La hojalata es un producto industrial de fierro laminado y se elabora en rollos o bobinas de cientos de metros y diferentes anchos. La hojalata para uso artesanal se vende en láminas de 70 x 90 centímetros y de 100 x 90 centímetros. Los calibres que se usan son de 6 y 9 milésimas de pulgada; comercialmente se llaman de calibre 32 y 36, y por su dureza los artesanos las denominan duras y blandas.

La hojalata como material artesanal se hizo popular en el siglo XIX, pues en gran número de casas del país, en el altar familiar se encontraban ''nichos". Los nichos son piezas que todavía se producen, se forman por un marco de tama -o peque- o muy ornamentado, usualmente rematado en la parte superior por un copete o resplandor, un respaldo y en el frente una puertecita de vidrio; en ellos se colocaban las imágenes religiosas, por lo general un grabado impreso en negro sobre papel blanco. Los cánones de los trabajos de hojalata y de plata son similares al grado de que a la hojalata se le ha llamado la plata de los pobres.

Productor comprometido


Ernesto Bonilla Gómez, nacido en Tlalnepantla, tiene 25 años en el oficio y trabaja en la ciudad de México; me informa que se inició en el trabajo de la hojalata impulsado por su creatividad y aunque su fin es comercial, asegura, como muchos creadores populares, que ''en cada pieza está comprometida parte de mi ser". Aprendió mediante la observación a otros artesanos e imaginando como se podría hacer un trabajo determinado.

Hace faroles, lámparas, marcos para espejos, charolas, pequeños cofres y vitrinas; su especialidad, dice, es realizar los diseños del cliente. Actualmente elabora un ''hombre de hojalata" para una obra de teatro.

A la pregunta de ¿cuál es la parte más difícil del trabajo?, contestó: ''Ninguna y aunque no aprendí geometría puedo hacer con precisión trazos de alto grado de complejidad usando sólo herramientas y dispositivos simples".

Son tres las etapas para manufacturar una pieza: a) trazado y recortado de las partes, b) decorado y c) doblado y armado. Las herramientas básicas son relativamente pocas: tijera o cizallas para lámina, astriador, compás de dos puntas, regla, martillo de bola, troqueles manuales y sacabocados.

Para unir las piezas se utiliza una pequeña estufa en la que se calienta el cautín, la soldadura es una barra de estaño y se usa un pincel para limpiar al ácido la superficies de contacto de la soldadura.

Las herramientas


Los astriadores son puntas de acero un poco redondeadas con las que se marcan estrías y retículas. Con objeto de no perforar la hojalata, cuando se decora con los cinceles y troqueles, se trabaja sobre una placa de plomo. Aunque la hojalata no se repuja, con el cincelado y troquelado manual se puede lograr cierto relieve.

Casi todas las herramientas son hechas o adaptadas a las necesidades específicas por cada artesano y con el tiempo se puede acumular gran número de ellas, por ejemplo, entre troqueles de mano para hacer sellos de figuras y sacabocados para hacer perforaciones, después de unos años se llega a tener más de cien diferentes.

Son varias las poblaciones en el país en las que se manufacturan piezas artísticas de hojalata, pues en cada localidad la producción tiene características propias y cuenta con términos específicos para designar los procesos y las herramientas que se emplean. Los principales centros productores son: San Miguel de Allende, Cela-ya e Irapuato, en Guanajuato; Oaxaca, Oaxaca; la ciudad de México, Puebla, Pue., Tax-co, Guerrero y Pátzcuaro, Michoacán.

Barniz para evitar el óxido

La gran mayoría de las piezas antiguas se encuentran oxidadas. Hoy, mediante la aplicación de barniz, se logra que la hojalata no se oxide.
 
 

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