Fedro Carlos Guillén lanza La sala oscura, escritos de un aficionado al cine
"Los críticos, nuevos mandarines de la cultura''
CESAR GÜEMES
Autor lo mismo de libros de texto como Educación ambiental, que de varia invención como Crónicas de la imbecilidad, Fedro Carlos Guillén es doctor en ciencias y asiduo al buen cine. De modo que mientras se desempeña como director general de Bosques Urbanos y Educación Ambiental en el Distrito Federal, la sociología aplicada a los recintos cinematográficos le ha permitido escribir La sala oscura (Paidós), que acaba de entrar en circulación.
Desde luego, es interesante que un doctor en ciencias tenga tal pasión por el cine como para reflexionar sobre el asunto y escribir un volumen. Así explica el autor la dicotomía: "Supongo que en un mundo en el que los especialistas son los nuevos dictadores resulta atípica mi conducta de entrometerme donde no me llaman o, dicho de otra manera, de meterme en lo que no me importa. Sin embargo, he defendido siempre la idea de que estas imposiciones sociales son absurdas y que operan para que eventualmente nos convirtamos en analfabetas funcionales. Mi doctorado es un accidente lo mismo que mi afición al cine, y más que vincularlos a través de técnicas analíticas, lo que he procurado es salir de las casillas recomendadas por la ortodoxia. En ese sentido creo que podría ser doctor en ciencias, bailarina de ballet o el que alimenta a los osos del circo, y el libro hubiera resultado el mismo. Porque parte de lo que intuyo, nunca de lo que sé".
-Por multitudinaria que sea la asistencia a las salas de cine, parece que en México la transmisión de códigos de conducta, a diferencia de lo que ocurría en la "época de oro", se hace ahora a través de la televisión. Entonces, Ƒqué medio "educa" o "deseduca" más, desde su punto de vista?
-Por supuesto comparto la idea de que la televisión es un medio más influyente en las percepciones de la gente. Me parece que el potencial que tiene la televisión en cuanto a su capacidad educativa es ilimitado (y no estoy pensando en un programa donde nos asestan claves para comprender mejor un concierto lo cual me parece de una hueva interplanetaria). Estoy consciente que el fin último de la tv no es educar, pero cada vez tengo más claro que influye profundamente en la imbecilidad de los televidentes. Para mí es evidente que la batalla se pierde día a día.
Uno de los apartados de La sala oscura se refiere a la crítica, de la cual nos dice Guillén en entrevista: "Los críticos de pronto se han convertido en los nuevos mandarines de la cultura y asumen, quiero pensar que sin mucha conciencia, que sus percepciones deben ser consumidas a rajatabla y sin chistar. Dios me libre de tal expectativa de la cual me alejaría como si fuera una plaga. No tengo nada contra los críticos, pero sí una cruzada personal contra la gente mamona, sean críticos o doctores en ciencias".
Otro apartado del libro está dedicado a las salas de cine, espacios que ahora cuentan, para quien quiera y pueda pagarlo, con las llamadas VIP. Al respecto opina Guillén: ''Me interesa como fenómeno, es evidente que esas salas están ahí para diferenciar a los que pueden de los que quieren. Como no soy VIP nunca he asistido a una y como van las cosas probablemente nunca lo haré. Me imagino a un señor satisfecho de sí mismo entrando a tales salas con la misma majestad que los que se sientan en primera clase en un avión y ven pasar al resto de los mortales hacia las galeras de la clase turista".
-Es claro que el cine lo ha formado, Ƒle dio tanto o lo mismo que la literatura o la academia?
-El cine me ha dado muy buenos momentos, entre ellos la posibilidad de besar a una bella a la sombra de la sala oscura. Me he divertido, he deseado la muerte de los peores villanos y he quedado estupefacto después de ver la semana del cine húngaro de la cuál solo entendí los créditos de las películas. Eso es el cine: un territorio claroscuro que da y quita pero al que no se debe renunciar jamás. Mucho menos por los críticos.