Comenzó el miércoles festival
de este deporte en el Museo Universitario del Chopo
La empresa Triple A llevó al travestismo y a
la decadencia a la lucha libre: Rafael Olivera
La televisión la convirtió en una burda
copia de lo estadunidense, lamenta el periodista
GABRIEL LEON ZARAGOZA ESPECIAL
Con la participación de un elenco de luchadores
mexicanos, la noche del miércoles inició el Festival de Lucha
Libre en el Museo Universitario del Chopo que, como parte de la edición
19 del Festival de México en el Centro Histórico, hasta el
primero de abril proyectará cintas del tema, ofrecerá conferencias
y exhibición de contiendas, en un cuadrilátero montado ex
profeso, entre gladiadores de renombre.
Con la ausencia notable del "mil máscaras de la
literatura mexicana", Carlos Monsiváis, el periodista deportivo
y especialista en el arte del pancracio Rafael Olivera inició la
exposición de la mesa Evolución de la lucha libre mexicana,
un panorama actual, donde también participaron el comentarista
enmascarado Testigo y el especialista Orlando Jiménez.
Con
la experiencia de 50 años de comentar la lucha libre mexicana, Olivera
expuso que este espectáculo mexicano inició formalmente en
1933 con la apertura de la Arena Coliseo y de entonces a la fecha ha pasado
por cinco etapas, la última de ellas bajo el control de la empresa
Triple A, quien llevó a la lucha libre a la "decadencia" y el "travestismo"
debido a la intervención de la televisión (Televisa) que
despojó de su esencia al deporte-espectáculo y que lo convirtió
en "una función de payasadas", llena de edecanes. Una "burda" copia
de lo estadunidense.
¿Cuál ha sido su evolución?, se autopregunta
y corrige: "¿Cuál ha sido su destrucción? La lucha
libre de antaño era una guerra entre dos gladiadores que trepaban
al ring con sed de obtener la victoria, dentro de ciertas reglas
que, sin estar escritas, eran transmitidas por los maestros y que trataban
de aplicarlas para no ser descalificados". Fue, dice, la Edad Primera,
la de los famosos mano a mano, y que se están extinguiendo.
Dirigidos por el entrenador y réferi Gonzalo Avendaño,
un puñado de gladiadores ofreció el espectáculo en
los años 30 por las plazas aledañas al Distrito Federal.
En esta etapa se encuentran los mexicanos Firpo Segura, Charro Aguayo,
Luis Núñez, Dientes Hernández, Puma Valderrama
y Tarzán López, así como los extranjeros Skarda,
Conde Varga y Chino Chiu.
En la década de los 40, precisa, inició
la segunda etapa con la consolidación del espectáculo y la
rentabilidad del mismo. Entre los luchadores destacaron Tarzán
López, quien le arrebató la corona mundial a Octavio Gaona
y se ostentó en el trono por más de 10 años. Este
personaje le dio el toque de emoción y la apertura del team match
de dos contra dos, en relevos sencillos y en batallas de tres a cinco caídas
sin límite de tiempo.
Surgieron también los relevos australianos de tres
contra tres y dentro del encordado se asignó un capitán por
cada bando, rudos y técnicos.
En esta etapa "el patito feo" del deporte empezó
a pintar sus plumas de belleza con el surgimiento de ídolos como
Rito Romero, El Santo, Gori Guerrero, Blue Demon y
Huracán Ramírez, quienes desplazan a los de la vieja
guardia.
En los albores de los años 50 iniciaron las transmisiones
de las luchas y ello dio comienzo a la tercera etapa o la de oro del pancracio.
Televicentro invadió el mercado con el Médico Asesino,
Tonina Jakcson, Carnicero Butcher y Enrique Llanes, y fue cuando
Black Shadow perdió su capucha a manos de El Santo.
"Es en esta edad cuando me doy cuenta que la prensa siempre
ha sido miserable con la lucha libre, pues a pesar de que mete más
gente a las arenas, hablan poco de ella y le dan preferencia al box", se
quejó.
Cuando el deporte dormía en sus laureles en los
años 80, el gladiador Aníbal encabezó a un
grupo de "alzados" que se refugió en el Toreo de Cuatro Caminos
e iniciaron la cuarta etapa: la de los independientes. La Empresa Mexicana
de Lucha Libre (EMLL) también sufrió una escisión,
que se subsanó tras la muerte de quien la protagonizó: el
señor Flores.
Posteriormente, a principios de los 90, "muere íntegramente"
la lucha libre tradicional, y flamea, "en toda su potencia y flexibilidad
la que usa máscaras de dos pisos, miniluchadores, grupos de pandillas,
réferis unilaterales, locutores rudos y técnicos, promotores
luchadores y copias absurdas de las luchas estadunidenses, así como
los luchadores clones".