Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 17 de febrero de 2003
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Sociedad y Justicia

La retórica de la excelencia, ajena a la elevación de la calidad: Eduardo Ibarra Colado

Insta experto a responder con ética al neoliberalismo en la universidad pública

Llama a buscar "una vacuna efectiva contra la terrible enfermedad de la lógica del mercado"

KARINA AVILES

Si la universidad pública no enfrenta los embates del neoliberalismo, que impone a las comunidades académicas las reglas del mercado, dentro de poco no quedará más que recordar "a la universidad como una institución del pasado en la que se cultivaba el conocimiento que hoy se comercia por doquier como simple información utilizable", advierte el investigador Eduardo Ibarra Colado, en su estudio "La nueva universidad en México, transformaciones recientes y perspectivas".

El doctor en sociología e investigador del área de estudios organizacionales de la unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) cuestiona: "ƑAcaso ya no hay espacio para la producción de saberes sin necesidad de contabilizarlos y envolverlos para regalo?"

En su estudio, incluido en el libro Nuevas políticas de la educación superior (editorial Netbiblo, en la serie Universidad Contemporánea), Ibarra Colado alerta sobre las transformaciones que han sufrido las instituciones de educación superior en México mediante dispositivos que suponen un nuevo ordenamiento de ellas bajo la lógica de la eficiencia económica y una profesionalización académica impulsada por esquemas de productividad que equiparan calidad con cantidad.

La modernidad, explica, "se ha constituido como momento de ruptura radical que implica la construcción de una universidad sustancialmente diferente de la que conocimos en el pasado para atender las exigencias sociales y económicas implicadas en el nuevo ciclo de integración global que confrontamos".

Señala que los cambios para construir ese tipo de universidad se han generado mediante diferentes dispositivos como la operación de nuevas normas, tecnologías y procedimientos para el manejo de las conductas de los sujetos basadas en la exaltación del individualismo y la competencia.

"Tiempos del rendimiento"

Así, se busca crear académicos que obedezcan a "los nuevos tiempos del rendimiento". Bajo ese esquema, "quienes participamos cotidianamente en la universidad somos otros, muy distintos de los que éramos en el pasado; la mentalidad y las acciones de individuos y grupos se han transformado radicalmente prefigurando un escenario en el que la excelencia, independientemente de lo que ella signifique, se erige como norma".

La retórica de la "excelencia", indica, concretada en la operación de mecanismos de evaluación, lo que busca es un nuevo modo de existencia de las universidades, marcado por la contabilidad de resultados más que por verdadera elevación de la calidad.

La evaluación "debe ser considerada como una tecnología liberal de influencia directa, desde la que las instituciones son 'obligadas a ser libres', pues se les deja actuar poniendo en operación controles basados en el mercado.

"De lo que se trata es de actuar bajo un principio de autonomía regulada, donde quien actúa interioriza, no siempre de manera consciente que tendrá que ajustarse a los criterios de la 'sociedad/mercado'; ella se encargará, mediante las decisiones de cada uno de sus miembros, de sancionar la pertinencia de su actuación".

El investigador va más allá y advierte que los mecanismos de evaluación son instrumentos que han permitido mayor conducción gubernamental del sistema y bajo sus dictados, el "Estado ha encontrado nuevos dispositivos de regulación que posibilitan la redefinición de la identidad de la universidad como corporación burocrática al servicio de la economía y la sociedad".

Pero las nuevas formas de remuneración a los académicos han permitido también una "vigilancia a distancia" de los profesores y una "conducción institucional más precisa de su trabajo", añade. Los profesores y los investigadores "han ido adquiriendo una autonomía práctica que les permite decidir cómo efectuar su trabajo, con la condición de rendir cuentas de manera periódica y atendiendo las prioridades asignadas mediante los instrumentos de evaluación".

Pero estas prácticas de racionalidad neoliberal se encuentran gobernadas más por afanes económicos que "implican la destrucción del otro, que por comportamientos éticos fundados en la solidaridad", destaca.

Explica que la operación de esos dispositivos de regulación ponen a debate dos cuestiones fundamentales: por un lado se discute si la importancia de la universidad se vería reducida al quedar ubicada como proveedora de servicios educativos a la sociedad, como se ha hecho con otros "productos" y, por otro lado, se discute hasta dónde estos cambios han significado "la reinvención de las identidades de los sujetos de la universidad bajo los principios del individualismo y la competencia".

Finalmente, el especialista afirma que "la universidad de excelencia, esa que opera bajo un régimen de gobierno neoliberal, se encuentra ya sin duda con nosotros, integrando dispositivos muy variados que empiezan a moldear de una manera distinta las identidades de instituciones y sujetos. El imaginario social ha empezado a jugar un papel muy relevante como ingrediente de tales dispositivos, al gobernar las conductas inconscientes de grandes contingentes de individuos que se encuentran infectados ya por el virus de la excelencia".

Frente a ello, destaca, es impostergable la búsqueda de una vacuna efectiva contra esta nueva terrible enfermedad de la modernización que es la lógica del mercado neoliberal. "No enfrentarla implicaría, antes o después, expulsar a las poblaciones que se resisten aún a la enfermedad, destruyendo las pocas defensas que les quedan.

"Después de ello no nos restaría sino contar el número de enfermos y enterrar a los muertos producidos por la epidemia, y recordar a la universidad como una institución del pasado en la que se cultivaba el conocimiento que hoy se comercia por doquier como simple información utilizable."

Eduardo Ibarra Colado enfatiza que el gran reto es trabajar por una nueva ética radicalmente distinta que nos permita "ser más allá de simplemente tener", así como "reconstruir la universidad bajo un modo de racionalidad que conserve las ventajas asociadas a la iniciativa individual y la actuación responsable, a la vez de favorecer la solidaridad y la equidad social".

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