Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 8 de abril de 2003
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Mundo
Los palestinos de un barrio atacado hallan nexo entre Bush y Sharon en esta invasión

Los últimos días de la capital iraquí, salpicados de presagios negativos

ROBERT FISK ENVIADO ESPECIAL, THE INDEPENDENT

Bagdad, 7 de abril. Los últimos días de Bagdad. Los últimos días de Saddam. Allá en la década de 1950, Hollywood producía películas en las que cada escena histórica era seguida por la súbita aparición de un periódico ficticio que llevaba un encabezado apropiado. Las imágenes de los marines desembarcando en el Pacífico venían seguidas por el encabezado "De vuelta en Bataán" o "MacArthur regresa". Al ver por primera vez a los marines la mañana de este lunes, saltando de sus vehículos de transporte y tirándose pecho a tierra en el polvo -y a los soldados iraquíes correr para ponerse a salvo- surgieron en mi mente ideas para nuevos encabezados: "Por las aguas de Babilonia" podría aplicarse a los iraquíes, pero la localización geográfica fallaría por 100 kilómetros.

military_break_froY resulta fácil, en lo que cada vez más iraquíes consideran "los últimos días", entender la cruel belleza intelectual del colapso. Está ese oficial iraquí a quien tengo años de conocer y que siempre había apoyado con entusiasmo la línea del partido Baaz, pero que hoy insinuó sorpresivamente que "acontecimientos negativos" podrían ocurrir pronto en Bagdad.

Luego está ese extraordinario que muestra a Saddam Hussein abrazando a los milicianos en las calles de la capital el viernes pasado, de manera no muy diferente a cierto gobernante europeo que hace una caricia en la mejilla a un pequeño miembro del Volksturm en su última foto conocida. Inútil es decir que los propagandistas negros del Pentágono dieron inicio a la orquesta acostumbrada: era el doble de Saddam, fue filmado hace semanas... Pero era real. He encontrado a dos iraquíes que vieron a Saddam el viernes con sus propios ojos, con todo y lunar en el lado izquierdo de la cara, y los distritos que visitó eran fácilmente identificables.

Para los lectores que conocen la ciudad, Saddam desfiló por Adamiya, Sarafiyeh, Al-awi, Mansour, y luego los distritos de Haifa e Iskan.

Ese conocido déspota europeo a quien me referí hace un momento pasó sus últimas horas pidiendo noticias de la división de rescate del Wehrmacht de Wenck. Saddam es más literario. A diario ha enviado mensajes al pueblo. En el último se disculpó por hacer de Bagdad la piedra angular de la defensa iraquí, señalando que lo había hecho sólo porque es el "corazón sagrado" de la nación, y no, claro, porque casualmente él se encontrara aquí.

En una perorata mucho más divertida, notable por su profundo sentido del cinismo, Saddam dio en escribir una larga carta a Jalai Talabani, el líder kurdo que coopera hoy con los enemigos estadunidenses de su régimen. "Por largo tiempo hemos estado observando este llamado reacercamiento entre tú y Estados Unidos, el sionismo y otros", escribió Saddam en esa carta, publicada cuatro días después, cuando el ejército estadunidense estaba a las puertas de Bagdad.

"Me decía apenas el otro día que este Talal -bien conocido por sus maniobras y tácticas políticas- cree que le conviene hacer estas cosas. Es tan familiar para nosotros, conocemos tan bien su personalidad (...), pero es mi deber, dictado por mis principios, advertirte que seguir por ese camino, ayudando a las fuerzas estadunidenses a abrir un frente en el norte iraquí y reducir así sus bajas, sólo te conducirá a la catástrofe..."

Tengo que consignar, sin embargo, que Saddam no es el único en revelar un negro sentido del humor en estas horas críticas. El periódico Al-Qadissiyah, en la que probablemente será una de sus últimas ediciones, publicó una nota fechada en Najaf según la cual la difunta Um Alí, anciana de esa ciudad, iba en carroza fúnebre al cementerio de la ciudad cuando un ataque aéreo estadunidense le dio al vehículo.

Con un amarillismo digno de cualquier tabloide británico, el ingenioso editor le puso a la nota el encabezado "Um Alí, dos veces mártir".

Los días recientes también han presenciado la batalla de los ayatolas, mientras el Pentágono y el gobierno iraquí se esfuerzan por interpretar y reinterpretar a los grandes santones de esta tierra, es decir, los que han sobrevivido a misteriosos asesinatos, ahorcamientos y accidentes automovilísticos en los dos decenios pasados.

Por ejemplo, primero Estados Unidos afirmó que el ayatola al-Osmar Alí Asistan había llamado a su grey chiíta a no combatir a las tropas de ocupación. Ahora el buen ayatola sostiene que se le citó en forma incorrecta. Jamás llamó a sus feligreses a colaborar; al contrario, quiere que luchen contra Occidente. O al menos eso es lo que dicen las últimas ediciones de la prensa de Bagdad.

basra_residents_thrAhora el jeque Abdul Karim Mohamed Biara al-Mudaress ha emitido una fatwa (dictamen) que pone énfasis en la importancia del martirio iraquí en la batalla contra los estadunidenses. Mucho más que unos cuantos párrafos en los periódicos del gobierno, Al-Mudaress ha sido recompensado con un folleto en papel brillante que contiene el texto íntegro de su opinión jurídica, junto con una fotografía a colores del experto en jurisprudencia islámica, barbado y de lentes, con todo y su firma autógrafa.

Con todo, otro prelado chiíta iraquí, Sabed Hussein Sayed Ismael al-Sadr, ha exigido que los verdaderos creyentes combatan a los "demonios, criminales, sionistas y cruzados". Puesto que Saddam ha desarrollado el hábito de deshacerse de clérigos entrometidos, el folleto sugiere que Al-Mudaress y Al-Sadr no tienen nada que temer del líder supremo... mientras viva.

Entre tanto, los palestinos -que han enfatizado con razón la íntima conexión entre la invasión estadunidense de Irak y el despojo que Ariel Sharon hace de su pueblo en Cisjordania y en Gaza- finalmente han encontrado una conexión física entre ambos. Hace apenas tres días, un avión estadunidense complació a los israelíes dejando caer una carga de bombas de fragmentación en el pequeño suburbio bagdadí de Al-Baladia, donde viven 10 mil civiles palestinos, casi todos sobrevivientes o descendientes de los que huyeron de Palestina en 1948.

Por supuesto, cuando llegué a sus chozas tambaleantes este fin de semana, encontré los restos usuales de armas estadunidenses, entre ellos muchos trozos de metal aún con municiones enteras en techos, balcones y patios, con tubitos negros sujetos con cintas; mujeres vestidas con las tradicionales ropas palestinas mantenían a distancia a los niños, y un hombre de mediana edad mostraba una chamarra de la cual goteaba sangre. El dueño de la prenda estaba buscando a sus niños cuando las bombas cayeron en cascada sobre Al-Baladia. Era la historia de siempre: no, no era un blanco militar; no, no había camiones del ejército en la parte trasera de las calles.

Había, en cambio, algunos depósitos militares de gasolina enterrados en un campo polvoriento a unos 400 metros de allí, y una bomba había estallado en el camino principal, entre los vehículos y al-Baladia.

Claro, fueron los palestinos quienes pagaron el precio y no pasaron mucho tiempo en captar el mensaje. "Sharon mata a nuestra gente en Palestina y George W. Bush trata de ayudarlo matándonos aquí", dijo Taheir al-Mahdi Ijzim. Su familia llegó de Haifa hace 55 años. "¿Cree usted que no sabemos lo que esto significa? Siete de los nuestros fueron heridos aquí por los estadunidenses exactamente en la misma forma en los israelíes matan y hieren a los nuestros en Palestina. Gracias, señor Bush. Ya entendimos."

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya

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