Intelectuales y artistas se oponen a la explotación privada del Cañón del Sumidero

Desde Chiapa de Corzo, voces contra la invasión

HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO

San Cristobal de las Casas, Chis. 19 de marzo. "Bush quiere arrebatarle el petróleo a Irak haciéndole la guerra, sin importar la pérdida de vidas de la sociedad civil. Del mismo modo, Alquimia, la empresa concesionaria del Cañón del Sumidero, ya nos arrebató parte de éste para explotarlo en su propio beneficio, sacrificando la fuerza de trabajo de todos, sin importar los daños que está ocasionando la transformación del lugar para comodidad del turista extranjero", declara la Sociedad Civil Organizada de Chiapa de Corzo, que se ha declarado "defensora del patrimonio histórico-cultural y de la biodiversidad".

El movimiento de protesta contra el Parque Temático Cañón del Sumidero (hoy "marca registrada") considera que el símbolo histórico de la entidad se ha convertido en "botín de la iniciativa privada". Los activistas locales se aprestan para la "última batalla" del histórico cañón (donde los chiapanecas, arrinconados por el conquistador español, se lanzaron al vacío antes que rendirse, según la leyenda).

Alberto Vargas Domínguez, cronista de Chiapa de Corzo y figura muy respetada en la región, es el vocero de dicho grupo ciudadano. A su protesta se han sumado artistas chiapanecos, en particular el compositor Federico Alvarez del Toro, quien ya sacó de sus casillas a los inversionistas al anunciar que se opondrá a la enajenación sin freno del monumento geológico y biológico. Los concesionarios, dice, "registraron cínicamente el nombre 'Cañón del Sumidero' como copyright".

También han expresado rechazo Homero Aridjis, Francisco Toledo, Ofelia Medina, Lila Downs, el Grupo de los Cien y Greenpeace. Próximamente se realizará un gran concierto de protesta en el célebre escenario natural del Sumidero. Por su parte, el organismo Ríos Mayas ha dicho que el parque temático "va a dar empleo (a no más de 400 personas) con salarios mediocres y causará más daño que bien".

En los alrededores de la capital (los céntricos municipios Chiapa de Corzo, San Fernando y Chicoasén), durante tres años se ha ido concretando, a la vista de todos, un robo simbólico: el Cañón del Sumidero, parte del escudo del estado y "corazón" de la identidad chiapaneca, es trade mark y tiene dueño. Dentro de unos días, en un área de 210 hectáreas de dicho parque nacional comenzará a operar un centro turístico, comercial y de diversiones. Estrictamente privado. (Pero habrá descuentos para "ciudadanos" chiapanecos, se anuncia).

Con una inversión de 9 millones de dólares y la participación de algunos empresarios locales, el grupo Alquimia agregó una perla más al collar de su "Riviera Maya". Cuando el ex gobernador Roberto Albores Guillén cerró el trato y concesionó esas tierras para tan "altos" propósitos, nadie pareció percatarse. Tampoco cuando el gobierno de Pablo Salazar Mendiguchía dio inició a la construcción del nuevo "sitio arqueológico".

El movimiento de protesta contra el parque temático (y sus inminentes taquillas, tiendas, snack bars, lanchas y deportes "extremos") sostiene que el negocio progresó a escondidas, sin consulta pública ni información sobre lo que representa el daño más grande sufrido por el Sumidero desde que la construcción de la presa Chicoasén, hace 23 años, arrasó bosques, pueblos, vestigios arqueológicos y millares de animales. Hoy se teme que el parque arrasará con artesanos, lancheros y prestadores de servicios en Chiapa de Corzo, a 16 kilómetros de Tuxtla, en la boca del cañón y en la ribera del río Grijalva.

Federico Alvarez del Toro es uno de los músicos más reconocidos del país. Su padre, Miguel Alvarez del Toro, fue en vida el máximo estudioso de la diversidad natural de Chiapas, creador del célebre zoológico de Tuxtla Gutiérrez y defensor del Sumidero. Ante la perspectiva de un pastiche del templo de Pakal, su hijo considera que la "aberración arquitectónica frivoliza el templo de Palenque y lo convierte en una tienda". Y peor, convierte la concha acústica natural más grande del mundo (una falla geológica con 300 millones de años) en un desecho que pronto podrá llamarse el cañón del basurero.

Aunque tardíamente, la resistencia crece. El líder de los trabajadores del INAH, Francisco Pacheco Baltazar, se ha opuesto a que la población "tenga que pagar por ver algo que es suyo, pues ahora cualquiera puede comprar pedazos de la riqueza natural del estado".