Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 12 de abril de 2003
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Librería   
  La Jornada de Oriente
  La Jornada Morelos
  Correo Electrónico
  Búsquedas 
  >

Mundo
GUERRA CONTRA IRAK

El pueblo recién liberado cubre de cenizas su ciudad

Bagdad arde mientras los saqueadores se propasan

"Destruimos nuestro propio futuro", llora una iraquí

ROBERT FISK ENVIADO ESPECIAL THE INDEPENDENT

Bagdad, 11 de abril. Bagdad está ardiendo. Podían contarse 16 columnas de humo alzándose sobre la ciudad la tarde de este viernes. Al principio, sólo era el Ministerio de Comercio. Vi a los saqueadores regar combustible a través de las ventanas destrozadas de la planta baja, y dos segundos después estalló el incendio. Luego podía verse que un puñado de pequeñas oficinas que estaban en un extremo del puente Joumuriya escupían humo negro y sulfuroso. A media tarde me encontraba de pie, fuera del Banco Central, en el que cada ventana ardía como una vela y arrojaba una larga cortina de humo y cenizas que permanecía flotando sobre el Tigris.

A medida que había menos lugares qué robar, los saqueadores empezaron a cansarse, por lo que procedieron a quemar todos los símbolos del poder gubernamental. La historia de Bagdad insiste en que esta es la forma en que debe ejercerse la anarquía. Los estadunidenses hablaron de una "nueva postura", pero nada hicieron. Trasladaron patrullas blindadas hacia el este de la ciudad, al igual que tanques Abrams, Humvees y vehículos de combate Bradley, pero los soldados, cuando mucho, saludaron a los incendiarios.

Encontré a una mujer llorando al lado de su esposo en el viejo mercado árabe. "Estamos destruyendo lo que logramos construir", le decía ella. "Estamos destruyendo nuestro propio futuro." Las llamas se extendían. Por la tarde, el hotel Al Sadeer se quemaba. Un ejército de niños ladrones fue enviado al interior del edificio para robar sábanas, colchones, camas, mesas y hasta el escritorio de la recepción, con todas las llaves de las habitaciones.

Más tarde, el inmenso Ministerio de Industria, una pila de concreto inspirada en el Tercer Reich, arrojaba columnas de humo negro. Todas las calles del centro de la capital estaban cubiertas de papeles, muebles desechados, automóviles destruidos y mercancías de comercios pequeños cuyos propietarios no se molestaron en proteger con nuevas puertas metálicas.

Cuando traté de llegar al viejo hospital Saddam, ubicado frente al Ministerio de Defensa, el fuego de rifles estadunidenses silbaba a través de los árboles, proveniente de un complejo de oficinas administrativas. Según me dijeron dos enfermeras que intentaban huir del edificio, los estadunidenses disparaban contra cualquier vehículo en movimiento porque creían que en la zona estaban escondidos soldados iraquíes. Yo no vi a ninguno.

Finalmente, los bancos también fueron saqueados. Debido a la devaluación del dinar iraquí, que este viernes se cotizaba en 4 mil unidades por dólar, nadie se había molestado en meterse en los bancos. Pero esta mañana vi a una muchedumbre irrumpiendo en el banco Rafidain, cercano a la oficina del gobierno capitalino. A rastras sacaron una enorme caja fuerte y en la calle la abrieron con una barra de acero. Dado el actual valor del dinar, mejor hubieran dejado el efectivo y robado la caja fuerte.

¿Desplazan chiítas a sunitas?

Así, al anochecer, Bagdad estaba convertido en un lugar de tiroteos y humo. Dueños de puestos de mercado salieron a la calle con rifles para proteger sus propiedades, en vista de que los estadunidenses, obviamente, han declinado hacerlo. Dos ladrones resultaron heridos. La muchedumbre irrumpió también en el hospital Kindi. Para cuando pude llegar al complejo que alberga este sanatorio -en el que hace sólo cinco días se estaba tratando de salvar la vida de los más graves- había hombres armados haciendo guardia en la entrada. La mayoría de éstos llevaban batas azules de médico, pero no me pareció que lo fueran. Más bien semejaban chiítas musulmanes, y esto me llevó de inmediato a hacerme preguntas. ¿Será que la población chiíta de Bagdad está tratando de desplazar a los sunitas, al pretender proteger las instituciones capitalinas? Aunque en el hospital Kindi le ordenaban a los periodistas que se marcharan, logré entrar brevemente en la sala de urgencias. Ahí pude ver a un clérigo chiíta musulmán, quien estudió en el sur de Líbano y aleccionaba a los pistoleros en que era necesario restaurar el orden en la ciudad. Claro que es trabajo de los estadunidenses, pero ellos no lo están haciendo.

Después de que fueron destruidas las embajadas de Alemania y Eslovaquia, así como las de Unicef, le llegó el turno de ser saqueado al Centro Cultural Francés. Hablé brevemente con un marine estadunidense sobre este acto de anarquía y me prometió que se lo mencionaría a su coronel. Más tarde lo volví a ver. Me dijo que había visto al coronel, pero que no tuvo tiempo de mencionarle los saqueos y los incendios.

Hace apenas una semana, el humo de las hogueras de petróleo oscurecía toda la capital. Ahora es el pueblo iraquí recién "liberado" el que está cubriendo de cenizas su ciudad.

© The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año