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Leonardo García Tsao
Programas DVDobles
POR LA MALA experiencia acumulada con los videocasetes de marca Videomax (de hecho, nunca conseguí uno que fuera servible), tuve mucha reserva hacia una línea de DVD's de la misma marca que ofrecen dos películas en un solo paquete.
BAJO UNA MENTALIDAD evocadora de los programas dobles de los cines de segunda -un recuerdo afectuoso de los cinéfilos que rebasamos el cuarentón- han salido mancuernas de títulos más o menos afines. Así, por ejemplo, Mimic, de Guillermo del Toro, viene acompañada por otra película de monstruos, Terror profundo, de Stephen Sommers. (Quizá Del Toro no agradezca la compañía, aunque ambas cintas comparten un tono paródico). Más coherente es el programa formado por Sospechosos comunes, de Bryan Singer, y A sangre fría, primera realización de Christopher McQuarrie, guionista de la primera.
ESAS PELICULAS FUERON estrenadas con oportunidad en nuestra cartelera. En cambio, el doblete formado por Feroz y Adoradores del diablo merece mayor atención, al menos por el primer título. Incluida en una semana de cine canadiense en la Cineteca y exhibida luego fugazmente, Feroz (o Ginger Snaps, su título original) es una curiosa relaboración dirigida por John Fawcett sobre el mito del licántropo, asociado en este caso con el despertar sexual de una adolescente rebelde. En consecuencia, la transformación en mujer lobo será coincidente con su primera menstruación, y el efecto será liberador en principio. Quien era una joven aburrida por las trampas de la vida suburbana se convierte en una presencia subversiva, ante la contradictoria reacción de su hermana menor, a su vez enamorada de un compañero que fabrica un antídoto para la licantropía.
AL PARECER LA producción no tuvo el presupuesto suficiente para contratar a un experto en efectos especiales como Rick Baker, por tanto, las secuencias finales de la protagonista transformada en loba monstruosa son algo risibles: el hocico del animal parece estar hecho de cartulina brillante. No obstante, Feroz es una válida aportación a la vieja relación entre el horror y la sexualidad.
EN CAMBIO, ADORADORES del diablo (The Devil's Prey) no fue estrenada jamás. Ni falta que hiciera. Es una espeluznante mezcla de la vieja fórmula de jóvenes reventados que se meten en problemas con el subgénero satanista de los años 70, dirigida por un tal Bradford May, cuyo único interés es documentar la caída libre de la carrera de Patrick Bergin, actor alguna vez protagonista de proyectos bastante más ambiciosos.
VENDIDAS A BAJO precio bajo el pocho nombre de Special Edition, esos paquetes no ofrecen, por supuesto, ningún atractivo adicional. No están formateadas en pantalla ancha, sólo tienen subtítulos en castellano y ni siquiera hay un índice de escenas. Pero son una buena opción para el coleccionista tacaño.
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