El médico provocó daños irreversibles a una paciente

Acusan de negligencia a director del IMSS en Guadalupe Tepeyac

HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO

Municipio Autonomo San Pedro de Michoacan, Chis. 8 de marzo. La comunidad de Guadalupe Tepeyac acusó formalmente de negligencia médica a David Huitrón Vértiz, director del hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) que funciona en terrenos de la comunidad, y pidió su renuncia. Se trata de un momento crítico para una vecindad forzada que pronto cumplirá una década. A partir de ahora, los indígenas en resistencia anuncian que serán "vigilantes" del funcionamiento del hospital.

Una operación cesárea con ligadura de trompas mal hecha derivó en obstrucción uretral para una mujer y madre de dicha comunidad. Sin reconocer su error quirúrgico, el facultativo realizó una segunda operación, tan errónea como la primera, y antes de abandonar el barco de su fracaso profesional, engañó a los familiares de la mujer asegurándoles que se trataba de una "hepatitis", y que no tenía cómo atenderla.

La historia comenzó el 13 de enero y no ha terminado. La mujer ya pasó por hospitales de Comitán y Tuxtla Gutiérrez; en esta última ciudad, una tercera intervención al parecer reparó los errores del primer cirujano.

Rompiendo el silencio que ha guardado desde su retorno el 7 de agosto de 2001, la comunidad tojolabal exige ahora la reparación de los daños y demanda un servicio médico más profesional. Los indígenas acusan a Huitrón Vértiz de ser el irresponsable de "no decir claro a la familia de la paciente lo que realmente tiene" (práctica médica más que común, sobre todo con los inditos) y de comprometerse a realizar una cirugía sabiendo que no tiene personal capacitado. "Es irresponsable porque causa gastos innecesarios a la familia de la paciente y porque sabe que en el hospital existe falta de medicamentos y materiales suficientes como para un hospital de este tamaño", agregan los habitantes de Guadalupe Tepeyac en una denuncia escrita.

La comunidad zapatista señala que el director David Huitrón Vértiz, "sabiendo del problema grave que causó, abandonó a la paciente a cargo de un doctor Roberto López, quien se encargó de mentir nuevamente diciendo que tiene hepatitis y que el hospital no tiene equipo y material para hacer el estudio".

Por todo esto la comunidad de Guadalupe Tepeyac exige "la recuperación de los gastos que provocó Huitrón Vértiz, por la cantidad de 10 mil pesos, aparte de la cita en el mes de marzo (no incluida en esa cantidad) que también exigimos que tiene que devolver", y concluyen: "Para que no haya problemas, que nos entreguen tal cual los gastos que provocó el doctor Huitrón. De lo contrario hay lo verán. A partir de ahora pedimos a nombre de nuestro municipio autónomo que ese dicho hospital funcione a su medida, con su buen personal capacitado y que retiren los que causan problemas de salud, como Hiutrón Vértiz. A partir de ahora seremos vigilantes de dicho hospital".

Como es sabido, el hospital (clínica de campo) de Guadalupe Tepeyac, inaugurado en 1993 por el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari, ha pasado a la historia como símbolo de inoperancia y fingimiento institucional, aparte de haber colaborado activamente en la contrainsurgencia durante los seis años que duraron la ocupación militar y el expolio de esta comunidad, que desde 1994 se había convertido en emblemática del zapatismo y fue, de hecho, el primer pueblo chiapaneco en rebeldía que el mundo conoció. Durante aquel año, la clínica (desmantelada por los empleados del IMSS poco después de su inauguración) fue ocupada por los zapatistas, quienes la bautizaron "Hospital General Emiliano Zapata-Ernesto Che Guevara". Entonces sirvió de sede a la Cruz Roja Internacional, hasta que en febrero de 1995 la desalojó el Ejército federal.

Al ordenar la ocupación de Guadalupe Tepeyac, el presidente Ernesto Zedillo estaba dando un castigo "ejemplar" a los indios rebeldes. Los condenó a un exilio en las montañas que duraría el tiempo de su gobierno. Una violación a los derechos humanos (sin contar muchas otras de las que también fue responsable) que duró seis años, día con día. Todo un récord. Mientras las viviendas abandonadas se convertían en burdel para los soldados, y luego en letrina y basurero, el hospital fue reocupado por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y lo mantuvo como un elefante blanco entre la ficción y la realidad.

En una zona donde la falta de atención a la salud es endémica, esta hospital-escaparate, vistoso pero mal equipado, presta y ha prestado servicios harto limitados a los indígenas de los alrededores. Durante el zedillismo, repetidamente se denunció que miembros del personal eran informantes del Ejército federal.

Al iniciar el gobierno de Vicente Fox, y retirarse las posiciones militares que flanqueaban Guadalupe Tepeyac, los pobladores iniciaron la recuperación de sus tierras y la reconstrucción de la comunidad. El hospital siguió ahí, funcionando a media máquina. Y su vecindad con los zapatistas volvió a ser difícil y forzada. Todavía a principios de 2002 los pobladores señalaban que parte del personal de hospital era informante del Ejército federal.

No obstante los abismos, hospital y pueblo están cara a cara, separados sólo por el camino de terracería que viene de Las Margaritas. A falta de otra opción, algunos indígenas zapatistas han recurrido a sus servicios, sobre todo en emergencias. Ya que la historia los hizo vecinos permanentes, los habitantes de Guadalupe Tepeyac se oponen a la simulación médica y al papel escenográfico que juega la clínica. Porque historias de negligencia aquí, ha habido otras.