Cuaresma en Santa Cruz Xoxocotlán, Oaxaca
El martes pasado, la última Noche de Brujas
Los danzantes celebran al agua, el fuego, la tierra y el aire
VICTOR RUIZ ARRAZOLA CORRESPONSAL
Santa Cruz Xoxocotlan, Oax., 16 de abril. Antenoche terminaron los llamados Martes de Brujas en esta municipalidad zapoteca, mismos que se realizan en los 40 días previos a la Semana Santa, cuyo objetivo es recordar cómo los indígenas trabajaron "día y noche" para construir su templo católico en la época de la Colonia y "tenerlo listo" para la Semana Santa, señaló el director de Cultura, y organizador de estas actividades, Salvador Reyes Medina.
En estos Martes de Brujas participó el grupo de danza mexicana de la Casa de la Cultura Oaxaqueña; las mujeres, vestidas con prendas blancas, un tocado en la cabeza y descalzas, mientras que los hombres sólo con un taparrabo, quienes bailaron con antorchas encendidas los seis martes previos a la Semana Mayor.
Reyes Medina explicó que la culminación de los Martes de Brujas se traduce en que "el fuego nuevo se prendió hace 40 días, que son de preparación para la mente, el cuerpo y el espíritu; hoy se cierra ese ciclo que está bajo la apariencia del número 40, pero en realidad es el cuatro, que corresponde a la tierra, el aire, el fuego y el agua".
Los danzantes le bailaron al agua, al fuego, a la tierra y al aire, como lo hacían los indígenas en la época de la Colonia, precisamente en la Semana Mayor, cuando efectuban sus ritos solares.
De acuerdo con los historiadores de esta población, que se localiza a unos cinco kilómetros de la ciudad de Oaxaca, los Martes de Brujas tienen sus orígenes a principios de la Colonia, "cuando los indígenas construyeron el templo de la población", y que lo hicieron por medio de tequio -trabajo comunitario por el que no se recibe salario-, en sus días de descanso y durante las noches, por lo que tuvieron que alumbrarse con teas, y éstas, en la penumbra de la noche, "asemejaban bolas de fuego o brujas" que, cuentan, existían, las cuales se desplazaban a gran velocidad entre los poblados circunvecinos.
Los Martes de Brujas comenzaron a celebrarse en los años de 1538 a 1555, cuando se le encomendó al fraile Domingo de Santa María la evangelización de los nativos de este lugar y comenzó con ello la construcción de un templo católico, siendo los encargados de la mano de obra los indios, realizando sus faenas nocturnas, y para saciar su apetito consumían atole de panela y tamales.
Es por ello que durante todos los Martes de Brujas se vende tamales y atole en el parque de este municipio, sobre todo el petletamal, platillo que en aquella época sólo disfrutaban los dioses de los indígenas, como fue el del agua o del maíz. El petletamal se cocina sólo en ocasiones especiales, como esta, y lo hacen a base de chile, masa, asiento de manteca, pollo y la hoja de aguacate; para ello utilizan tres tipos de chile: huajillo, chilhuacle y ancho.
Se alumbraban con teas encendidas
De acuerdo con la historia de esta población, que se encuentra en las faldas de la zona arqueológica de Monte Albán, con el paso del tiempo era común ver entre las calles que los habitantes utilizaban teas de madera resinosa y acudía a lo que ahora es el parque del pueblo con el llamado de la concha o caracol prehispánico, para la compra de productos que ofrecían las señoras. Actualmente ya no es necesario el llamado del caracol, las personas de este poblado y cientos de visitantes acuden espontáneamente a la compra de tamales y atole.
Durante estos Martes de Brujas, las autoridades municipales incluyeron también una muestra artesanal, en la que participaron representantes de diferentes municipios del estado, entre ellos Teotitlán del Valle, quienes expusieron sus tapetes, hechos de lana de borrego y teñidos con grana cochinilla, así como artesanos de Mitla, Amuzgos y otros más de la costa oaxaqueña.
Los habitantes de esta población continuarán durante esta semana con sus actividades religiosas, tales como el tradicional encuentro de Jesús y María, al que asisten miles de personas. Mientras que para el Sábado de Gloria las señoras del pueblo instalan frente al templo de la población sus puestos de enchiladas de coloradito, chocolate, atole y champurrado, así como agua fresca de chía.
Procesión del silencio en Oaxaca
Por otra parte, en la ciudad de Oaxaca, para revivir una tradición que fue legada por los dominicos hace ya cientos de años pero que inexplicablemente había sido relegada al olvido, hasta que en 1986 fue rescatada por un grupo de oaxaqueños interesados en preservar las tradiciones y costumbres, volverá a efectuarse este viernes la Procesión del Silencio, que recorrerá las principales calles del Centro Histórico.
Esta marcha silente, que año con año por su misticismo y solemnidad se consolida y arraiga en el sentimiento de los oaxaqueños en el contexto de la celebración de la Semana Santa, es un acto de profunda fe religiosa que representa la solidaridad con Jesús en contra de la muerte y a favor de la vida.
La Procesión del Silencio, que partirá y concluirá en la parroquia de la Sangre de Cristo, luego de recorrer las calles de Alcalá, Xólotl, García Vigil y Morelos, es una caminata lenta, ordenada y fervorosa, donde son cargadas en andas imágenes religiosas como las del Divino Preso, El Señor de la Humildad, La Virgen de Dolores y El Señor de la Columna.
Este acto se realizó por primera vez hace ya 17 años y fue organizado por el sacerdote Pedro Osorio, Ana Bravo Vasconcelos, José Humberto Palancares y Carlos Ocampo Prieto en la parroquia de la Sangre de Cristo, buscando rescatar una tradición que se había perdido.
Al ritmo del tambor y la chirimía, la Procesión del Silencio, que se inicia a las 18 horas, lleva un orden programado: al frente de la misma están la cruz, después los estandartes bordados en oro y plata, y posteriormente las damas de la tercera orden de Santo Domingo, acompañando al Señor de la Columna, hermosa talla que data del siglo XVII y que es venerada en ese templo.
Luego, un hombre con pies descalzos, encapuchado y cubierto con un taparrabo, carga una cruz grande y pesada. Más atrás sigue la Cofradía de las Siervitas, damas de la Virgen de los Dolores del Templo del Patrocinio, quienes vestidas de luto acompañan a la Virgen, cargada en andas por penitentes encapuchados. Finalmente, se ubican 20 lanzas adornadas con motivos de la Pasión del Señor, portadas por otra cofradía, la cual escolta la escultura de la Preciosa Sangre de Cristo, que se venera en el templo del mismo nombre.