Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 21 de marzo de 2003
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Política

Molly Ivins

Guerra de primavera

Austin, Texas. ƑNo es detestable que una guerra empiece en primavera? Ahora estamos unidos en la desesperada esperanza de que ésta sea fácil y breve.

Lo más deprimente de esta guerra es que entramos en ella con el apoyo mayoritario de la opinión pública nada menos que de dos países: Estados Unidos e Israel. Es sin duda un miserable fracaso de la diplomacia, como expresó el senador Daschle.

En el número más reciente de Newsweek, Fareed Zarakia publica un largo y sesudo análisis de lo que salió mal. "He viajado por todo el mundo el año pasado -señala- y cada país que visité se ha sentido humillado por este gobierno." Consigna una cita de Jorge G. Castañeda, quien recientemente renunció a la cancillería mexicana: "La mayoría de los funcionarios en países latinoamericanos no somos antiestadunidenses. Hemos estudiado o trabajado en Estados Unidos. Estados Unidos nos gusta y lo entendemos. Pero nos resulta extremadamente irritante que nos traten con absoluto desprecio".

El análisis de Zakaria es más complejo que salir con la simpleza de que recibieron lo que merecían, pero es imposible negar que el gobierno de Bush causó buena parte de esa reacción. Eso hace aún más imperativo seguir el consejo de Poppy Bush de tender inmediatamente puentes hacia los que no nos apoyan.

En cuanto a los detalles de esta negociación, Josh Marshall, del Washington Monthly, expone en su sitio web (Talking Points) un punto de vista fascinante sobre la Resolución 1441. Sugiere que se presta a dos interpretaciones diferentes: la de Estados Unidos es que si se descubría que Saddam Hussein no mostraba cumplimiento (Ƒpodríamos por favor sepultar ya aquello de "ruptura material"?), la resolución daba luz verde a la invasión. "Francia, Rusia y la mayoría de los demás países miembros del Consejo de Seguridad creían que iban a consensuar una versión más jugosa de las inspecciones, básicamente como la que teníamos hasta que el viejo sistema se cayó, en 1998", dice Marshall. "Significaría un proceso relativamente abierto en el que los inspectores irían a Irak y podrían buscar a discreción. Si encontraban algo, sería destruido. Si Irak obstruía las inspecciones, la ONU podría obligar al cumplimiento autorizando un ataque".

El texto de la resolución misma es portentosamente opaco y puede leerse en ambos sentidos. Pero Marshall se remonta a la intención del legislador en el momento en que se adoptó el documento. (Cuando los jueces tratan de determinar el sentido de una ley, a menudo se remontan al debate de la iniciativa original para descubrir la "intención del legislador".)

La palabra clave era automaticidad, es decir, quién decidía si había cumplimiento o no. Y bien, aquí es donde se encuentra la "intención del legislador": el día en que se aprobó la resolución, el embajador estadunidense en la ONU, John Negroponte, dijo al Consejo de Seguridad: "No hay automaticidad, éste es un proceso de dos etapas, y en ese aspecto atendemos las principales preocupaciones que se han expresado en torno de la resolución. Cualquier violación que se cometa, o que se juzgue que se ha cometido, será tratada en el consejo, y el consejo tendrá oportunidad de considerar el asunto antes que se adopte ninguna otra acción". Tal afirmación es bastante clara. Y esa es la razón por la que otras naciones se muestran tan resentidas. A nadie le agrada tratar con personas que obran de mala fe.

Por mientras, tengo algunos consejos no solicitados para los que están tanto en favor como en contra de la guerra. Si usted está en contra, tenga presente que cualquiera que le sugiera o lo incite a cometer cualquier acto ilegal o violento para oponerse a la guerra debe ser considerado de inmediato como veneno. La desobediencia civil pacífica es otra cosa, pero siempre he sostenido que hay buenas razones para estar de acuerdo en derrocar a Saddam Hussein. Sólo lamento que el gobierno -al cambiar constantemente de razonamientos, al hacer afirmaciones dudosas o imposibles de probar respecto de vínculos con Al Qaeda, y dar por buenas pruebas que resultaron falsas en el caso de los documentos de Níger- haya enlodado tanto el agua y segregado al resto del mundo.

A esos superpatriotas que se ponen pesados con ese grupo musical de chicas texanas, las Dixie Chicks, por haber dicho que les avergüenza que George W. Bush sea de Texas, les sugeriría contener su entusiasmo. En la Primera Guerra Mundial, los "patriotas" solían andar por allí pateando perros salchichas con el pretexto de que eran "alemanes". Son actos como esos los que dan mala fama al patriotismo. Disentir no es ser antipatriota, ni siquiera en tiempos de guerra. Traten de no ser tan tontos como el Congreso cuando le cambió de nombre a las papas a la francesa.

Inclusive si la guerra marcha bien, y todos rogamos que así sea, va a ser como la paz del infierno. Tratemos de ser un poco más amables unos con otros. Si usted no quiere tomar vino francés, Ƒpor qué no, en vez de tirarlo, hace feliz a algún teporocho?

© 2003 Creators Syndicate Inc.

Traducción: Jorge Anaya

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