Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 1 de marzo de 2003
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Mundo
Funcionarios de EU consideran que fue un error buscar nueva resolución del organismo

Bush acude a la ONU por la presión pública, no por voluntad propia

Según encuestas, 60% de estadunidenses rechaza una acción unilateral de Washington

JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES

Washington, 28 de febrero. El gobierno de George W. Bush ha manifestado claramente que prefiere la vía unilateral para promover su política exterior, y cada día queda más claro que no está acudiendo a la Organización de Naciones Unidas (ONU) por su voluntad, sino que ha sido obligado a hacerlo por motivos políticos domésticos. O sea, la Casa Blanca está negociando su política exterior ante la ONU por la voluntad de la opinión pública estadunidense.

La Casa Blanca ha reiterado que "con o sin la ONU" emprenderá una acción militar contra Irak y ha amenazado con que si la organización mundial no aprueba su postura quedará como una institución "irrelevante". Nunca ha expresado gran respeto por la máxima casa mundial, pero, sin embargo, el gobierno de Bush sigue presentándose ante ella.

Esta semana la Casa Blanca insistió una vez más en que el Consejo de Seguridad sí aprobará al fin de cuentas la resolución que autoriza la acción militar contra Irak, pero Washington sólo decidió promover esta segunda resolución cuando quedó de manifiesto que la opinión pública estadunidense únicamente aprueba el uso de la fuerza si ésta es apoyada por la comunidad internacional.

Algunos funcionarios creen que fue un error buscar la segunda resolución, e indican que el gobierno debería haber decidido actuar al margen de la ONU.

Desde que se inició su ofensiva contra Irak, en septiembre pasado, Bush ha argumentado que técnicamente Estados Unidos no necesita otra resolución de la ONU antes de comenzar su campaña militar contra Bagdad. Pero el problema para el presidente es que, según encuestas nacionales del Pew Center y The New York Times, entre otras, cerca de 60 por ciento de estadunidenses cree que su gobierno debería obtener una segunda resolución antes de lanzar una ofensiva. Los sondeos han demostrado que el público no favorece una guerra lanzada unilateralmente por la administración Bush.

Algunos asesores de la Casa Blanca han indicado que decidieron promover la segunda resolución para ayudar al primer ministro británico, Tony Blair, quien enfrenta en su país una abrumadora oposición pública a la guerra. Pero el hecho es que Bush necesita, por lo menos, lograr esta segunda resolución en la ONU para responder a las dudas y a la oposición de un público dividido en su nación.

El presidente "sigue confiado" en que al final el Consejo de Seguridad aprobará la resolución promovida por Estados Unidos, Gran Bretaña y España, afirmó hoy el vocero de la Casa Blanca, Ari Fleischer. Recordó que en semanas previas al voto de la pasada resolución contra Irak, en noviembre pasado, circulaban muchas versiones de que Washington no lograría el apoyo para esa propuesta, pero al final ésta se aprobó de manera unánime.

En privado, funcionarios de la Casa Blanca también han comentado que aun si finalmente no se aprueba la nueva resolución autorizando la acción militar, el hecho de que el presidente se haya esforzado por obtener la bendición de la ONU probablemente logrará cambiar lo suficiente a la opinión pública como para respaldar la acción militar sin la ONU, pero con algunos países aliados. Este cálculo, señalan encuestadores, es casi seguro.

Además, estos expertos indican que históricamente el público se ha inclinado siempre por apoyar al presidente en tiempos de guerra (esto fue, por ejemplo, lo que ocurrió en las primeras etapas de la guerra de Vietnam, así como con Bush padre en la primera Guerra del Golfo).

Pero no todos están contentos con este escenario. Algunos funcionarios han señalado que exponerse a un veto de la segunda resolución de uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad o, peor aún, no obtener los nueve votos necesarios para su aprobación sería un resultado más negativo que no haber buscado una segunda resolución al principio. Ninguno de estos funcionarios se ha atrevido a hacer estas declaraciones a la prensa estadunidense.

Pero el ex embajador ante la ONU, Richard Holbrooke, quien ocupó el puesto en el gobierno de Bill Clinton, escribió esta semana en el Washington Post que "algo semejante a un desastre de trenes se está aproximando". Holbrooke sostuvo que una segunda resolución no es necesaria y podría ser algo que no se pueda lograr. Si la resolución es rechazada, "esto dejará la clara impresión de que cualquier acción militar subsecuente es en violación a la voluntad del Consejo de Seguridad, en vez de algo derivado lógicamente del largo camino de desafío de Irak".

Tal resultado, advirtió Holbrooke en un artículo que hace eco de una corriente de opinión entre algunos funcionarios en Washington, sería un serio revés para Estados Unidos. El gobierno de Clinton, aseveró, evitó tal voto en contra al decidir no solicitar la aprobación de la ONU para el bombardeo de Serbia en 1999.

Pero la comparación hecha por Holbrooke no es precisa, ya que el bombardeo de Serbia, desde 15 mil pies de altura, no involucró a tropas terrestres ni los peligros de que regresaran soldados estadunidenses en ataúdes. El problema para Bush es que tiene que responder o mínimo tener en cuenta a la opinión pública estadunidense, y en este momento su pueblo lo está obligando a acudir a la ONU una vez más.

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