Funcionarios de EU consideran que fue un error
buscar nueva resolución del organismo
Bush acude a la ONU por la presión pública,
no por voluntad propia
Según encuestas, 60% de estadunidenses rechaza
una acción unilateral de Washington
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington, 28 de febrero. El gobierno de George
W. Bush ha manifestado claramente que prefiere la vía unilateral
para promover su política exterior, y cada día queda más
claro que no está acudiendo a la Organización de Naciones
Unidas (ONU) por su voluntad, sino que ha sido obligado a hacerlo por motivos
políticos domésticos. O sea, la Casa Blanca está negociando
su política exterior ante la ONU por la voluntad de la opinión
pública estadunidense.
La Casa Blanca ha reiterado que "con o sin la ONU" emprenderá
una acción militar contra Irak y ha amenazado con que si la organización
mundial no aprueba su postura quedará como una institución
"irrelevante". Nunca ha expresado gran respeto por la máxima
casa mundial, pero, sin embargo, el gobierno de Bush sigue presentándose
ante ella.
Esta semana la Casa Blanca insistió una vez más
en que el Consejo de Seguridad sí aprobará al fin de cuentas
la resolución que autoriza la acción militar contra Irak,
pero Washington sólo decidió promover esta segunda resolución
cuando quedó de manifiesto que la opinión pública
estadunidense únicamente aprueba el uso de la fuerza si ésta
es apoyada por la comunidad internacional.
Algunos funcionarios creen que fue un error buscar la
segunda resolución, e indican que el gobierno debería haber
decidido actuar al margen de la ONU.
Desde
que se inició su ofensiva contra Irak, en septiembre pasado, Bush
ha argumentado que técnicamente Estados Unidos no necesita otra
resolución de la ONU antes de comenzar su campaña militar
contra Bagdad. Pero el problema para el presidente es que, según
encuestas nacionales del Pew Center y The New York Times, entre
otras, cerca de 60 por ciento de estadunidenses cree que su gobierno debería
obtener una segunda resolución antes de lanzar una ofensiva. Los
sondeos han demostrado que el público no favorece una guerra lanzada
unilateralmente por la administración Bush.
Algunos asesores de la Casa Blanca han indicado que decidieron
promover la segunda resolución para ayudar al primer ministro británico,
Tony Blair, quien enfrenta en su país una abrumadora oposición
pública a la guerra. Pero el hecho es que Bush necesita, por lo
menos, lograr esta segunda resolución en la ONU para responder a
las dudas y a la oposición de un público dividido en su nación.
El presidente "sigue confiado" en que al final el Consejo
de Seguridad aprobará la resolución promovida por Estados
Unidos, Gran Bretaña y España, afirmó hoy el vocero
de la Casa Blanca, Ari Fleischer. Recordó que en semanas previas
al voto de la pasada resolución contra Irak, en noviembre pasado,
circulaban muchas versiones de que Washington no lograría el apoyo
para esa propuesta, pero al final ésta se aprobó de manera
unánime.
En privado, funcionarios de la Casa Blanca también
han comentado que aun si finalmente no se aprueba la nueva resolución
autorizando la acción militar, el hecho de que el presidente se
haya esforzado por obtener la bendición de la ONU probablemente
logrará cambiar lo suficiente a la opinión pública
como para respaldar la acción militar sin la ONU, pero con algunos
países aliados. Este cálculo, señalan encuestadores,
es casi seguro.
Además, estos expertos indican que históricamente
el público se ha inclinado siempre por apoyar al presidente en tiempos
de guerra (esto fue, por ejemplo, lo que ocurrió en las primeras
etapas de la guerra de Vietnam, así como con Bush padre en la primera
Guerra del Golfo).
Pero no todos están contentos con este escenario.
Algunos funcionarios han señalado que exponerse a un veto de la
segunda resolución de uno de los cinco miembros permanentes del
Consejo de Seguridad o, peor aún, no obtener los nueve votos necesarios
para su aprobación sería un resultado más negativo
que no haber buscado una segunda resolución al principio. Ninguno
de estos funcionarios se ha atrevido a hacer estas declaraciones a la prensa
estadunidense.
Pero el ex embajador ante la ONU, Richard Holbrooke, quien
ocupó el puesto en el gobierno de Bill Clinton, escribió
esta semana en el Washington Post que "algo semejante a un desastre
de trenes se está aproximando". Holbrooke sostuvo que una segunda
resolución no es necesaria y podría ser algo que no se pueda
lograr. Si la resolución es rechazada, "esto dejará la clara
impresión de que cualquier acción militar subsecuente es
en violación a la voluntad del Consejo de Seguridad, en vez de algo
derivado lógicamente del largo camino de desafío de Irak".
Tal resultado, advirtió Holbrooke en un artículo
que hace eco de una corriente de opinión entre algunos funcionarios
en Washington, sería un serio revés para Estados Unidos.
El gobierno de Clinton, aseveró, evitó tal voto en contra
al decidir no solicitar la aprobación de la ONU para el bombardeo
de Serbia en 1999.
Pero la comparación hecha por Holbrooke no es precisa,
ya que el bombardeo de Serbia, desde 15 mil pies de altura, no involucró
a tropas terrestres ni los peligros de que regresaran soldados estadunidenses
en ataúdes. El problema para Bush es que tiene que responder o mínimo
tener en cuenta a la opinión pública estadunidense, y en
este momento su pueblo lo está obligando a acudir a la ONU una vez
más.