EU EN GUERRA
Jim Cason y David Brooks
Nos quieren espantar
En el país, la sangre está en manos
de todos
Estupor por quienes creen la verdad oficicial
Washington y Nueva York, 20 de marzo. Operación
Escudo de Libertad para proteger a la "patria", Operación
Atlas para proteger a Nueva York. Dicen que Washington y Nueva York
son los principales objetivos de los "terroristas", que sigamos la vida
normalmente, pero nos aconsejan: compren cinta adhesiva y mantas de plástico,
armen un cuarto sellado en cada casa, compren su equipo (máscara
y traje) contra ataques biológicos y químicos.
Hay más policía con rifles de alta potencia
en la terminal de trenes Grand Central Station en Nueva York, y más
patrullas y vehículos de control de materiales peligrosos en Times
Square. Wall Street y toda la zona financiera está bajo intensa
vigilancia.
Los
medios insisten en que en cualquier momento, en cualquier lugar, a cualquier
hora puede realizarse un atentado terrorista. Es como si Estados Unidos
fuera la víctima de la guerra y no Irak. El presidente George W.
Bush confirma que la guerra a miles de kilómetros es para defender
a este país.
La gente en cuyo nombre dice el jefe de la Casa Blanca
se está haciendo la guerra, entra y sale de las tiendas, teatros,
malls. Sigue tomando café y comiendo en restaurantes, acude
a sus trabajos y hace planes para mañana. A miles de kilómetros,
niños y sus padres aterrorizados esperan lo que el Pentágono
dice será una de las campañas de bombardeo aéreo más
grandes de su historia, una estrategia denominada "choque y pavor". Hay
gente que grita contra la guerra, que está dedicada a protestar,
a denunciar, a condenar esta hazaña, a insistir que esto no se realiza
"en su nombre".
Pero hay una abrumadora sensación de que "no se
puede hacer mucho" contra lo que ya decidió el comandante en jefe
y su equipo. A pesar de que esto es una llamada "democracia", la sensación
de que no hay forma de hacer mucho para detener a un gobierno que dice
ser del pueblo, para el pueblo y por el pueblo, es angustiante. Pero tal
vez lo peor es vivir en un país que ha decidido invadir a otro y
matar a su gente. Aquí, la sangre está en manos de todos.
Al mismo tiempo, enfrentar el hecho de que tal vez una mayoría opina
que, ni modo, hay que hacer esto por el bien del mundo, deja a uno con
una combinación de admiración por el brillante y efectivo
manejo de propaganda oficial, y un desprecio por amplios sectores de este
país, sólo por tragarse la historia oficial.
Es más que obvio que el uso y manejo del temor
es la clave para mantener a la población en un estado de irrealidad
y subordinado a las versiones oficiales de esta coyuntura. El hecho de
que algunas encuestas registren que hasta 40 por ciento tiene la idea confusa
de que Saddam Hussein tuvo algo que ver con los atentados del 11 de septiembre
de 2001 en Nueva York y Washington, que a pesar de que no exista prueba,
crean las declaraciones de que Irak representa una amenaza bélica
inmediata contra Estados Unidos, y que, como dijo Bush, "no hicimos nada
para concitar esta amenaza" y es sólo porque "nos odian", son algunas
de las pruebas de que esta estrategia interna es efectiva.
Ha llegado al punto, particularmente al comenzar la guerra,
en que la disidencia ya es interpretada como un acto antipatriótico
-no lo dice el gobierno, aunque lo nutre- por vecinos y amigos y contra
quienes se atreven a criticar y protestar por esta situación.
Pero si todos los días las primeras planas y los
noticiarios locales anuncian que hay alguien que viene a envenenar tu aire
o tu agua, que desea tumbar tu torre, cuya única misión es
matarte sin aviso, y que esas fuerzas del "mal" están en todas partes,
y que por eso hay que librar la guerra por donde quiera que se sospeche
esté la amenaza, tanto aquí en casa como en toda esquina
del planeta, después de un tiempo -con pruebas o sin ellas- uno
no aguanta más y se rinde ante el temor.
Nos cuentan que hay algunos niños pequeños
que tienen miedo de salir a la calle, y que tal vez esto sea por tanto
escuchar y ver la palabra "guerra" sin poder entender dónde y de
qué se trata.
Hay otros que tal vez por ser pequeños y más
sabios, aún no se tragan la mentira a la que sus padres son tan
susceptibles. En una escuela en Brooklyn, cuenta una maestra, aparecieron
en los cielos unos 10 helicópteros, aparentemente parte de las medidas
de seguridad implementadas. Los niños -todos de entre seis y siete
años- dejaron de jugar en el patio de la escuela, miraron hacia
arriba y empezaron a corear "no a la guerra".