Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 5 de marzo de 2003
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Tiene entre seis meses y un año antes de que desaparezca la fascinación: analistas

Lula enfrentará los grandes desafíos de Brasil cuando termine el carnaval

Expertos prevén que buscará acelerar en el Congreso sus reformas fiscales y de pensiones

REUTERS

Brasilia, 4 de marzo. Esta semana, cuando acaben las celebraciones del carnaval, comenzará un importante periodo de prueba para el presidente de Brasil, Luis Inacio Lula da Silva, quien asumió el cargo el primero de enero.

El país tradicionalmente vuelve a la vida después de un periodo de letargo entre el primer día del año y el carnaval, y Lula, primer presidente que surgió de la clase trabajadora, enfrentará sus desafíos reales cuando la atención pública vuelva a la política.

Su gobierno ha pedido a los brasileños que sean pacientes mediante una campaña de publicidad televisiva que explica que para renovar una casa no hay que destruirla, sino reconstruirla pared por pared.

Según analistas, la campaña se dirige a facilitarle al ex líder sindical del Partido de los Trabajadores (PT) la aplicación de medidas impopulares. "Creo que la gente está recibiendo la noción de que las cosas van a ser más duras de lo que esperaban", opinó Christopher Garman, un politólogo de la consultoría Tendencias.

Analistas políticos creen que Lula, quien disfruta de gran popularidad, tiene entre seis meses y un año antes de que desaparezca la fascinación que ejerce entre los votantes. Es probable que sus primeras tareas sean reformas a los anticuados sistemas de pensiones y de impuestos, y podría ser difícil convencer a los brasileños de que las acepten.

Desde que tomó las riendas del mayor país de América Latina, Lula ha adoptado enérgicas medidas económicas, como reducir drásticamente los gastos y aumentar las tasas de interés para contener la inflación, que está afectando el crecimiento.

Con esto, el ex obrero metalúrgico ha ganado la aprobación de los inversionistas, pero también la ira de algunos miembros de su propio partido, quienes lo acusan de seguir las políticas del gobierno precedente, del socialdemócrata Fernando Henrique Cardoso.

Las medidas probablemente no eran las que el presidente tenía en mente cuando prometió, durante su campaña electoral, crear millones de empleos y combatir uno de los mayores abismos de distribución de ingresos entre sectores de la población de que se tiene conocimiento en el mundo.

Pero Lula sabe que conducir a su partido hacia el centro y aceptar políticas favorables al mercado no sólo le aseguraron la victoria, sino que también tendrá que defenderlas durante su mandato.

Vinod Thomas, director para Brasil del Banco Mundial, que ha apoyado con millones de dólares el programa Hambre cero de Lula, destinado a alimentar a los 40 millones de pobres del país, resumió la prueba que enfrenta el mandatario: "Brasil está realizando uno de los mayores experimentos de la historia, de seguir un programa social atrevido con responsabilidad fiscal en un ambiente externo inusualmente difícil".

Lula está pasando el carnaval en una hacienda con su familia, y después que concluyan las festividades llegará el momento de llevar a cabo el "experimento."

Según Carlos Lopes, un politólogo de la consultoría Santa Fe Ideias en Brasilia, parece que el gobierno de Lula todavía está tanteando el terreno. "El gobierno ha mostrado cierta preocupación en cuanto a hacer cosas concretamente," señaló.

En un ya tradicional giro de muchos gobiernos de la izquierda en el mundo, Lula ha prometido reformar el endeudado sistema de pensiones públicas y el engorroso sistema de impuestos, modificaciones que no logró el catedrático Cardoso y a las que el PT se ha opuesto durante años.

El sistema de pensiones públicas sacabrazil_carnival_cx3 15 mil millones de dólares anuales de los cofres del gobierno, y cualquier reducción en los costos enviaría una fuerte señal a los mercados de que la enorme deuda de Brasil, de 250 mil millones de dólares -persistente causa de preocupación para los inversores-, puede ser contenida.

Lula dedicó mucho tiempo a las reformas durante sus primeras semanas en el poder, estableciendo un consejo especial de líderes empresariales, sindicales y sociales para que lo asesoren, y sostuvo una reunión con los poderosos gobernadores de los estados, que respaldaron su esfuerzo.

Pero a pesar de su éxito en revertir la fuerte oposición popular a esas reformas, Lula ha tenido un lento despegue con propuestas concretas. Muchos observadores coinciden en que un rápido éxito en esas reformas podría darle el espacio para volcarse a su agenda social.

Por lo pronto, Lula mantiene su popularidad. Un sondeo mostró a finales de enero que 78 por ciento de los consultados espera que Lula haga un buen o excelente trabajo, por encima de 71 por ciento en noviembre. Cerca de 70 por ciento en la misma encuesta opinó que cumpliría sus promesas electorales.

"Tendrá una cantidad significativa de tiempo, su popularidad no se evaporará este año," previó Garman.

Carlos Pio, profesor de política en la Universidad de Brasilia y socio de la consultoría Augurium, dijo que Lula probablemente decidirá buscar votos en el Congreso "inmediatamente después del carnaval", allanando el camino para la aprobación de reformas esenciales.

Incluso si todos los grandes partidos centristas del Congreso apoyan las reformas -como hicieron cuando estuvieron en el poder durante los ocho años de los dos mandatos consecutivos de Cardoso- Lula debería aprovechar el momento y actuar con rapidez, pues esperar puede ser riesgoso, opinaron analistas.

Por un lado, el Congreso brasileño es conocido por trabajar a paso de tortuga, lo cual significa que la aprobación completa de las reformas al sistema fiscal y de pensiones -que no alcanzó a lograr Cardoso- quizá no ocurrirá hasta después del primer semestre del año.

Una forma de acelerar el proceso de reformas sería llevar al gobierno al mayor partido centrista de la coalición del antecesor de Lula, mediante conversaciones que se están intensificando. La inclusión del Partido del Movimiento Democrático Brasileño en el gobierno le daría una saludable mayoría en el Congreso, de la que ahora carece. El éxito de esas conversaciones depende de en qué grado puede escapar el gobierno de Lula de ser percibido como continuador de las duras medidas económicas del gobierno reformista y de libre mercado de Cardoso.

"ƑHasta qué punto tiene el gobierno la fuerza de llevar a cabo las políticas de Fernando Henrique Cardoso?", preguntó Pio. "En seis meses eso podría convertirse en un riesgo. Las altas expectativas pueden caer rápidamente."

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