Durante su gobierno salieron del país 27 mil mdd en concepto de deuda externa
Acusado de corrupción, Menem aspira de nuevo a la presidencia en Argentina
En 10 años de administración al menos 55 medios de prensa fueron dañados y asaltados
STELLA CALLONI CORRESPONSAL
Buenos Aires, 21 de abril. "El hecho de que el ex presidente Carlos Menem se haya presentado a las elecciones a celebrarse el próximo domingo indica la degradación de la política en el país y resulta una afrenta para los que murieron el 19 y 20 de abril y los otros mártires que registra nuestra historia". Así expresaron organismos estudiantiles de la Facultad de Ciencias Sociales su punto de vista sobre la candidatura del hombre sobre el que pesa un aluvión de denuncias por corrupción, y cuya gestión de 10 años (1989-99) dejó un ejército de desocupados y pobres.
Las Madres Fundadoras de Plaza de Mayo también han advertido sobre "la absoluta falta de respeto a la sociedad de quienes no tomaron en cuenta la tragedia del país desintegrado, de la inmensa pobreza y de los cambios que exigió la sociedad en su rebelión del año 2001", cuando un estallido popular ante las políticas económicas acabó con el gobierno de Fernando de la Rúa, cuyo ministro de Economía era el mismo que instauró la política de convertibilidad peso-dólar durante el menemismo.
Se estima que la presencia de Menem en estos comicios contribuye a crear un clima enrarecido. Pero la crítica va contra todos y también hacia diversos sectores de izquierda que "desbarataron varios de los movimientos surgidos al calor de la rebelión popular, que intentaron apresurar sin tener en cuenta el momento histórico que se estaba viviendo", según señala un informe de la carrera de Sociología.
A su vez, varios juristas alertan sobre la ausencia de información en los medios informativos sobre la corrupción durante el gobierno de Menem, las complicidades de la Corte Suprema con el mandatario, la destrucción del patrimonio nacional y otros temas que "fueron cabeza de noticias durante 10 años y ahora sospechosamente desaparecieron de la campaña electoral. ƑQué pasaría en Perú si Alberto Fujimori intentara regresar después de su historia de muerte y corrupción, o Carlos Salinas de Gortari en México?", se pregunta el abogado Alberto Toibal.
También por estas horas los organismos que agrupan a periodistas recuerdan los graves hechos vividos bajo el menemismo. Por ejemplo, en el informe de 1999 de la Asociación para la Defensa del Periodismo Independiente, se mencionaba que el año anterior se habían contabilizado "238 casos de violaciones al derecho de los ciudadanos a expresarse libremente", entre ellos 35 casos de ataques o agresiones a periodistas, golpeados por civiles o por fuerzas de seguridad, y 55 casos de medios de prensa dañados y asaltados.
Ya en 1999, cuando se divulgó este informe, se habían cumplido dos años del asesinato del fotógrafo José Luis Cabezas, que fue considerado como "el más grave atentado contra la libertad de expresión desde que terminó la dictadura militar en 1983" , y cinco años del asesinato del periodista Mario Bonino, de la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires.
"La gran fiesta del poder"
Cabe recordar también los giros de discurso de Menem, quien los justifica como un "ajuste" ante los cambios. "En 1989 el peronismo menemista toma la posta ejecutiva y desde los primeros días conforma una alianza con los grupos de poder económico, traicionando al electorado que había confiado en las promesas de revolución productiva y salariazo. En menos de dos años entrega la conducción económica al antes empleado de la dictadura militar y entrenado en Harvard, Domingo Cavallo, quien con su convertibilidad, privatizaciones, apertura económica y otros tantos desmanes arrinconó a todo un pueblo en la desocupación, indigencia, pauperización, mortalidad infantil, desaparición de la industria nacional, transculturalización, pérdida de la seguridad social y sanitaria y demás aberraciones.
"De esta forma, Carlos Menem, durante 10 años convirtió al poder en una gran fiesta, claro que sin invitados que no hayan podido acreditar su pertenencia al corrupto sistema de poder económico, sindical y extranjero. Aumentó la deuda externa en 150 por ciento y cuando terminaba el primer mandato menemista apareció el pacto radical-peronista de Olivos que permitió la relección para cuatro años más de permanencia en el poder. Esto permitió la restructuración de la Corte Suprema de Justicia adicta al poder, terceros Senadores en una Asamblea Constituyente vergonzosa y alejada totalmente del sentir popular. Sobre estas pautas el ingreso al primer mundo quedaba garantizado como la corrupción sistematizada, los indultos a los genocidas, los decretos de necesidad y urgencia, las relaciones carnales y en general cualquier decisión que degradaba a las instituciones democráticas, enmarcada en políticas de estado porque de lo contrario nos decían que caeríamos al abismo y al default financiero, que fue un chantaje", recuerda el analista Hugo de Pedro recordando aquellos años.
Incluso algunos sectores militares recuerdan que el primero de julio de 1995 la empresa de aviones estadunidense Lockheed, ligada al Pentágono, se hizo cargo de lo que fuera una de las mayores fábricas de aviones de América Latina, y que pertenecía a Argentina, despidiendo a mil trabajadores y con una concesión acordada por Menem de 20 a 25 años. En aquella fábrica se producía el avión Pucará y el misil Cóndor.
Pero esto es sólo una parte de lo que sucedió durante el mandato menemista que llevó al país a la mayor crisis de su historia, con un retraso social de 50 años.
"Si la dictadura militar de 1976 fue el paso 'imprescindible' del poder mundial para instalar la nueva dictadura económica neoliberal, contar con Menem, que venía como un caudillo del mayor movimiento político de masas en Argentina como era el peronismo, fue la gran jugada de ese poder", sostiene Víctor de Gennaro, dirigente de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA).
"Las desapariciones sistemáticas de militantes y opositores desde 1976 a 1983 estaban destinadas a limpiar el camino para aplicar el nuevo proyecto. Y para éste utilizaron a Menem como caballo de Troya", añade el sindicalista.
Menem, que prometía la revolución productiva y la defensa nacional, "desindustrializó al país, lo desnacionalizó y precarizó el trabajo a límites insospechados, disparando el desempleo a un punto sin retorno".
El político riojano fue el peldaño imprescindible para el proyecto de privatización salvaje. Para ello se rodeó del viejo poder oligárquico decadente del conservadurismo antiperonista, al tiempo que usaba a las masas leales a su antiguo líder Juan Domingo Perón "para imponer un proyecto externo de apropiación".
Adiós a "las joyas de la abuela"
Como recuerda una investigación de la Universidad de Quilmes, a poco de asumir el gobierno, Menem sancionó las leyes de Reforma del Estado y de Emergencia Económica, y comenzó la privatización de las empresas públicas, las "joyas de la abuela". Nada quedó en pie. Con un programa de inspiración neoconservadora que no sólo se basaba en "la transferencia de las principales firmas estatales y de la privatización de áreas que tradicionalmente habían estado en manos del Estado", sino también sobre "la desregulación de una amplia gama de mercados, de la economía a las corrientes internacionales de bienes y capitales, y la flexibilización (precarización extrema) de las condiciones laborales", provocó un impacto significativo cuyas consecuencias son visibles ahora.
El modelo menemista (1989-1999) ayudó a fortalecer en lo "económico, político y social al bloque dominante" que se había conformado durante la dictadura y afianzado en el gobierno de Alfonsín (1983-1989). Las privatizaciones del menemismo, esencialmente corruptas, produjeron una de las mayores desigualdades económico- sociales del continente. Los favores concedidos a las empresas privatizadas durante ese periodo, con una "multiplicidad de privilegios, desconocidos para los restantes agentes económicos que operan en el país", produjo una serie de ilegalidades que permitieron a esas compañías apropiarse de beneficios extraordinarios, que superaron sólo hasta finales de 2000 los 9 mil millones de dólares.
"Y por esa razón la rentabilidad media del conjunto de las empresas privatizadas fue siete u ocho veces superior a las del resto de las mayores firmas del país. La debilidad regulatoria hizo posible la dolarización de las tarifas, atadas a ajustes, a la evolución de los índices de precios estadunidenses, entre otras aberraciones", continúa el informe.
El rumbo económico
Otras investigaciones destacan que entre 1976 y 1983 -durante la dictadura- habían surgido en el marco de un proceso de desindustrialización y de creciente auge financiero en la economía local un reducido número de grupos económicos, empresas extranjeras y bancos acreedores, que concentraron una porción creciente del ingreso nacional. Esto condicionó finalmente el rumbo económico. Entre 1982 y 1983 se procedió a la estatización de la deuda externa privada, la reforma financiera, la licuación de la deuda interna, y regímenes de producción industrial, lo que permitió a esos grupos concentrados instalar plantas fabriles con subsidios estatales, sobreprecios a provedores estatales y de empresas públicas, con lo cual el grupo de empresas se consolidó.
Los investigadores señalan que entre 1981-1989 se remitieron al exterior en concepto de deuda externa 27 mil millones de dólares, mientras que el capital concentrado interno se beneficiaba con trasnferencias que llegaron a los 67 mil millones, a la vez que se contraía el salario. "El remate a bajo precio de empresas estatales de servicios fue sucedido por el cobro de tarifas muy altas que absorbieron ingresos del conjunto de la economía, al tiempo que la transferencia de aportes previsionales a los fondos de pensión generó un enorme déficit fiscal, factor decisivo del endeudamiento externo, y la apertura importadora reforzada por la sobrevaluación creciente de la moneda local (meta principal del plan de convertibilidad), causaron la desaparicion de áreas importantes de la industria y el incremento de la desocupacion lo que a su vez facilitó la precarizacion laboral y el deterioro de los salarios."
Pero para quienes hablan de una época de prosperidad en una primera etapa del menemismo, la investigación de la universidad recuerda que en un primer periodo (1991-1994) el saqueo fue compensado con fondos provenientes de las privatizaciones, ingresos de capitales especulativos y narcodólares, y de ese modo el producto interno bruto creció, aunque ampliando los desequilibrios.
Desde mediados de los años 90 (cuando las desnacionalizaciones habían concluido), "la reproducción del proceso depredador pudo ser prolongada gracias al crecimiento de la deuda externa que cubría el déficit fiscal y el desarrollo de una amplia diversidad de negocios parasitarios".
Entre 1992 y 1998, según el economista Eric Calcagno, ingresaron al país 37 mil millones de dólares, pero los aportes genuinos fueron de apenas 11 mil 500 millones. El resto fueron deudas con casas matrices (4 mil millones); privatizaciones (6 mil millones) y compras de empresas ya existentes (11 mil millones).Y en ese mismo lapso salieron 13 mil millones de dólares como rentas de inversión. A principios de 1990, el virtual representante de las empresas estadunidenses decididas a quedarse con todo, el embajador Terence Todman, se había convertido en un experto negociador entre la compañía American Airlines y el gobierno argentino para apoderarse de Aerolíneas Argentinas (AA). Así logró demorar la apertura de pliegos una y otra vez buscando fórmulas eficientes con otros "socios" y repartirse el "regalo menemista".
Orgullo de la aeronavegación, AA fue puesta en venta por 623 millones de dólares, aunque se sabía que sólo la flota de 27 aviones Boeing y cuatro Fokker valían muchísimo más. En los últimos tres ejercicios fiscales, Aerolíneas había logrado un superávit operativo mayor a los 27 millones de dólares y se le consideraba una de las tres empresas mundiales con mejor nivel de servicio. No se vendió finalmente a American Airlines, sino a Iberia, en contra de la voluntad popular, violentando un artículo constitucional. Finalmente, la empresa fue vaciada escandalosamente.
Otros activos estatales siguieron ese mismo camino: una porción mayoritaria de la empresa petrolifera estatal (la más grande del país en términos de facturación y una de las líderes en exportación), está en manos de la española Repsol, que hace lo que quiere con los precios locales; los ferrocarriles de carga y de pasajeros (dejando a redes de pueblos incomunicados); la compañía estatal de transporte y distribución de gas natural (en manos de la familia Bush, socia de Menem en el sur del país); las empresas de energía eléctrica, de telecomunicaciones, astilleros, siderúrgicas y petroquímicas estatales; administración de puertos, canales de radio, televisión; correos, aeropuertos y empresas mineras, ríos inclusive.
Esta privatización tan acelerada como abarcativa se realizó para consolidar el programa económico y al menemismo en el poder, obteniendo el apoyo simultáneo de los grandes grupos locales y extranjeros y de los acreedores externos. Al precio, claro, de gravísimas deficiencias, subvaluando activos, obteniendo sobornos de grandes empresas. Uno de los casos emblemáticos fue el de la telefónica Entel, cuya privatización estuvo a cargo de la líder conservadora María Julia Alsogaray. Es posible así concluir que las privatizaciones en Argentina constituyeron un verdadero "traje a medida" de los mismos actores económicos que se habían consolidado estructuralmente al amparo de las diversas formas de desguase del aparato estatal". Este es el ex presidente que quiere volver a la escena, para un tercer periodo.