Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 21 de marzo de 2003
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Espectáculos
Comenzó el miércoles festival de este deporte en el Museo Universitario del Chopo

La empresa Triple A llevó al travestismo y a la decadencia a la lucha libre: Rafael Olivera

La televisión la convirtió en una burda copia de lo estadunidense, lamenta el periodista

GABRIEL LEON ZARAGOZA ESPECIAL

Con la participación de un elenco de luchadores mexicanos, la noche del miércoles inició el Festival de Lucha Libre en el Museo Universitario del Chopo que, como parte de la edición 19 del Festival de México en el Centro Histórico, hasta el primero de abril proyectará cintas del tema, ofrecerá conferencias y exhibición de contiendas, en un cuadrilátero montado ex profeso, entre gladiadores de renombre.

Con la ausencia notable del "mil máscaras de la literatura mexicana", Carlos Monsiváis, el periodista deportivo y especialista en el arte del pancracio Rafael Olivera inició la exposición de la mesa Evolución de la lucha libre mexicana, un panorama actual, donde también participaron el comentarista enmascarado Testigo y el especialista Orlando Jiménez.

Con la experiencia de 50 años de comentar la lucha libre mexicana, Olivera expuso que este espectáculo mexicano inició formalmente en 1933 con la apertura de la Arena Coliseo y de entonces a la fecha ha pasado por cinco etapas, la última de ellas bajo el control de la empresa Triple A, quien llevó a la lucha libre a la "decadencia" y el "travestismo" debido a la intervención de la televisión (Televisa) que despojó de su esencia al deporte-espectáculo y que lo convirtió en "una función de payasadas", llena de edecanes. Una "burda" copia de lo estadunidense.

¿Cuál ha sido su evolución?, se autopregunta y corrige: "¿Cuál ha sido su destrucción? La lucha libre de antaño era una guerra entre dos gladiadores que trepaban al ring con sed de obtener la victoria, dentro de ciertas reglas que, sin estar escritas, eran transmitidas por los maestros y que trataban de aplicarlas para no ser descalificados". Fue, dice, la Edad Primera, la de los famosos mano a mano, y que se están extinguiendo.

Dirigidos por el entrenador y réferi Gonzalo Avendaño, un puñado de gladiadores ofreció el espectáculo en los años 30 por las plazas aledañas al Distrito Federal. En esta etapa se encuentran los mexicanos Firpo Segura, Charro Aguayo, Luis Núñez, Dientes Hernández, Puma Valderrama y Tarzán López, así como los extranjeros Skarda, Conde Varga y Chino Chiu.

En la década de los 40, precisa, inició la segunda etapa con la consolidación del espectáculo y la rentabilidad del mismo. Entre los luchadores destacaron Tarzán López, quien le arrebató la corona mundial a Octavio Gaona y se ostentó en el trono por más de 10 años. Este personaje le dio el toque de emoción y la apertura del team match de dos contra dos, en relevos sencillos y en batallas de tres a cinco caídas sin límite de tiempo.

Surgieron también los relevos australianos de tres contra tres y dentro del encordado se asignó un capitán por cada bando, rudos y técnicos.

En esta etapa "el patito feo" del deporte empezó a pintar sus plumas de belleza con el surgimiento de ídolos como Rito Romero, El Santo, Gori Guerrero, Blue Demon y Huracán Ramírez, quienes desplazan a los de la vieja guardia.

En los albores de los años 50 iniciaron las transmisiones de las luchas y ello dio comienzo a la tercera etapa o la de oro del pancracio. Televicentro invadió el mercado con el Médico Asesino, Tonina Jakcson, Carnicero Butcher y Enrique Llanes, y fue cuando Black Shadow perdió su capucha a manos de El Santo.

"Es en esta edad cuando me doy cuenta que la prensa siempre ha sido miserable con la lucha libre, pues a pesar de que mete más gente a las arenas, hablan poco de ella y le dan preferencia al box", se quejó.

Cuando el deporte dormía en sus laureles en los años 80, el gladiador Aníbal encabezó a un grupo de "alzados" que se refugió en el Toreo de Cuatro Caminos e iniciaron la cuarta etapa: la de los independientes. La Empresa Mexicana de Lucha Libre (EMLL) también sufrió una escisión, que se subsanó tras la muerte de quien la protagonizó: el señor Flores.

Posteriormente, a principios de los 90, "muere íntegramente" la lucha libre tradicional, y flamea, "en toda su potencia y flexibilidad la que usa máscaras de dos pisos, miniluchadores, grupos de pandillas, réferis unilaterales, locutores rudos y técnicos, promotores luchadores y copias absurdas de las luchas estadunidenses, así como los luchadores clones". 

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