Rolling Stones
Siempre distintos, siempre los mismos
ARTURO GARCIA HERNANDEZ
Véalos en la foto que Gus Coral les tomó
en 1963, frente a los estudios Lane Lea. Mozalbetes enclenques, con aire
de gángsters de película; la mirada de Brian Jones, desafiante,
pero sin la malicia que el caso requiere; el aire adolescente de Keith
Richards, sin la orografía que el tiempo le esculpirá en
el rostro; Mick Jagger todavía no se monta al pedestal de sex
symbol fascinado por el voyeurismo de las cámaras; el perfil
afilado y, ya desde entonces, solemne, de Charlie Watts, y Bill Wyman,
con gesto de hastío, parece a punto de irse. Al fondo los peatones
permanecen indiferentes a la banda que dentro de poco disputará
un lugar junto a Los Beatles y ganará el título del grupo
de rock más longevo de la historia.
Mírelos
ahora en la foto que Fernando Aceves tomó 30 años después,
en Nueva York, durante una conferencia de prensa a orillas del Hudson.
¡Ah, lagartones! Rock stars dinosáuricos, ataviados
para que las cámaras hablen bien de ellos. Ya hace años que
Brian Jones murió, ahogado en la piscina de su casa. Su lugar lo
ocupa Ron Wood, cuyo look, a pesar de la corbata, persiste fiel
a la época en que tocó con The Faces, la banda primigenia
de Rod Stewart. Mick -fashion- Jagger ya es un consumado maestro
en el arte de la elegancia y el desenfado, como lo manda el último
grito de la moda, nada deja al azar, ni siquiera la melena en apariencia
desordenada por el viento; Charlie Watts, auténtico dandi, todo
cano el pelo, hace gala de su proverbial hieratismo. Con una estola estampada
de calaveras en la mano, sobreviviente de sí mismo y sus excesos,
Keith Richards conserva algo de su atrabiliaria autenticidad. Wyman ya
no está, se aburrió y dejó la banda. Su vanidad no
necesitaba de más fama.
Son dos instantes, fracciones de segundo en una historia
que abarca ya cuatro décadas. Las fotos descritas pertenecen a la
exposición Rolling Stones: 40 x 20, que actualmente se exhibe
en el lobby del Auditorio Nacional, luego de presentarse en las
galerías Govinda, de Washington, y Madison Fine Artes, de Nueva
York.
La exposición fue organizada y curada por Chris
Murray, director de la Govinda y admirador de los Stones desde que asistió
a su primer concierto en el Carneggie Hall de Nueva York, en junio de 1964.
Convocó a 20 fotógrafos profesionales para conmemorar los
40 años de la banda que lidera Jagger.
Gus Coral registró la primera gira del grupo; Fernando
Aceves es prácticamente el único fotógrafo en México
especializado en el rock y realizó una sesión con la banda
durante su primera visita a México, en 1995. Entre ambos fotógrafos,
representantes de dos generaciones y testigos de dos épocas en la
vida del grupo, están: el legendario Baron Wolman, editor de fotografía
en la época dorada de la revista Rolling Stone; Gered Mankowitz,
autor de las fotos utilizadas en la portada e interiores del álbum
Out of our heads; Jan Olofsson, autor del libro de fotos My 60's;
Eddie Kramer, encargado de la grabación del festival de Woodstock;
el inglés Ethan Russell, autor de las fotos de los álbums
Rock'n'roll Circus, de los Stones, y Let it be, de los Beatles.
Además otros veteranos de la lente como Art Kane, Michael Joseph,
Barry Feinstein; Michael Cooper, Dick Waterman, Michael Ptland, Bob Gruen,
Kate Simon, Chris Makos, William Coupon, Claude Gassian y Ross Halfin.
Santones de la mitología roquera, héroes-vestigio
de los días en que "amor y paz" era la premisa y los cañones
de las armas podían ser amordazados con flores, los Stones -Jagger
sobre todo-- han logrado insertar su imagen en la selecta iconografía
de personajes que simbolizan al siglo XX: Albert Einstein, Chaplin, Lenin,
Hitler, Marilyn Monroe, Janis Joplin, Che Guevara, Elvis Presley,
Los Beatles...
Aunque breve frente a la historia que pretende contar,
Rolling Stones 40 x 20 alcanza para percatarse de las andanzas del
grupo a lo largo de estas cuatro décadas: Desde los días
en que su imagen rebelde y sus canciones escandalizaban a los padres de
familia, hasta ahora que son, en sí mismos, una inmensa máquina
de dinero que mueve millones de dólares al año. La exposición
documenta la crónica fascinante de los sobrevivientes felices de
la historia del rock, la contraparte de los mártires (Jim Morrison,
Janis Joplin, Jimmy Hendrix, et al). Pero los Stones no se han traicionado.
Son, simplemente, síntesis y reflejo de la sensibilidad juvenil
de las últimas cuatro décadas. Aunque sea por comodidad,
escogieron el papel de cronistas y no de profetas, Siguen, sin compromiso,
de la mano de los tiempos. De cada nuevo tiempo.
A propósito de esta exposición, Richard
Hamington, crítico musical de The Washington Post, escribió:
"Las fotografías pueden mentir, pero éstas no. Unas son puro
documental. Algunas se hicieron con fines puramente publicitarios y otras
más fueron propaganda inconsciente. Cuando sientes que ojos y lentes
están siempre sobre ti, caes en poses y actitudes sin estar necesariamente
consciente de ello. Para la mayoría, los Rolling Stones estaban
siempre conscientes. Cualquier tipo de realeza requiere la suposición
de algo más que coronas. Sin embargo, han sabido en quién
confiar y de quién cuidarse".
(Rolling Stones 40 x 20 permanecerá abierta
en el looby del Auditorio Nacional hasta el 31 de mayo).