Alfredo Zitarrosa "es mi gurú, mi ángel
de la guarda", señala el músico argentino
Para Caíto cantar es asunto de ética,
de vencer las tentaciones
Ante la guerra contra Irak algo está despertando:
un gigantesco no, que países como EU no quieren escuchar, expresa
Promueve dos nuevos discos: Vienen cantando y Sólo para
amorosos
ARTURO CRUZ BARCENAS
Para Carlos Díaz, Caíto (Buenos Aires,
Argentina, 1945, criado en Mar del Plata y nacionalizado mexicano), cantar
es asunto de ética, de convicciones firmes y de vencer a las tentaciones.
Así lo ha hecho, "y ha valido la pena, porque el niño Caíto
me ve cada día a los ojos y me agradece no haberlo traicionado,
no haberme olvidado de él, ¡y vieras qué hermoso es
eso! Duermes tranquilo, caminas por la calle sin preocupaciones y cantas
a la gente lo que te sale del alma", dijo el infante-adulto con 47 años
de trayectoria profesional.
En entrevista, en la que anunció que prepara un
disco con canciones de Luis Eduardo Aute, "a quien le grabé por
primera vez algunos de sus temas", Caíto hizo un repaso a
lo que ha sido la música en la que él se ha movido desde
que la conciencia es tal, para él, cuando no había medias
tintas políticas, muy a la manera de Brecht, del somos o no somos,
o todo o nada.
Citó su paso con el grupo Sanampay, al lado de
compañeros como Eugenia León y Guadalupe Pineda, y remarcó
la que fuera su relación más sentida con un cantautor con
estilo: el uruguayo Alfredo Zitarrosa, a quien conoció en Madrid
y con quien se presentó largo tiempo, él en la voz y en la
guitarra.
Colección de canciones que estaban perdidas
Promueve
dos nuevos discos: uno titulado Vienen cantando, "que debo aclarar
que no es nuevo, sino que es producto de una colección de canciones
grabadas hace años y que estaban perdidas. Viene El breve espacio
en que no estás, que Pablo Milanés me dio para que la
grabara inclusive antes que él mismo". Son 11 composiciones, de
la autoría de Silvio Rodríguez, Nahuel, Aute y Jorge Buenfil,
entre otros. "Es un hijo discográfico que había perdido y
recuperé", acotó.
El otro disco -Sólo para amorosos, en el
que lo acompañan Flavio Velasco, Jacqueline Levot y Angel Cerlo-
es una colección de poemas (de Jaime Sabines, Juana de Ibarbourou,
Pablo Neruda, Benito Taibo, entre otros) cruzados con canciones de la inspiración
de Caíto, Lázaro García, Aute, Milanés...).
Ambas producciones bajo el sello de Ediciones Pentagrama. "Es una obra
de teatro grabada", precisó.
Hay gente, agregó, que piensa que las canciones
se rescatan, "pero no es así; las canciones rescatan a los fulanos.
La canción siempre estuvo ahí. No me platiques, de
Vicente Garrido, siempre estuvo ahí. Sin el autor, el intérprete
no tiene nada que hacer". En este sentido reconoce el trabajo del coverero
Nicho Hinojosa, pues "ha hecho que jóvenes escuchen canciones que
muchos, entre los cuales me cuento, hicimos hace muchos años. ¡Qué
bueno que la gente le pida Ojalá, de Silvio Rodríguez,
aunque crean que es de él! Ahora hasta muchachos de La Academia
cantan Sólo le pido a Dios, y qué bueno, porque eso
les puede hacer interesarse en otra música".
-¿Qué quedó de todo lo que hicieron
tú y muchos artistas más, que buscaron hacer música
con poesía, con sentido social, con una definición política,
que se presentaron en peñas y plazas públicas, en escuelas,
barrios y fábricas?
-Fundamentalmente quedó la esencia. Muchos seguimos
en eso, porque aquello está presente, sobre todo, en estos días
de guerra. Hoy se recantan temas que implican una actitud, pensamientos.
Hoy somos cincuentones que en aquel entonces creímos que ese era
el camino correcto, y lo sigue siendo. Nos hemos ido adaptando a las circunstancias,
pero la esencia no ha cambiado. Decía Julio Cortázar que
no puede ser que estemos aquí para no poder ser. ¡Aquí
estamos! Ahí están Gabino Palomares, Marcial Alejandro, Pepe
Elorza, El Negro Ojeda.
"Muchos estamos intactos, no en la actitud melancólica,
esa que sirve de refugio para decir que todo tiempo pasado fue mejor. No,
el presente existe. Yo sigo siendo esencia de lo que fue Alfredo Zitarrosa,
de lo que me enseñó, al igual que de Sanampay. ¡No
me arrepiento absolutamente de nada! Ahí está el caso de
Oscar Chávez, quien ha pasado por varios tipos de música,
con todo derecho, y yo no discrimino con eso de dividir a la música
en comercial o no, porque uno también graba discos para vender.
La ética está en las cosas que permanecen o desaparecen.
"¿Qué permaneció en los últimos
30 años? ¿A qué canciones se recurre y se siguen alimentado
y no han envejecido? Los ejes de mi carreta está vigente,
70 años después de creada."
Otros días
En los años 70 del siglo pasado, Caíto
cantaba Yo te nombro, de Franco Piangaro, poema musicalizado de
profunda huella: "Por el pájaro enjaulado, por el pez en la pecera,
por mi amigo que está preso, porque ha dicho lo que piensa..." Eran
días de definiciones políticas y las canciones pegaban en
la conciencia. "Cuando se pregunta qué ha quedado o qué ha
pasado, hay que refugiarse en un digno pasado. Los jóvenes de hoy
sí tienen compositores y cantantes que hacen lo que nosotros hace
décadas, pero nosotros tuvimos un tiempo en el que nos apoyaron
los medios de comunicación.
"Las actividades culturales del país eran profusas.
Ahora están Alejandro Santiago y otros, pero no encuentran lo que
nosotros hallamos. Sanampay cantó en Bellas Artes, en el Auditorio
Nacional, con Chava Flores, Amaury Pérez, Los Folkloristas. Actualmente
hay chavos que hacen un esfuerzo extraordinario, pero ya no hay foros.
La creación no se ha perdido. Hay otras formas de expresión.
Lo ves con gente como Fernando Delgadillo. Hay público y creadores,
pero se han ido cerrando puertas y posibilidades.
"En los últimos 30 años, hay que reconocerlo,
hubo un triunfo absoluto de la televisión, que ha logrado mediatizar,
crear un nicho donde lo que no se ve no se vende, no existe. Nosotros tuvimos
programas como Para gente grande, con Ricardo Rocha, espacios con
Guillermo Ochoa y otros. Perdimos espacios y no fuimos lo suficientemente
hábiles, nos retrajimos, nos arrinconamos. Dijimos: 'si no me vienen
a buscar, no voy'. Dejamos el espacio, consciente o inconscientemente.
Perdimos muchos contactos, esa avanzada. Sobrevivimos, como dice Modesto
López (director de Pentagrama), por prepotencia de trabajo."
La gente cree a quienes son congruentes
En un momento en el que las palabras, los discursos, han
perdido valor, y está demostrado que no hay posibilidad de conciliar,
la gente ha dejado de creer, agregó. "Si algo tenemos los cantantes
como yo es congruencia. La gente va a vernos, nos oye y nos cree, porque
seguimos sosteniendo nuestra ética, nuestra forma de pensar, sin
entrar en juicios críticos de cosas que no son de nuestro interés.
Los artistas, inclusive los peores, no hemos hecho daño.
"Seguimos convocando sin tener los medios. Así
lo sigue haciendo Oscar Chávez, por ejemplo. Algo de valor debemos
tener para que la gente siga confiando en nosotros. Nada más faltaba
que sus cantores les mintieran. ¡No!"
-¿Hubo demagogia en los cantantes del movimiento?
-No, más bien hubo cierta inocencia, ciertas radicalizaciones
innecesarias, pero también de parte del público, que exigía.
No hubo malicia, sí una etapa de gran aprendizaje.
Guitarra negra
Llegó
a México, hoy su segunda patria, en los años 70, huyendo
de la dictadura. Acompañaba a Alfredo Zitarrosa. "Aquí hallamos
espacios para expresarnos. También llegaron los cubanos, la trova.
De eso se aprende y vemos que vale la pena, más ante la guerra de
hoy, en Irak. Algo está despertando: un ¡no! gigantesco, que
no quieren ver (países como Estados Unidos), pero, igual, nunca
han querido ver. Eso no nos extraña. Tampoco debemos creer en que
ellos nos van a escuchar. Sus cerebros están cerrados al dolor,
a la muerte, a las palabras."
Para ser famosos se paga un precio, "pero para no serlo
también. Nosotros lo pagamos y estamos conscientes. Tenemos fama
de ser famosos y no lo somos. Sí ganamos nuestra opción,
nuestra libertad. Grabamos lo que realmente queremos. Lo contrario crea
dolor. Claro que he enfrentado tentaciones, pero hubiera tenido que pagar
el precio de ceder mi corazón. Siempre respondí a mi niño
interno. A los 10 años nos prometimos, ese niño y yo, cantar,
pero nunca algo que no nos gustara, ni arrepentirnos. Siempre se paga un
precio, sobre todo a nuestra edad, cuando se hace un balance y el niño
aquél te felicita o te reclama. Qué bueno sobrevivir en este
planeta haciendo lo que a uno le gusta, con ética.
"A eso hay que sumar la influencia de Zitarrosa, quien
marcó un parteaguas en mi vida, un punto de congruencia, pese a
lo que podía suceder. Es como mi gurú, mi ángel de
la guarda. Cada vez que subo al escenario le digo: Flaco, aquí
estamos, a ver cómo nos va."
Quien quiera comunicarse con Caíto puede
entrar a [email protected]