Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 5 de marzo de 2003
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Economía

Alejandro Nadal

ƑCuánto le cuesta el voto a México?

La guerra en Irak será grande, muy grande. En las primeras 48 horas caerán más misiles crucero y bombas sobre blancos en Irak que en toda la primera guerra del Golfo. La razón es sencilla: Estados Unidos necesita acabar esa guerra rápidamente y por ello usará todo su poder de fuego.

Ha desplegado 240 mil soldados en la región y otros 20 mil se les unirán en breve. Eso representa cinco de sus 10 divisiones activas, con miles de tanques pesados Abrams, vehículos blindados Bradley y helicópteros artillados. La mitad del ejército de tierra está comprometido para comenzar esa guerra y no regresará sin abrir fuego. Hasta ha sido designado un general retirado encargado de la administración y "reconstrucción" de Irak después de la derrota de Saddam Hussein.

Pero el despliegue del poderío militar estadunidense es la otra cara de su debilidad política. Sin una visión constructiva del mundo, Estados Unidos recurre a la fuerza militar para compensar el agotamiento de su proyecto imperial.

El fracaso de su política exterior quedará en evidencia en el Consejo de Seguridad (CS). Hans Blix presentará el viernes su segundo informe, pero eso ya no importa. Seguramente dirá que Irak está cooperando, pero que falta mucho por hacer. La destrucción de los misiles Al Samoud será la prueba de la cooperación iraquí. Pero la Casa Blanca insistirá en que esos misiles fueron ocultados por Hussein desde el principio. Aunque eso es falso (los Al Samoud figuraban en la lista presentada al CS en diciembre), la aseveración servirá para descalificar el informe de Blix.

Al final del día, si Estados Unidos no tiene los votos para aprobar su resolución, no la someterá a votación. Preferirá ir a la guerra sin el rechazo explícito de Naciones Unidas. Pero si cree tener nueve votos, va a desafiar a Francia a que use su derecho de veto. En ese caso sí habría una votación y eso explica la presión sobre México.

La coerción pasa, primero, por la amenaza de una caída en los flujos de capital. Pero, ya en los pasados 12 meses la inversión extranjera directa proveniente de Estados Unidos cayó 60 por ciento y apenas alcanzó 7 mil millones de dólares. Esto es parte de una tendencia mundial por el entorno recesivo y la incertidumbre sobre el futuro. Así que de todas formas, México tendrá que buscar medios alternativos para financiar su déficit en cuenta corriente.

Aun si se demuestra que nuestro país tiene vulnerabilidad mayor, la moraleja no es votar a favor de una guerra absurda. La conclusión lógica es que debe cambiar su estrategia económica para reducir la flaqueza externa, tanto económica como política.

Por el lado de los flujos comerciales hay que observar que México tiene un superávit considerable con Estados Unidos debido a las exportaciones de maquiladoras y petróleo. Pero las primeras se han desplomado por varias razones, entre otras, por la recesión estadunidense y por la emigración a China y otros países. Así que una cosa es clara: la estrategia de desarrollo industrial basada en la maquiladora debe modificarse.

El año pasado México exportó al vecino país una cifra récord de petróleo. Pero después de la guerra, el precio del crudo probablemente bajará y Estados Unidos cambiará su fuente de abastecimiento. Las exportaciones mexicanas de crudo hacia Estados Unidos caerán de todas formas. Esto puede parecer mala noticia para el gobierno mexicano, pero es una buena oportunidad para revisar la torpe estrategia de agotar las reservas de petróleo para proporcionar 35 por ciento de los ingresos fiscales del gobierno.

En el régimen de acumulación de capital estadunidense, la migración mexicana es clave para mantener un nivel adecuado de desempleo sin que se dispare la inflación. Esta es la opinión de Greenspan. Así que aunque se pudiera sellar la frontera, Estados Unidos no puede dispararse en los zapatos deteniendo la migración de la fuerza de trabajo mexicana. Y por el lado mexicano hay que cuestionar una estrategia económica que descansa en una válvula de escape llamada migración.

A pesar de todo, el gobierno de México parece haber comenzado a doblegarse. Apostarle a la posición de Canadá no augura nada bueno, porque de todas formas es orientarse hacia la guerra. El camino correcto es apoyar con firmeza la posición de Francia.

Estados Unidos irá a la guerra contra Irak, con o sin la autorización de Naciones Unidas. Y todas nuestras referencias sobre el mundo van a cambiar. Para México, quizá las tensiones en el ámbito de la política exterior ayuden por fin a remplazar ese referente absurdo que es la estrategia económica neoliberal, sin rumbo y sin futuro. Sólo así se podrá reducir la vulnerabilidad externa para poder desempeñar un papel útil en la reconstrucción de un orden internacional democrático y justo.

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