GUERRA CONTRA IRAK
El triunfo de los invasores abre la puerta al neocolonialismo,
afirman algunos ciudadanos
EU no convence a los países árabes de
que su guerra es por la democracia
"El fundamentalismo de Bush convertirá a Hussein
en héroe", opina un articulista de Le Monde
BLANCHE PETRICH
En el rincón de una cafetería en la localidad
egipcia de Ismailiya, los parroquianos le pidieron al dueño que
por favor cambiara el canal del televisor. De Al Jazeera al Movie Channel,
que este miércoles transmitía por enésima vez Rocky
II. La repetición obsesiva de las imágenes de la caída
de Bagdad a manos de los stallones de carne y hueso ya los tenía
hartos. "No soportamos más ver esto", dijo Ibrahim Khader, el propietario
de un puesto de frutas secas. "Es patético, es una capitulación".
El comentarista de la televisora qatarí decía en ese momento:
"Esta es la nueva realidad. Todo lo que suceda en Irak, de ahora en adelante,
tendrá el sabor y olor de Estados Unidos". El diario Christian
Science Monitor relataba el jueves esta anécdota.
Mientras tanto, en la revista cibernética Slate,
el columnista Fred Kaplan describió así al impetuoso marine
que, encima de su tanque, limpiaba una enorme estatua con la
bandera estadunidense: "¡Qué pendejo! Esta es la imagen misma
del neocolonialismo. ¿Será esta la escena que simbolizará
esta guerra, el estado de absoluta indefensión del pueblo iraquí,
que después de 30 años de brutal dictadura no podrá
manejar su destino? ¿O es el igualmente triste símbolo de
la incapacidad de Estados Unidos de liberar sin conquistar? ¿Le
sirve a alguien esta demostración de arrogancia?"
Hace algunos meses el secretario general de la Liga Arabe,
Amr Mousa, predijo que una victoria de Estados Unidos sobre Irak abriría
las puertas del infierno en Medio Oriente. Es posible que el 9 de abril
quede registrado así en la percepción colectiva de la población
árabe. Hoy, el gobierno estadunidense está vendiendo con
éxito este momento como el día en que se desplomó
la tiranía iraquí. Pero la guerra contra Irak, en realidad,
no tuvo como propósito derrocar a Hussein. Los objetivos de las
potencias invasoras van mucho más allá, y en Medio Oriente
eso se sabe.
Los gobiernos árabes sienten alivio
Heba
Saleh, corresponsal de la BBC de Londres en El Cairo, Egipto, comentó
que quizá los gobiernos árabes se sientan un poco aliviados,
porque con el fin de los bombardeos tal vez disminuirían las escenas
transmitidas por las televisoras locales desde los ensangrentados pasillos
de los hospitales durante los 21 días de infierno en las ciudades
iraquíes. La creciente ira de la opinión pública se
estaba transformando en una presión insostenible para estos dirigentes.
Pero el símbolo de la bandera estadunidense en la cara de Hussein
tuvo otra lectura en esas latitudes del mundo: "Vimos ante nuestros ojos
cómo Estados Unidos se tragó literalmente a una nación
hermana", comentó un abogado egipcio.
Las réplicas de esta sacudida se seguirán
sintiendo por mucho tiempo, transformadas en un acendrado sentimiento antiestadunidense
en la región. Por lo pronto, es evidente cómo en muchos segmentos
de la opinión pública árabe Estados Unidos no cuenta
ni siquiera con el beneficio de la duda cuando sus voceros hablan de que
todo es, en suma, por la democracia.
Salvo en Kuwait, nación en la que el odio a Saddam
Hussein supera cualquier otro tipo de sentimiento colectivo. Ahí
las celebraciones por la caída del tirano iraquí fueron,
quizá, más auténticas que en su martirizado país.
Criticados en el resto de las naciones de la región por "entreguistas
y lacayos de los aliados angloestadunidenses", por fin los kuwaitíes
se sintieron reivindicados en su posición pro invasión. Con
humor, un ciudadano de esa nación se quejaba: "Voy a extrañar
al ministro de Información. Me encantaban sus mentiras".
En contraste, la corresponsal de la televisora británica
en Ammán, Caroline Hawley, describía la escena en un café
frecuentado por exiliados iraquíes en Jordania. Un hombre miraba
junto a ella la escena del niño que daba zapatazos a la cabeza de
la estatua execrada del ex hombre fuerte de Irak y las lágrimas
rodaban de sus ojos. "Dios nos proteja", decía otro hombre. "Se
ha abierto de nuevo la puerta del colonialismo". Ambos parroquianos habían
sido perseguidos por el régimen de Hussein.
A su vez, el reporte de la corresponsal en Teherán,
Miranda Eeles, es sorpendente. Irán, enemigo histórico de
Irak, invadido en los años 80, cerró filas con su antiguo
rival. La televisión estatal no mostró las escenas de las
estatuas derrumbadas. Y si en las calles hubo algún tipo de manifestación,
fue en rechazo a la invasión.
La televisión en Siria, por obvias razones, también
censuró las imágenes celebratorias de la desaparición
del baazismo iraquí. Quienes tienen acceso a Al Jazeera lamentaron
ver en las calles de Bagdad a las tropas estadunidenses, en especial porque
los sirios temen ser los siguientes en la lista del insaciable Donald Rumsfeld,
secretario de Defensa de Estados Unidos.
Lo que los periodistas de la BBC omiten, lo expresa a
su manera el escritor Tahar Ben Jelloun en un artículo de Le
Monde: "para los árabes, Saddam Hussein está a punto
de acceder al estatus de héroe. Y no porque lo sea, sino gracias
a Bush el fundamentalista, a la arrogancia de sus consejeros y, sobre todo,
gracias a la ignorancia americana sobre la identidad cultural de
una sociedad tribal como la iraquí.
"En un país que es un mosaico de tribus, Hussein,
tan villano como sea, es percibido como un padre por sus súbditos.
Y a un padre nunca se le da la espalda", explica Jelloun. "¡Qué
falta de humildad de estos estadunidenses, que desembarcaron con su tecnología
letal creyendo que los iraquíes los van a seguir!"
Pero hubo otras lecturas que seguramente obligarán
a otros tiranos de la región -aquí no abundan las democracias,
Hussein no era el único de su especie- a realizar cambios. El editor
de un periódico de Arabia Saudita, Khaled al Maeena, señaló:
"La caída de Bagdad puede ser para muchas pequeñas tiranías
de la región la brizna que termine por romperles la espina dorsal.
Estos autoasignados guardianes del orgullo árabe tienen que entender
finalmente que es necesario compartir el poder".