Sobre una fría página en blanco, la fría tinta que da color al porvenir empieza otra historia atroz provocada por la voluntad (pervertida en el odio y la avaricia) de un poder dispuesto a multiplicar su violencia.
El sufrimiento del mundo es tan grande que no parece de este mundo. A nadie consuela que nos digan: "así ha sido siempre". Porque no es cierto. Pero el dichoso poder se alimenta, ese sí siempre, del dolor ajeno.
Toda guerra de dominación es racista. Necesita animalizar al otro para dominarlo doblemente, y matarlo a bajo costo, casi gratis, si es de hambre y abandono. O matarlo en bulto y a lo bestia, invirtiendo millones de dólares en pura porquería.
ƑQué implica hoy el racismo que no hayamos visto antes? De nada sirve mejorar la técnica. Negros linchados en serie por los blancos de Alabama. Judíos exterminados con eficiencia industrial en Dachau. "Limpieza étnica" en Ruanda y Bosnia. El cruel destino de los palestinos, arrasados y vueltos a arrasar, orillados al suicidio "purificador" pues les quitaron el suelo, les enseñaron que su vida no vale... y ellos se llenaron las manos de dinamita.
Hoy la serpiente se muerde la cola. Los asesinos de pueblos tienen más poder y más miedo que nadie nunca, y a fuerza de bombas, bulldózer y embargos regresan naciones enteras a la Edad Media.
En este mundo enloquecido, la sensatez de los pueblos primordiales se presenta como posible curación al desvarío; cuando menos la oportunidad de andar camino por otro rumbo. Sabiduría de cuántos pueblos indígenas respalda el modesto experimento de gobierno en Ecuador, donde antes han fracasado todos los bandos de las élites, uno tras otro en patética baraja, payasos incluidos. Ante la debacle moral de la clase política, la cábala de las urnas acabó por abrirle paso a la mayoría indígena. Lo mejor que puede pasar en esos países donde los indios luchan por el poder, es que la mayoría gobierne, y enseñando aprenda.
En México los indios no luchan por el poder nacional, pero hacen más que nadie por cambiarlo en un sentido más justo, tolerante y solidario. Aquí, las élites siguen acomodadas de tal manera que, claro, para la dignidad indígena no hay espacio.
Sabedores de su lugar, el espacio se lo abren ellos, los propios pueblos. Ejercen el magisterio de su autonomía, a ver si la nación aprende mejores modos de democracia (que sigue siendo desaliñada y decepcionante en su conjunto).
En las pálidas páginas de la Historia, que hoy avanza por lo más torcido, no viene mal un toque de no-soberbia, cortesía de pueblos que antes que oro o dinero, respetan y atesoran las palabras:
Un Katún No-Violencia
Cielos tranquilos sobre las milpas del pueblo
...en el tiempo de la cosecha de miel...
Entonces nos devolverán la choza hermosa
En palabras pintadas está el camino que hemos de seguir.
("8 Ahau", op. cit.)