
A su vez, Bonasso advirtió sobre maniobras sucias del ex presidente Carlos Menem y su entorno: "La derecha menemista está ganando las calles con métodos dictatoriales en un anticipo de lo que podría ocurrir con todos los que protestarán si Menem llegara a la presidencia".
Por lo pronto, el hombre que prometió llevar a los militares a las calles para acabar con la "inseguridad", advirtió hoy sobre el estado de "anarquía" en el país por la falta de "gobernabilidad".
Las investigaciones periodísticas están demostrando que hubo mano negra y un escenario de provocación armado. De hecho existió la provocación "judicial", cuando a una semana de las elecciones, un oscuro juez ordenó el desalojo violento de Brukman para entregarla a los dueños que abandonaron la empresa con deudas y salarios no pagados. Los trabajadores, por su lado, anunciaron que e instalarán una "carpa (tienda) de la resistencia" en avenidas cercanas al barrio de Balvanera, donde está la fábrica.
En tanto, hay fuertes demandas para el gobierno del presidente Eduardo Duhalde, al que le cabe además la responsabilidad del asesinato de dos jóvenes desocupados en junio de 2002 en una represión similar a la de anoche. Aunque se dijo que se pedirán explicaciones sobre la actuación de la policía, el gobierno también aseguró que el episodio de Brukman no era una protesta social, y justificó la acción policiaca para hacer valer la decisión judicial.
En este contexto, la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) denunció una brutal represión contra los trabajadores del Frente de Gremios Estatales de la norteña provincia de Jujuy: "Golpizas, heridos y detenidos -entre ellos el secretario General de la CTA jujeña, Fernando Acosta-, es el saldo parcial de la represión llevada adelante por la policía provincial, cuando los trabajadores reclamaban una recomposición salarial".
Estos episodios han llenado de sospechas el entorno electoral. Las encuestas recientes continúan sin dar diferencias sustanciales a los cuatro primeros candidatos que figuran hasta ahora sólo con la posibilidad de terminar primeros para disputar una segunda vuelta el 18 de mayo próximo. Duhalde sostuvo que la final sería disputada por su favorito, Néstor Kirchner, y su enemigo público, Carlos Menem, ambos del mismo Partido Justicialista (peronista).
Sin embargo, el tercero en discordia, y del mismo palo (partido), Adolfo Rodríguez Saá, sigue adelante sin contar con estructura partidaria ni el enorme poder económico de los hombres de Menem. También el conservador Ricardo López Murphy está logrando un fuerte consenso en medios empresariales y clases medias altas, que les parece un mejor recambio para Menem, y ya hay analistas que sostienen que es uno de los preferidos de Washington.
Por su parte, muchos de los movimientos sociales surgidos el año anterior con gran empuje a partir de la rebelión popular del 19 y 20 de diciembre de 2001, se aprestan a votar con tarjetas en las que se lee QSVT (que se vayan todos), como una forma de protesta. "Millones de argentinos hemos luchado por pan, trabajo, tierra, soberanía y contra la represión en los años recientes. Todas esas luchas pegaron un salto cuando con el Argentinazo del 19 y 20 de diciembre de 2001, y con la lucha votamos en la calle para que que se vayan todos. Pero los sectores que expresan el hambre, la entrega, la corrupción y la represión, se aferraron al poder con uñas y dientes. Y con la anuencia del Fondo Monetario Internacional y de los monopolios imperialistas convocaron a las elecciones del 27 de abril. Estas elecciones son una trampa, mientras suena el run-run de fraude, que empiezan a denunciar los mismos candidatos", señala el Movimiento contra la Trampa Electoral, al recordar los recientes escándalos en las elecciones frustradas de Catamarca, los fraudes en la interna de la Unión Cívica Radical y del Partido Justicialista en la provincia de Buenos Aires, así como el manejo de medios y la falta de credibilidad en los sondeos.
Al respecto, el analista Daniel Campione destaca que, paradójicamente, el profundo desgaste ha dejado a los partidos tradicionales, "casi solos en el escenario", ante lo que considera una "abdicación de las corrientes más críticas, algunas por rechazo global y sin matices a la institucionalidad política, otras por decidir no convalidar las elecciones con su presentación".
De esta manera, la dirigencia política tan criticada "convirtió su desprestigio, su falta de diferenciación entre sí, sus manejos desorganizadores y desmovilizadores, en factores igualmente funcionales a su continuidad".
Sobre la "asombrosa" supervivencia de Menem, cuyas políticas económicas llevaron al país con una enorme clase media a tener más de la mitad de la población en la pobreza, comenta que es el "candidato del establishment", quien sigue buscando el voto no sólo entre las clases empresariales a las que favoreció, sino también entre los sectores más pobres y despolitizados, a partir de las promesas genéricas de orden y estabilidad.
Pobre propaganda
Campione destaca que la propaganda política también ha sido pobre y "parece responder más a las pautas de una selección de personal jerárquico de una empresa que a un debate político", mientras los medios "tratan de reforzar la 'naturalización' de lo existente, aíslan lo electoral del decurso social general, hacen caer sobre la sociedad responsabilidades más fuertes que sobre la dirigencia, y se convierte en inocente al gran capital, el autor mayor del desaguisado. 'Sociologismos' baratos buscan en características idiosincráticas de la sociedad argentina la raíz de los problemas, mientras más disimulan las verdaderas responsabilidades".
En tanto, el proceso de protestas y de formas no tradicionales de organización, "tendió a consolidar las construcciones en el plano 'micro', dotó de alta visibilidad a las nuevas formas de organización (piquetes, asambleas, fábricas recuperadas), pero no cristalizó en movimiento articulado ni en propuesta, ni siquiera por la negativa".
Así, "las formas de abstención no han estado articuladas ni propagandizadas públicamente. De esa forma, el rechazo a la elección aparece como una forma de refugio individualista, plagada de ambigüedad, una pura renuncia a la política", alerta Campione.
Y mientras, los partidos de izquierda "no logran despegar de sus conductas atávicas: la falta de manejo de los tiempos (la ilusión del triunfo fulminante), el vanguardismo, las disputas de secta, el desprecio por cualquier rasgo de autonomía del movimiento social, la incapacidad de generar alianzas amplias (y aun estrechas).
Quedaron dueños de las calles junto con el movimiento piquetero y las asambleas, crecieron en su base militante y en el apoyo a su acción desde fuera de sus filas, e incluso en el plano electoral, pero siguen siendo propuestas desarticuladas, testimoniales, con candidatos nombrados en conciliábulos misteriosos y entredichos entre grupos incomprensibles para el resto de los mortales".
Este es el escenario que describe Campione para las "anormales" elecciones del próximo domingo, donde "sólo se vota por presidente y vicepresidente, desfasada de los mandatos legislativos y de los gobiernos locales, lo que abre una difícil convivencia", y donde los candidatos van sin propuestas, frente a un movimiento social renovado y poderos pero "que no encuentra todavía su articulación, y en ocasiones se encandila con un enfoque 'post-político', que pretende prescindir del nivel 'macro' y de la disputa del poder estatal. De todas maneras, las posibilidades de articulación del pensamiento cuestionador siguen vigentes y lo más agudo de la crisis, apenas disimulado hoy, reverdecerá en cualquier momento".