Termina exhibición en la Galería Metropolitana
La encáustica libera a Pellicer López de pelear con las texturas
MERRY MAC MASTERS
El hecho de que una pintura tenga cera no implica que se le pueda llamar encáustica, al igual que no se puede usar la expresión quesadilla cuando no tiene queso, explica el pintor Carlos Pellicer López (Distrito Federal, 1948). Para que una obra sea ''en verdad" encáustica debe estar cauterizada, es decir, ''quemada con el fuego al final de todo el proceso", señala.
Encáusticas es la exposición de Pellicer López, con obra creada los anteriores tres años y medio, que hoy concluye exhibición en la galería Metropolitana (Medellín 28, colonia Roma).
''Me viene bien pintar a la encáustica, porque así no batallo con texturas. Es decir, las texturas que busco se me dan de manera natural en la encáustica. Además, esa riqueza que proporciona el brillo de la cera, que es algo muy especial, me gusta mucho. Siento que aviva los pigmentos", expresa.
Gusto por la poesía
El catálogo de la muestra contiene un texto de Eliseo Alberto, en el que se refiere a un cuadro de Pellicer López que durante años colgaba en la pared del estudio habanero de su padre, el poeta Eliseo Diego. Sobre la relación de su obra con la poesía, el pintor señala: ''Esperaría que fuera muy abundante -quién sabe si lo consiga-, y no sólo la poesía de mi tío (Carlos Pellicer Cámara). Me gusta mucho la poesía y tengo autores que son de cabecera. No leo una diversidad grande de poesía, pues casi siempre llego a los mismos poetas que ya conozco y releo".
Respecto de sus paisajes de índole abstracta, comenta: ''Por lo general, el cuadro nace en un instante en el que se me ocurre una imagen, ya sea a raíz de algo que tengo o he tenido frente a los ojos. También por algún agrupamiento de sensaciones, que puede ser por medio de otro sentido y no sólo la vista".
El cuadro Sol en la mesa es un ''comentario" sobre un poema de Gabriel Zaid, que describe ''cómo, al ver un vaso sobre la mesa, aparece el espíritu santo en una especie de variación sobre el gran poema de José Gorostiza, Muerte sin fin. Por eso, en el cuadrado del centro hago una relación muy subjetiva de cómo en un vaso de agua se pueden presentar todos los colores, es decir, cómo un prisma descompone el rayo de luz".