VIENTOS DE GUERRA
Decano de los legisladores laboristas pide la renuncia del premier inglés
Suficiente el ultimátum a Hussein para que demuestre voluntad de desarmarse: Blair
Congelan a la ministra de Ayuda al Desarrollo por discrepar con las amenazas de guerra
REUTERS, PL, AFP Y DPA
Londres, 10 de marzo. El primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair, afirmó hoy que el ultimátum del 17 de marzo fijado para Bagdad por el proyecto de resolución estadunidense, británico y español es suficiente para permitir que Irak "demuestre que coopera plenamente" con Naciones Unidas.
Sin embargo, la defensa de Blair al proyecto de resolución bélico continúa enfrentando la oposición de un importante sector de los integrantes del gobernante Partido Laborista. El decano de los diputados de este organismo en la Cámara de los Comunes, Ian Dalyell, demandó ante lo que definió como la equivocada política hacia Irak, la salida inmediata de Blair, quien a su vez decidió congelar a su ministra de Ayuda al Desarrollo, Clare Short, que ayer anunció su renuncia al cargo si Londres emprende una guerra sin el aval de la ONU.
El jefe de gobierno se mostró confiado en que una segunda resolución, que abriría la vía a una acción militar contra Irak, será finalmente adoptada en la ONU, y para ello, dijo en un debate televisivo, está trabajando "intensamente".
Blair aseguró que "negociará duramente" con el resto de países miembros de Consejo de Seguridad para intentar definir una lista de criterios que permitan juzgar si Irak coopera o no con la ONU.
"Hemos dado diez días a Saddam Hussein para desarmarse, le hemos dado diez días para demostrar si tiene la intención de cooperar plenamente con los inspectores", explicó.
El primer ministro subrayó que las discusiones que se llevan a cabo en la ONU tienen la finalidad de determinar cómo "juzgar correctamente si Saddam coopera o no", y que con el resto de los países se está tratando la manera de definir todo esto para poder emitir un juicio sensato cuando expire el término del ultimátum.
Blair no descarta viajar a la sesión del Consejo de Seguridad de la ONU durante la cual se votará la resolución, que, sin embargo, podría sufrir modificaciones por parte de Londres, como lo confirmó hoy el ministro británico del Exterior, Jack Straw, ante el Parlamento.
En el plano interno, Blair decidió congelar a su ministra de Ayuda al Desarrollo, perteneciente al ala izquierda del laborismo, aunque por el momento permanecerá en el cargo para no erigirla en "mártir", afirmó un portavoz gubernamental. "Short carece de la confianza del primer ministro", declaró.
Al anunciar ayer su renuncia, Short dijo que si no existe un aval de la ONU para una acción militar o para reconstruir a Irak, "no daré mi apoyo a una violación del derecho internacional que dañaría gravemente a la ONU y dimitiré del gobierno".
Horas antes de este anuncio, el diputado laborista Andrew Reed, adelantó a su vez que abandonará su puesto de secretario privado parlamentario como protesta contra la política iraquí de Tony Blair.
Ante estas amenazas de dimisión, el primer ministro inglés comentó que lo importante en este momento es que "nos mantengamos unidos, presentar nuestros argumentos de forma colectiva para lograr una segunda resolución en la ONU sobre Irak y hacer todo lo posible para conseguirla".
De acuerdo con la prensa local, otros diez secretarios privados parlamentarios renunciarían a sus puestos en protesta por la política de Blair en la crisis iraquí. Para el diario Times se trata de la "crisis más grave" que vive el premier desde su llegada el poder en 1997.
De su lado, el decano Dalyell pidió la salida inmediata de Blair, al asegurar que Estados Unidos y Gran Bretaña están totalmente equivocados. Puntualizó que "nos sentimos extremadamente molestos con la posición de Londres y Washington" que preconizan el recurso de la fuerza contra Irak, tras asegurar que esta opinión es compartida por la mayoría de los diputados laboristas.
Por su parte, el gobierno de Portugal anunció hoy su apoyo a Estados Unidos para la guerra contra Irak, incluso sin el aval del Consejo de Seguridad, señaló el primer ministro José Manuel Durao Barroso.