REPUBLICA DE PANTALLA
Jenaro Villamil
Operación Testigos bombardeados
Washington contra la prensa
La ''puesta en escena'' de la liberación de
Irak
A PARTIR DE ahora, la "guerra preventiva" también
incluye a la prensa y el derecho a la información. Ya no son sólo
los ''estados terroristas'' los objetivos del fundamentalismo estadunidense.
Cada vez que George W. Bush califique de "tontas" las preguntas de los
reporteros que le piden cuentas sobre la invasión a Irak, uno puede
esperar que el siguiente paso será despedir a corresponsales de
las cadenas televisivas, como el veterano Peter Arnett, y que le apretarán
las tuercas a los grandes medios estadunidenses. Cada vez que Colin Powell
criminalice a las televisoras árabes, en especial a Al Jazeera,
por difundir imágenes incómodas, como la de sus soldados
presos o muertos, así como reportes que desmientan los triunfos
militares angloestadunidenses, se puede esperar que destruyan su centro
de transmisión y maten a alguno de sus trabajadores. Y cuando los
reporteros se rebelen ante el comando central en Doha, es casi seguro que
el general Tommy Franks y su lugarteniente Vincent Brooks darán
la orden de bombardear y, si se puede, aniquilar a todo aquel camarógrafo,
fotógrafo o reportero que intente dar el testimonio periodístico
de la masacre que ocurre ahora en la Bagdad liberada.
LAS
SEÑALES Y los símbolos son abyectamente nítidos. El
hotel Palestina, que en el nombre lleva el recuerdo de la ignominia histórica
que Estados Unidos e Israel han prolongado durante décadas en Medio
Oriente, fue bombardeado a la vista de todos los reporteros occidentales
que ahí se alojan, incluyendo a los enviados de Televisa, que se
salvaron de manera fortuita. El periodista Robert Fisk -que no debe estar
lejos del fuego amigo y ha descrito como pocos la intensidad del
ataque contra civiles apilados en hospitales iraquíes- lo subrayó
así en su crónica del 8 de abril: para el secretario británico
de la Oficina del Exterior, David Blankett, los reporteros están
trabajando "en la línea enemiga" (La Jornada, 9/IV/2003,
p. 7). La cadena francesa Telefrance 3 mostró claramente cuando
el tanque estadunidense, apostado en una margen del río Tigris,
giró 300 metros, apuntó sobre el piso 16 del hotel Palestina
y disparó al sitio donde estaban, entre otros, Taras Protsyuk, de
la agencia Reuters, y el español José Couso, de Telecinco,
el segundo reportero español que muere en menos de 48 horas, después
de Julio Anguita Parrado, del periódico El Mundo. En sus
tímidos reportes sobre este ataque a la prensa, CNN reprodujo las
palabras del vocero de Telecinco, al informar el retiro de sus corresponsales
en Bagdad: ''las cámaras de video no disparan. Simplemente registran
lo que sucede''. También la BBC minimizó el ataque, a pesar
de que en esta guerra dos de sus trabajadores han sido alcanzados por el
fuego: Kamaran Muhammed, traductor kurdo que murió el 6 de abril,
y John Simpson, editor de noticias internacionales, herido el mismo día.
LA OPERACION TESTIGOS bombardeados no es resultado
de una casualidad, sino del peculiar "control de daños" que Estados
Unidos pretende realizar en esta nueva fase de la guerra. Mientras plácidamente
toca el piano, Condoleezza Rice le puede sugerir a George W. Bush, que
se atraganta con sus galletas Pretzler: "Georgie, si dinamitamos
la ONU, humillamos a nuestros aliados y balcanizamos el mundo árabe,
¿por qué no vamos a darle una lección a estos incómodos
periodistas que no nos dejan hacer nuestro trabajo?". Y Donald Rumsfeld,
que no conoce de metáforas, completará: "¡claro! Aniquilemos
a algunos para que todos salgan despavoridos de Bagdad!". El mercader Richard
Cheney (tan oculto en estos días) seguramente sugerirá: "Bueno,
podemos destruir Al Jazeera y a la televisión iraquí, e invitamos
después a Ted Turner (CNN) y a Rupert Murdoch (Fox News) y a la
General Electric (NBC) para que mediante convenientes contratos con Halliburton
reconstruyan las estaciones televisivas del mundo árabe y le ordenamos
a Qatar que acabe de una vez por todas con el jueguito de Al Jazeera. Estas
tres grandes cadenas pueden fundar la estación Libertad Amordazada",
que se inauguró apenas ayer.
Liberación escenográfica y televisada
AL DIA SIGUIENTE de la eliminación de los "ojos
incómodos", la televisión global difundió las imágenes
que desde el principio Washington quería: el derrumbe de una enorme
efigie de 10 metros de Saddam Hussein, en pleno centro de Bagdad, previamente
cubierta por una bandera estadunidense. Los comentaristas de la televisión
estadunidense decían que "centenares de iraquíes" gritaban
jubilosos frente a la caída del símbolo. Y el jueves 10 de
abril, después de la intoxicación mediática sobre
la liberación de Bagdad, los aliados angloestadunidenses
inauguraron la etapa de la guerra de comunicaciones, al estrenar una nueva
cadena de televisión, con mensajes de George W. Bush y Tony Blair.
La estrategia es clara: como en toda invasión y colonización,
el "control de las mentes" comienza ahora con una cadena televisiva a modo.
Sólo se les olvidó un detalle: los iraquíes no escucharon
los mensajes de sus nuevos amos, porque la mayoría del país
se encuentra sin energía eléctrica.
EN LAS ACTUALES circunstancias, la mayoría de los
habitantes de Bagdad se encuentran guarecidos, algunos aprovechan el caos
para saquear edificios y mercados de la capital iraquí y el Grupo
Internacional de Defensa de la Salud del Colegio Universitario de Londres
calcula que en los próximos días morirán entre 50
mil y 250 mil iraquíes a consecuencia de los bombardeos, la hambruna
y la falta de agua en ciudades como Basora y Bagdad, provocados por la
liberación angloestadunidense.
DONALD RUMSFELD SE adelantó, efusivo, a comentar
las imágenes prefabricadas, a las que calificó de ''asombrosas"
y las comparó con las de la caída del muro de Berlín
y con las de la muerte del dictador rumano Nicolae Ceaucescu. Paradójicamente,
mientras Rumsfeld cantaba victoria, el secretario general de la ONU, Koffi
Annan, afirmaba que es demasiado pronto para saber quién tiene el
control de Irak, y el vicepresidente Richard Cheney confirmaba que el norte
de Irak aún es controlado por el régimen de Saddam Hussein.
LA PUESTA EN escena de la "euforia liberadora'' está
orientada a tranquilizar a la ''mayoría silenciosa'' y conservadora
de Estados Unidos, para contener el crecimiento de una opinión pública
que desde el ataque contra los periodistas se ha vuelto más virulenta.
Tan sólo las organizaciones Reporteros Sin Fronteras y el Comité
para la Protección de Periodistas, ambas con sede en Estados Unidos,
y la Federación Internacional de Periodistas, en Bruselas, calificaron
de ''crimen de lesa humanidad'' el bombardeo contra periodistas
y demandaron al Pentágono una pronta investigación. El gobierno
estadunidense y las principales cadenas televisivas, amalgamados en un
discurso de patriotismo exacerbado, han minimizado el ataque al hotel Palestina
y a la cadena Al Jazeera, y sobredimensionado las escenas del "derrumbe
de la estatua" de Hussein. ¿Qué dirán cuando vuelva
a aparecer un video de Hussein, como sucedió con Osama Bin Laden,
o cuando los ataques suicidas vuelvan a aparecer en el escenario de las
buenas conciencias bélicas?
El incremento de la lectura
A TRES SEMANAS de esta guerra con tintes de neocolonialismo,
el incremento de la lectura de medios informativos se ha convertido en
una de las formas de resistencia civilizatoria ante la suma de mentiras
y de propaganda que nos ha recetado la televisión globalizada. Quizá
constituya el aprendizaje más profundo de esta operación
infame: la necesidad de conocer, saber y participar en la discusión
que se ha dado, privilegiadamente, en los medios impresos.
EN ESPAÑA, INFORMES de los propios editores de
periódicos revelan que el lector constante de periódicos
incrementó de 2 hasta 5 horas su nivel de consulta diaria. En el
caso mexicano, las cifras no son tan alentadoras, en términos cuantitativos.
Según distintos reportes de la Unión de Voceadores de la
ciudad de México, la circulación de los periódicos
se incrementó entre 5 y 10 por ciento. Otros calculan que sólo
subió 2 por ciento. Sin embargo, lo que sí es significativo
es el interés y la necesidad de encontrar en los medios impresos
una historia distinta a la que los medios electrónicos han querido
construir.
POR LO PRONTO, en medio de la catástrofe bélica,
en algunas escuelas de la ciudad de México, como en el CCH Sur,
se crearon nuevos medios impresos, como el diario Lisístrata,
que se distribuye diariamente entre 3 mil estudiantes de bachillerato y
que reproduce muchos materiales publicados en La Jornada y en sitios
de Internet. Quizá la lección más importante es el
surgimiento de esta nueva opinión pública que retorna a la
lectura y al debate como necesidad vital y humana frente al asesinato en
vivo y en directo de las pantallas.