INTELIGENCIA VERSUS GUERRA
Bush fomenta una táctica que propiciará
una conflagración universal, alertan
Reivindican científicos su papel social en tiempos
de guerrerismo
Si el inquilino de la Casa Blanca ataca a Irak, abrirá
las puertas del infierno: Drucker
China y los musulmanes fundamentalistas, potenciales
adversarios de Estados Unidos
Con una guerra como la que busca emprender Estados Unidos,
''quedaría poca civilización''. En este contexto es necesario
hablar del papel de los científicos, a quienes muchas veces se les
acusa de generar conocimientos para el armamentismo. Sin embargo, la función
del científico es crear nuevos conocimientos, y el uso que se les
dé ya no depende de los hombres de ciencia.
Alfredo
López Austin (historiador, investigador emérito de la
Universidad Nacional Autónoma de México): La profecía
(vertida en El cataclismo de Damocles, de Gabriel García
Márquez) deja de serlo cuando ya está en marcha. La política
del gobierno de Estados Unidos no es suficiente para cometer los actos
atroces. Es indispensable la complicidad de otros gobiernos: los oportunistas,
los serviles, los sumisos, los pusilánimes, los hipócritas,
tan canallas y asesinos todos como el prepotente. También es indispensable
que millones de hombres -miembros todos de esta especie que se proclama
inteligente- se dejen conducir con la proclama pueril, insustancial, casi
idiota de la lucha contra el Mal.
René Drucker Colín (neurofisiólogo,
coordinador del Sistema de la Investigación Científica de
la UNAM): Si realmente ocurre lo que parece inminente nos vamos a ver inmersos
en una guerra cuyas consecuencias serán desastrosas. Seguramente
va a haber un desastre nuclear, una sicosis colectiva mundial y alianzas
basadas en la conveniencia de gobiernos y de líderes del mundo que,
por miedo, se aliarán a la locura del inquilino de la Casa Blanca.
El poder militar que tiene Estados Unidos terminará siendo una catástrofe
para todos los países. Nadie en el mundo, como el país del
norte, ha invertido enormes cantidades de dólares en la tecnología
de guerra. Ese hecho lo hace el Estado más peligroso que hay en
la Tierra.
Estados Unidos lo que defiende en realidad es una especie
de fascismo. Ellos creen que tienen la verdad en la mano, que saben lo
que es bueno para la humanidad y fomentarán a toda costa esa política
porque dicho país vive a expensas del resto del mundo y su economía
depende del desastre financiero que atraviesen los demás países.
Con una guerra como la que pretende emprender Estados
Unidos, quedaría poca civilización. En este contexto, se
hace necesario hablar del papel de los científicos, a quienes muchas
veces se les acusa de haber generado el conocimiento para la estructura
de la guerra y es cierto. Sin embargo, la función del científico
es generar nuevo conocimiento y el uso que se dé a éste no
es responsabilidad del investigador. Aunque también hay científicos
conscientes de que lo que hacen se utilizará para la industria bélica,
de manera que tienen la alternativa de renunciar a ello o ser cómplices
de la destrucción de la sociedad.
En fin, Estados Unidos busca enemigos ficticios y fantasmagóricos
como los que encuentra Bush en todas partes. Pero también tiene
una cantidad de enemigos bien ganados. Los estadunidenses han estado presentes
en casi todas las guerras del siglo pasado y han sido el elemento de destrucción
más terrible que ha conocido la sociedad históricamente.
El inquilino de la Casa Blanca está enfermo. Si ataca a Irak va
a abrir las puertas del infierno y yo creo que así será.
Donato
Alarcón Segovia, médico y miembro de El Colegio Nacional:
La guerra actual es resultado del predominio tanto bélico como económico,
al haberlo adquirido una nación (Estados Unidos) por encima de las
demás: Si bien esto puede no ser indefinido, ya se ve en lontananza
el reto de China, pero sí puede ser largo. Entonces, el problema
es que este país adopte la actitud de policía del mundo y,
más recientemente, desde el 11 de septiembre del 2001, hasta en
cierto modo como señor de horca y cuchillo.
Ante los demás, George W. Bush acusa a gobernantes
como Kadafi, en Libia, Saddam Hussein, en Irak, y a los fundamentalistas,
de estar provocando los problemas, pero no se percata de que él
como gobernante ha tomado una actitud equiparable. No se puede considerar
a Bush un dictador, pero sí ha dado esa tónica a su gobierno:
la de halcón, misma que fomenta lo que casi seguramente desembocará
en una guerra.
Pero Bush no sabe lo que está desatando. No se
trata de misiles que saltarán de un lado a otro, como dice Gabriel
García Márquez. Lo peor que está desatando es el odio.
Un odio que ya está ahí y lo va a acendrar con la cada vez
mayor posibilidad de que ese odio se materialice como ya sucedió
con los aviones que fueron impactados en blancos importantes de Estados
Unidos. Con ello, el potencial de otros tipos de guerra de tipo bacteriológico
se va acrecentando.
Recuerdo que cuando ese país y la entonces Unión
Soviética tuvieron juntos el predominio mundial guardaron virus
de la viruela con la posibilidad de usarlo más tarde, mientras a
nosotros nos dijeron que la viruela estaba erradicada del planeta.
Hay otras maneras de descartar a poblaciones o por lo
menos voltear la vista hacia otro lado mientras éstas merman. No
podría llamarlo un mecanismo de hacer la guerra, pero hay políticas
que cierran los ojos ante lo que significa la disminución importante
de la población de Africa subsahariana, como resultado del sida.
El
resultado de una guerra química o bacteriológica sería
diferente a la planteada por García Márquez hace ya más
de 15 años. El panorama no sería la erradicación del
mundo con la afectación del sistema planetario solar, sin embargo,
sería de una crueldad tanto más terrible al causar enfermedades
letales. Desde el 11 de septiembre, en el pensamiento de muchos de los
estadunidense parece haber más la búsqueda de la venganza
que de la razón por lo que ocurrió. Si no se busca la razón
se puede dar pauta, a la larga, a una tercera guerra mundial. Hay dos potenciales
adversarios de Estados Unidos para una tercera guerra: uno es China, que
podría tomar el papel que tuvo la ex Unión Soviética,
y el otro son los musulmanes, que de llegarse a unir y a caer en manos
del fanatismo fundamentalista podrían repetir lo que dio lugar en
los siglos VIII al XV, de reto musulmán a Occidente, pero probablemente
no el ilustrado de los califatos de Córdoba y Granada, sino el irracional
de la destrucción de la Biblioteca de Alejandría o, más
recientemente, los grandes Budas de Afganistán.
Helena Beristáin, filóloga e investigadora
emérita de la UNAM: Solamente los seres humanos podemos construir
un mundo positivo donde quepamos todos y también podemos evitar
su destrucción. Eso se debe a que sólo nosotros hemos acuñado,
en millones de años, el lenguaje. Gracias a él nos ubicamos
en el mundo, gracias a él sabemos nuestro pasado y calculamos nuestro
futuro. Pero -claro- toda herramienta puede ser utilizada para bien y para
mal.
La cultura mestiza mexicana es de muchos quilates porque
es herencia nuestra la organización cooperativista que ha producido
el milagro de la sobrevivencia de nuestros pueblos indígenas y la
conservación de su milenaria sabiduría: su conocimiento del
universo, su calendario, su saber sobre astronomía, sobre biología,
sobre botánica, sobre medicina. Su empleo cotidiano del lenguaje
mediante una retórica conciliadora, humanista, consciente de la
presencia del ''otro'' que es un otro ''yo'', para quien nosotros somos
el ''otro"; consciente de que somos seres gregarios y la guerra es, por
ello, estúpida. No podemos y no debemos vivir como perros. Somos
animales humanos, debemos ser más humanos y menos animales.
Los mexicanos no tenemos la religión de la ''ganancia''
que nos quieren inocular. Nacemos para aprender, para enseñar, para
colaborar en la construcción del tejido social y del progreso y
para la conservación y el mejoramiento de la vida de todos. No nacemos
para morir, aunque morimos. Los espíritus constructores no mueren
nunca; son puntos memorables y cotidianamente rememorados del tejido de
la historia humana y del mantenimiento del planeta que es nuestro hogar;
hogar de todos, no sólo de los que padecen tal delirio de grandeza
que están decididos a morir con tal de matar para saquear. Para
eso existe el comercio. El que no tenga petróleo, que lo compre.
El que lo tenga, que lo venda. Opongámonos a la guerra. Que nuestra
meta sea lograr que nunca más haya una guerra. Que los que viven
de guerrear inventen otro modo de sobrevivir. La gran mayoría quiere
vivir. Nadie necesita ganar para vivir mil años, porque nadie los
vivirá. Juntemos 6 mil millones de firmas de 6 mil millones de cuerdos
que sí quieren vivir y conservar su casa -el planeta Tierra- para
vivir.
Cinna Lomnitz Aronsfrau, sismólogo e investigador
emérito de la UNAM: En 1950, una reportera le preguntó a
Albert Einstein si la historia pasaba por un momento crítico ante
el problema nuclear. Einstein respondió: ''Siempre estamos en un
momento crítico de la historia humana''. Y creo que eso hay que
repetirlo.
También hay un famoso proverbio de Mao Tse-Tung,
quien dijo: ''prepárense para la guerra y los desastres''. Tan sólo
en México tenemos cerca de 10 desastres naturales por año,
lo cual no sólo representa un alto riesgo, sino un retraso. Y yo
siento que no estamos preparados ni para la guerra ni para los desastres.
En México, por ejemplo, estamos atrasados en política, no
en ciencia y tecnología. Nosotros sufrimos una falta de madurez
política porque nos la pasamos reaccionando y no nos adelantamos
a los hechos. Países como Canadá, por ejemplo, tienen grupos
que están pensando qué hacer para que los gringos
no se los coman. Ese es el gran problema canadiense y creo que también
el nuestro.
Los estadunidenses no sólo tienen el dominio unipolar
de la política y de la guerra, sino hasta de la historia. Considero
que recientemente ha habido un cambio que tiene que ver con que los estadunidenses
-y no hablo de Bush- muy a pesar de ellos mismos están aprendiendo
que hay otras gentes en la tierra que no son estaduidenses, cosa que no
sabían. Por otro lado, creo que está latente -desde la primera
bomba a Hiroshima- la posibilidad de una explosión nuclear.