La fiesta de Escalón
Dulce lidia de toros en Estados Unidos
LUMBRERA CHICO
Mientras el mundo contempla con asco al gobierno de Estados Unidos, la esperanza de la humanidad reside en que el pueblo de ese país se subleve contra él y lo juzgue por sus crímenes y lo siente en la silla eléctrica. Pero tan cerca de nosotros por los hábitos de consumo que nos ha impuesto y a la vez tan lejos por todo lo que desconocemos de sus particularidades culturales, la gran nación de George Washington, aunque usted no lo crea, también rinde culto a la fiesta brava.
En un pequeño poblado de California, llamado Escalón, hace muchos años existe una empeñosa comunidad formada por emigrantes portugueses que, fiel a sus tradiciones originales, cría caballos de rejoneo y toros de lidia que son corridos a la usanza lusitana, es decir, en forma incruenta, pero con un añadido especial: tampoco son heridos en el morrillo y por tanto nunca derraman una sola gota de sangre en el ruedo.
Para ello, cuenta el ex forcado sinaloense Diego Becerra, "a los bureles se les coloca una franja de velcron o tela mágica sobre la cruz, y los arponcillos de las banderillas y los rejones son de plástico para que se adhieran con facilidad. Esto permite el lucimiento de los caballistas, que a lo largo de la faena se enfrentan con un animal en pleno dominio de su fuerza".
El problema, agrega el valiente Becerra, viene después, cuando entran en acción los forcados. En todos los cosos del planeta taurino, como el lector bien lo sabe, estas temerarias escuadras realizan su pega cuando la res ha sido castigada por los garapullos de acero, a resultas de los cuales pierde sangre y energía, especialmente en los músculos del cuello. Pero en Escalón no es así.
Diego Becerra dice que nunca olvidará la última vez que estuvo en aquella localidad californiana. "Llegué al final de la fiesta y mis amigos me preguntaron si quería hacer una pega. Les dije por supuesto que sí. En la arena estaba un novillo de 350 kilos, muy bonito, muy alto de agujas y muy bravo. Para ponerle más sabor al caldo, me lanzaron un reto. ƑMe animaba a hacer la pega yo solo? Tragué saliva y pasé aceite, pero volví a decirles que sí. La gente me aplaudió mucho cuando salí al tercio y comencé a caminarle al novillo para fijarlo. Se me dejó venir y en el primer intento me puso una chinga... Pero en el segundo lo agarré como Dios manda y me zarandeó hasta cansarse. Por fortuna lo aguanté y en premio aquella noche me hicieron un asado de poca madre y estuvimos celebrando hasta el amanecer."
Para salvaguardar la integridad física de sus adversarios, los toros de Escalón saltan al redondel debidamente embolados, lo que no disminuye su fuerza bruta. No deja de admirar que en un país como Estados Unidos, donde los animalistas cuentan con enorme autoridad moral, subsista un vigoroso culto a la violencia contra el ser humano. En cambio, sociedades como la española o la mexicana, que veneran las fiestas de toros y rinden tributo a la sangre de los hombres y las bestias que luchan cuerpo a cuerpo en la arena, están dando una lección de dignidad al pronunciarse tajantemente contra la monstruosa carnicería de Bush.