ENTREVISTA/EGBERTO
GISMONTI, ARTIFICE DE LA ACTUAL EXPRESION SONORA BRASILEÑA
Lo que valoro de mi vida musical es la oportunidad
OFRECERA DOS CONCIERTOS EN EL TEATRO DE LA CIUDAD
A muchas personas les gusta el término música
clásica, pero Gismonti prefiere utilizar el de música cultural,
pues es lo mismo -considera- que aludir a las civilizaciones musicales
que llegaron de Africa y se mezclaron culturalmente con los indios de Brasil
PABLO ESPINOSA
El maestro Egberto Gismonti (Carmo, Brasil, 1947) es uno
de esos artistas cuya leyenda, valía y trascendencia corresponden
al aserto de Lezama Lima: ¡ah, tú que escapas en el momento
de tu mejor definición!
Al igual que Astor Piazzolla, Keith Jarrett, Wim Mertens,
John Zorn o Meredith Monk, para mencionar apenas un puñado, Gismonti
es ubicado en las tiendas de discos y en el imaginario de la gente en el
territorio ''jazz". En todos estos casos el genio de estos músicos
supera las categorías.
Del piano a la guitarra
Egberto Gismonti es una de las figuras del Festival del
Centro Histórico. Ofrece dos conciertos, esta noche y la de mañana,
en el Teatro de la Ciudad. Antes de abordar el avión, en Río
de Janeiro, concedió, vía telefónica, esta entrevista
a La Jornada:
-¿Cómo arma usted su sistema de vasos comunicantes
para expresar sus ideas con dos instrumentos de cuerda tan distintos como
el piano y la guitarra?
-La respuesta amerita recurrir a mis orígenes musicales.
Mi primera formación fue la de pianista de concierto. Al final de
mis estudios decidí incursionar en la guitarra y, como vivía
en un pueblo muy pequeño, no contaba con un maestro de ese instrumento,
así que decidí simplemente transferir mis conocimientos de
pianista para ser, además, guitarrista. Eso explica por qué
utilizo guitarras de ocho y hasta 12 cuerdas, pues es obvio que necesito
tener esa extensión de notas propia del piano, de las que carece
una guitarra tradicional de seis cuerdas. Sin embargo, fue después
de que logré un sonido propio, es decir, expresar ideas, cuando
me percaté de la gran influencia pianística de mi concertismo
en guitarra. Entonces decidí invertir el procedimiento: indagar
cuánta influencia guitarrística tenía de mi concertismo
en piano.
''Puedo resumir el resultado así. Recurro a dos
voces: la que produce mi mano izquierda es una y la otra es el sonido que
nace de mi mano derecha en el teclado, que desembocan en efectos polifónicos
provenientes de orígenes de vario linaje: sonidos guitarrísticos,
sabores brasileños, instrumentos de naturaleza inclusive opuesta.
Porque, en efecto, utilizo el piano y la guitarra como opuestos para lograr
resultados, de la misma manera que pongo juntos a un sax tenor con un sax
soprano. Es el mismo procedimiento de vasos comunicantes que explican mi
vida musical: me nutro al mismo tiempo de la música de concierto
y de la música popular brasileña. Eso explica mi modo de
hacer música, mi sonido, mi intervención por igual con orquestas
sinfónicas que con músicos de orígenes diversos.''
Falta de feeling
-Ya
que menciona usted el instrumento sinfónico, Frank Zappa tuvo dificultades
para hallar una orquesta propicia para sus partituras y finalmente la encontró,
al igual que halló directores tan notables como Pierre Boulez, Kent
Nagano y el mismísimo Ensamble Modern. ¿Cómo se las
ha arreglado usted con este tipo de obstáculos técnicos e
ideológicos?
-La música brasileña, especialmente la que
escribió Villa-Lobos, quien es el máximo compositor que tenemos
en Brasil, así como todos los ritmos brasileños, resultan
difíciles en extremo para aquellos músicos limitados a una
formación clásica, lo cual los vuelve limitados en general.
Es cierto, en lo ideológico ese tipo de músico parece olvidar
que la barrera entre lo culto y lo popular se rompió hace muchos
años.
''Muchas personas gustan decir música clásica.
Yo prefiero el término música cultural, que es lo mismo que
decir música rítmica, que es lo mismo que referirnos a las
civilizaciones musicales que llegaron de Africa y se mezclaron culturalmente
con los indios de Brasil. Esto lo digo para responderle que mi dificultad
no radica tanto en encontrar orquestas que quieran tocar mi música,
sino que el problema radica -inclusive me ha pasado con orquestas brasileñas-
en que muchas veces los músicos no tienen el feeling adecuado,
el tempo, el ritmo, el compromiso que se requiere con la música
cultural brasileña, que eso es lo que hago yo: música cultural
brasileña. Y no estoy hablando de dificultades técnicas musicales,
sino de sentimientos musicales fidedignos.
''Pero, en realidad, se trata de un problema que atañe
a la naturaleza misma de la creación musical: pueden existir músicos
de orquesta extraordinarios pero que tienen serios problemas cuando se
les pide un arte improvisatorio. También hay grandes maestros de
la improvisación jazzística, que pudieran tener problemas
de otra índole, que sin embargo no los demeritan. Hablemos de músicos
increíbles con los que he hecho mi música: Herbie Hancock,
John MacLaughlin, Charlie Haden. Me sucede con ellos algo tan bonito y
divertido como esto: la única manera que hemos encontrado de trabajar
juntos bien es que lo hagamos así; en mi caso sin pensar que estoy
tocando jazz y en el de ellos sin pensar que están tocando música
brasileña. Nos decimos: hagamos juntas dos músicas distintas
para crear una tercera, y la que nace es hija del jazz y de la música
brasileña y todo arreglado, siempre y cuando cumplamos esto: yo
asumo que no he llegado todavía a ser un buen músico de jazz
y ellos asumen que no han llegado todavía a ser buenos músicos
brasileños.
''Eso es normal, por fortuna, es la comprobación
de que estamos vivos, de que la diversidad es buena, de que todos somos
diferentes, de que la posibilidad de ser feliz está en ser diferente.
Cada quien tiene su propia personalidad, pensamiento, sus propias ideas.
Eso es bello.''
Experimentación de 32 años
-Astor Piazzolla desarrolló ideas propias como
alumno de Nadia Boulanger, al igual que lo hizo usted. Ambos, como discípulos
de la misma maestra, uniendo la cultura musical europea con la de sus respectivos
países, Argentina y Brasil. ¿Reconoce usted una arquitectura
semejante con distintos acabados?
-Preferiría decir que aún estoy en el proceso
de encontrar la manera correcta de describir mi música, a diferencia
de lo que Piazzolla sí logró. El definía: yo hago
la música de Buenos Aires de hoy. Yo todavía no puedo explicar
mi música en términos tan categóricos. Empecé
a trabajar hace 32 años y en este tiempo he tenido la oportunidad
de experimentar y de producir sonidos. He grabado 56 discos diferentes
y una cincuentena de partituras para escena. Lo que valoro es la oportunidad
en cada uno de estos trabajos de intentar, indagar, experimentar. Lo más
reciente que he emprendido, en esta suma de oportunidades que agradezco
a la vida, es una experimentación sonora constante desde hace cuatro
años con el instrumento llamado orquesta de cuerdas para expresar
la verdadera música brasileña, pero con esto no quiero decir
que yo la erija como la única y total, digo verdadera en el sentido
de musicalmente correcta, comprometida, respetuosa de las personas.
-Una de sus colaboraciones más estrechas es la
que mantiene con Gilberto Gil, flamante ministro de Cultura en el gobierno
de Lula. ¿Cómo es ahora esa cooperación?
-Como miembro del Partido de los Trabajadores, con Lula,
puedo decir que soy parte del proyecto y que me siento muy orgulloso de
involucrarme en las expectativas positivas de un país tan complejo
como Brasil.
-Por último, compártanos la felicidad de
hacer música Em familia, como tituló usted su concierto
para México.
-Lo comparto mucho, porque la mayor felicidad de un padre
es ver felices a sus hijos. Bianca, Alexander y yo tenemos ya unos cuatro
años haciendo música juntos en escena.
''De todos los grupos diferentes que he tenido a lo largo
de los años, puedo decir que éste es el mejor de todos porque
no estoy haciendo música con amigos, sino con mis hijos. Y eso es
algo muy difícil de poner en palabras. Lo único que he encontrado
para compartirlo es el milagro de los sueños.
''Cuando durante un concierto abro los ojos y veo que
son mis hijos los que están sonando conmigo, juntos, veo que eso
no es otra cosa sino un sueño. Es la primera vez, además,
que experimento el sonido con dos pianos de concierto en escena y una guitarra;
eso también es un sueño, que mucho deseo que el público
de México pueda disfrutar, es decir, que pueda soñarlo junto
a nosotros.''