INTELIGENCIA VERSUS GUERRA
Desde 1986, García Márquez alertó
sobre la carrera armamentista y la amenaza nuclear
Científicos y artistas condenan el belicismo
de Estados Unidos
La falta de respeto a la vida, inherente al hombre
El país del norte se preocupa porque Irak tenga armas nucleares,
pero nada dice él por tenerlas La humanidad no se va a suicidar
ERICKA MONTAÑO, KARINA AVILES, ANASELLA ACOSTA
Y ARTURO JIMENEZ
En 1986 Gabriel García Márquez ofreció
en Ixtapa, Guerrero, el discurso El cataclismo de Damocles, en el
que advirtió los peligros de la carrera armamentista y una guerra
nuclear. Hoy seis de cada 10 estadunidenses apoyan la intervención
militar de su país contra Irak, mientras que la cadena televisiva
Al Jazeera dio a conocer este martes una grabación en la que presuntamente
Osama Bin Laden insta a los musulmanes a apoyar la causa iraquí.
Desde el pasado octubre los amagos del presidente George W. Bush se han
intensificado. A partir de la fecha, La Jornada ha mantenido conversaciones
con científicos como Alfredo López Austin, René Drucker
Colín, Donato Alarcón Segovia, quienes advierten sobre los
peligros reales de una conflagración mundial. También contamos
con el punto de vista de artistas, escritores e intelectuales que ahora
presentamos, cuando la metáfora damocliana se ha convertido en emergencia
universal.
Alvaro Mutis (escritor): Una situación como
la presente, que denuncia con tanta claridad y lucidez Gabriel García
Márquez en su artículo, es algo que se repite en la historia
del hombre desde las cavernas hasta hoy; no tenemos remedio. La violencia,
la crueldad, la falta absoluta de solidaridad con los demás y la
falta de respeto a la vida humana es una condición continua en la
vida del hombre. No ha habido un día en la historia del hombre en
el que no se presenten este tipo de fenómenos, en los que la vida
humana pierde completamente todo valor. Entonces, ¿por qué
nos sorprendemos hoy y por qué no nos sorprendimos cuando Hiroshima
y Nagasaki? Es lo mismo, estamos en un mundo de agresión continua.
El famoso progreso, que no hay tal, el único progreso válido
sería un progreso moral. El progreso técnico lo que hace
es más rápidas, más crueles,
más brutales estas acciones del hombre. No tenemos remedio. Escribí
un artículo que se titulaba ''Fracasamos como especie'', como especie
la especie humana es realmente un fracaso.
Sergio Pitol (escritor): La ponencia de García
Márquez sobre la demencial carrera del armamentismo nuclear y un
posible, tétrico, futuro de destrucción total del planeta
cobran nueva resonancia en esta época de belicismo rampante. Si
uno recuerda los discursos de los representantes de las grandes potencias
al crear la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la severa
autocrítica que se hacían por la ceguera moral del pasado
que condujo a la guerra, y los votos por encontrar vías adecuadas
para evitar en el futuro el recurso último de la guerra, vemos cómo
en 50 años la humanidad ha retrocedido moralmente. Las apariciones
recientes de Bush en los noticiarios, sus gestos, su vociferación,
su lenguaje ramplón me recuerdan al grotesco personaje de El
gran dictador, película de Chaplin en la que caricaturizaba
magistralmente a Hitler y a Mussolini en vísperas de la segunda
guerra. Esperemos que las corrientes liberales de su país y del
mundo logren sofocar los ánimos de ese personaje y el entorno fatal
que lo rodea.
David Huerta (poeta): El discurso sobre la carrera
armamentista tiene como ahora, por desgracia, una cualidad profética
y en cierto modo se sitúa en la antípoda de esa escuela o
corriente literaria que llamamos realismo mágico. Podemos hablar,
cuando nos referimos a ese discurso, de un realismo a secas o de un realismo
crudo. Los datos que proporcionaba don Gabriel en aquella ocasión
seguramente son, varios años después de que pronunció
ese discurso, peores ahora. Creo que la investigación que le da
sustento al discurso tiene plena validez, y las correcciones a las cifras
y gasto armamentista a que se refería en esa ocasión sólo
tienen una cualidad ominosa porque serán, necesariamente, peores.
La política mundial ha empeorado en todos sentidos. El alegato de
García Márquez en contra del gasto armamentista tiene plena
validez y debemos atenderlo y enarbolarlo, no sólo estudiarlo, como
una propuesta, como un documento de las necesidades que no pueden y no
quieren satisfacer los gobiernos de los países más poderosos.
Alberto Blanco (poeta): Hacer un comentario personal
sobre la situación del mundo en estos momentos me resulta no sólo
aventurado, sino desmesurado. Por ello no se me ocurre nada mejor que decir:
repetir aquello que hace más de 2 mil años quedó asentado
en El Dhammapada:
Todos los seres tiemblan ante la violencia.
Todos temen la muerte, todos aman la vida.
Tú no mates ni seas causa de matanza.
Si te ves a ti mismo en los demás,
¿a quién puedes hacer daño?
¿qué mal puedes obrar?
Aquel que busca la felicidad
haciendo daño a los demás
no hallará nunca la felicidad.
Pues tu hermano es como tú:
También quiere ser feliz.
Carlos Montemayor (escritor): La única salida
que encuentro a la barbarie creciente de la globalización y del
poderío militar estadunidense es el fortalecimiento de movimientos
de resistencia que vayan desde las organizaciones que se han manifestado
desde Seattle a Johannesburgo y la resistencia social de pueblos o regiones
enteras como lo han mostrado a lo largo de siglos las culturas indígenas
y, en nuestro tiempo, los zapatistas. La fuerza social es la única
que puede frenar la voracidad financiera y militar de nuestros días.
Mientras haya resistencia en Génova, Barcelona, Praga, Seattle,
Washington y en las montañas del sureste de México, no todo
se ha perdido.
Juan Bañuelos (poeta): Siete u ocho países
millonarios del mundo quieren imponer su voluntad. Una vez caído
el Muro de Berlín y que la Unión Soviética desapareció,
quieren repartirse la tierra. Ello significa que habrá un mundo
habitado por millonarios y pobres. En el caso de América Latina,
comenzando por México, los países pobres se convierten en
gerentes de maquiladoras para llegar a una conformación regional,
en lo inmediato con el Plan Puebla-Panamá. Hay toda una política
dictada por Bush para enfrentar a aquellos que no acepten su voluntad.
Respecto del armamento nuclear y la idea de acabar con Irak, espero que
al igual que cuando apareció la bomba atómica y la humanidad
reaccionó, detengan este armamentismo y esas ideas de querer acabar
con los más indefensos, diciéndoles ''trabajan para nosotros
o son esclavos, o desaparecen". La propuesta de los indígenas es
renovar el concepto de humanismo, que siempre se ha hecho a un lado, para
que los hombres se respeten unos a otros, pero esto parece no convenirle
a ningún gobierno. Por el contrario, parece que esta gente estorba.
No sabemos lo que viene (...) pero la humanidad no se va a suicidar. Tiene
que reaccionar ante este capitalismo salvaje que nos quieren imponer.
Elena Poniatowska (escritora): A lo largo de la
historia creo que sólo ha habido 13 días sin guerra en el
mundo, según especialistas que hicieron el cómputo de las
guerras entre los hombres de la Tierra. Se han encontrado cuchillos primitivos
en cuevas milenarias que son prueba de la agresividad del hombre. Pero
también ha habido grandes ganadores de la paz, como fue Martin Luther
King, y ganadores del premio Nobel que jamás debieron obtenerlo,
como Henry Kissinger. Nosotros somos quienes fraguamos nuestro propio genocidio,
no hay peor enemigo del hombre que el hombre mismo. En América Latina
tuvimos un premio Nobel de la Paz, Alfonso García Robles, que logró
la desnuclearización de América Latina, lo que fue un beneficio
enorme para nuestro continente, pero eso no quiere decir que no nos vaya
a alcanzar la locura de los otros. Es terrible que se quiera atacar a Irak
y la actitud bélica con la que se ha pretendido resolver el problema
del 11 de septiembre. Ojalá las mujeres del mundo, quienes damos
la vida, nos uniéramos contra la carrera armamentista. Coincido
con García Márquez en su desesperación, tal parece
que en lugar de futuro nos estamos forjando un infierno. Aun así,
siempre he sido una mujer de esperanza.
Ernesto de la Peña (filólogo): El
ser humano se encamina a una catástrofe de dimensiones mundiales.
Por desgracia el país más poderoso de la Tierra está
gobernado por un imbécil e inepto que es George W. Bush, hijo de
otro inepto que no supo gobernar y que cuando decidió atacar a Irak,
país liderado por otro demente -éste sádico y asesino-,
ni siquiera pudo acabar con él. George W. Bush es un individuo violento,
a él le achaco buena parte de las desgracias actuales, no todas,
porque los fundamentalistas, de cualquier religión, no sólo
los de el Islam, son irracionales y con un peligro mayor: se sienten llamados
por Dios y en su nombre matan, destruyen y acaban con todo. Y si hay un
individuo incapaz y violento frente a esta situación, pasa lo ocurrido
tras los ataques a las Torres Gemelas. Si la humanidad en verdad tuviera
gobernantes que independientemente de considerar su posición de
privilegio bélico, se preocuparan por la educación, la cultura,
la buena alimentación, la igualdad de oportunidades, la seguridad
pública y, en general, por las labores de índole humanística,
habría una salida. Si existiera una buena educación dictada
por principios, si no universales, sí generales y aceptables para
todos, que se sumara a algo tan fundamental como el respeto a la naturaleza,
nos iría mejor.
Margo Glantz (escritora): Veo que la situación
es muy grave, sobre todo cuando existe la ceguera de los dirigentes mundiales
y el peligro que representa un posible ataque contra Irak. Es un error
quizá tan grave como el de la Segunda Guerra Mundial. Se dice que
el ataque a Irak es para evitar una guerra nuclear, algo que me parece
muy curioso si se recuerda que el ataque atómico contra Hiroshima
y Nagasaki no lo hicieron los iraquíes. Las consecuencias de una
eventual guerra nuclear representarían para la civilización
destrucción masiva de vidas humanas, de ecología y cultura.
Se vendría abajo cualquier posibilidad de definir los derechos humanos,
pues éstos no existen en tal escenario. Es terrible que no se den
cuenta de lo que puede ocasionar un ataque a Irak, la destrucción,
el odio, la conflagración mundial, la pérdida de recursos
ecológicos y, obviamente, un ataque masivo a la cultura. Aun así,
hay ciertas formas de resistencia y la gente propicia formas de cultura
más populares, más colectivas, como ocurre en Argentina.
Miguel León-Portilla (historiador): Uno
de los indicios de que el ser humano no es precisamente un animal racional
es justamente que tenga estas armas de destrucción masiva. Si fuéramos
racionales buscaríamos otros caminos para resolver nuestras diferencias.
La realidad me parece muy triste. Es muy preocupante que la humanidad tenga
a su disposición armas que puedan acabar con ella y con la Tierra.
Todo lo que se ha hecho -el Tratado de Tlatelolco aquí en México
para declarar zona no nuclear a América Latina- es poco si el de
junto tiene armas de este tipo. A Estados Unidos le preocupa mucho que
Irak pueda tener armas nucleares, pero no le preocupa que ellos sí
las tengan y puedan destruir la humanidad. Creo que en esto, como en muchos
otros problemas, la educación tiene que desempeñar un papel
clave. Para mí, en México la educación es la única
que nos puede salvar. Si no tenemos una preparación adecuada, si
no capacitamos a los mexicanos, ¿cuál va a ser nuestro destino?
¿Ser proveedores de mano de obra barata en las maquiladoras o cruzar
del otro lado para que nos desprecien y nos paguen cualquier cosa? Quiero
ser optimista respecto del futuro de la humanidad, pero hay que decir que
está en peligro desde el momento en que se tiene la posibilidad
de destruir todo.
Gerardo de la Torre (escritor): Me preocupa el
11 de septiembre como un hecho que desencadenó o mostró la
posibilidad de hacerle la guerra al imperio en el corazón del mismo
imperio. Y me preocupa porque el imperio, léase Estados Unidos,
ha asumido por su cuenta una tarea que antes compartía con la Unión
Soviética, la de gran gendarme del planeta. Me preocupa que tan
desembozadamente, tan cínicamente, con un espíritu de conquistador,
ese país se lance, por ejemplo, a una guerra contra Irak. Desde
luego destruirá a ese país en dos patadas y Saddam Hussein
morirá o no, o dejará el poder, pero esto tiene consecuencias
impredecibles que no sabemos hasta dónde nos pueden llevar. Debemos
estar muy claros de eso y lanzarnos con todo contra esa posibilidad de
que el gendarme mundial haga lo que se le pegue la gana contra quien se
le pegue la gana, pues provocaría reacciones y contrarreacciones
que nos pueden llevar al final del mundo y, como dice García Márquez,
que no haya aquí, en el futuro, más vida que la de las cucarachas.
Juan Soriano (pintor): El texto de García
Márquez es precioso, pero pertenece a la literatura. La realidad
no es así. La realidad es lo que vivimos, lo que se ve siempre y
se ha visto en la historia de los seres humanos. Nuestros antepasados crearon
la cultura, las artes, el lenguaje, y el mundo, pero no pudieron crear
ese mundo sin guerra, sin odio, sin todo lo que somos. Para mí esto
no tiene remedio porque el mundo es así. Solamente que la especie
se prolongue y viva a pesar de las guerras y de las malas interpretaciones
y los odios que tiene un hombre contra el otro, un grupo de habitantes
de un lugar contra un grupo de otro lugar. O solamente con un cambio, pero
eso sería casi hablar de otro humano. Y ésta no es una visión
pesimista sino que es nuestra manera de ser. Es como los alacranes, cuya
naturaleza es picar. No quiero muchas cosas, entre ellas no quiero la guerra,
no me gusta, no soluciona nada. Pero el hombre, tal como lo he conocido,
es así. Los humanos somos terribles, somos de veras terribles. El
odio no es nada más que una cosa horrible. Y luego viene la reacción,
el odio contra el odio.
Guillermo Samperio (escritor): En la práctica
no es necesaria una bomba atómica porque el desastre que vive la
humanidad en este momento equivale prácticamente al lanzamiento
de varias bombas atómicas, aunque quizá no del poder del
que habla Gabo. Pero el desastre ecológico, la hambruna tremenda
en el mundo, las guerras permanentes, la globalización depredadora,
son factores que, si los juntamos, equivalen al lanzamiento de varias bombas
nucleares. Desde luego que la estocada sería que, en el contexto
actual, los árabes, los judíos o los estadunidenses lanzaran
bombas nucleares y entraran a una guerra atómica. Veo que la debacle
no está muy distante. Debe hacerse una revisión de los órganos
mundiales como la ONU, la Organización de Estados Americanos o el
Tratado del Atlántico Norte y que los países pobres tengan
más injerencia, porque finalmente es en ellos donde la debacle es
más terrible. En última instancia, el mundo lo dominan los
que son más poderosos, no sólo económicamente sino
desde el punto de vista armamentista. Pero desde la perspectiva de los
derechos humanos, cualquier país tiene el peso suficiente para replantear
las políticas económicas y tecnológicas del planeta,
hacia una política de control de uso de energía y de los
recursos de la Tierra. Que la nueva humanidad, en caso de que hubiera una
guerra atómica, tenga su propia experiencia. Muchas culturas han
resurgido del olvido. Y quizá aquella humanidad que venga después
de la posible guerra atómica necesite aprender su propio camino.
José Luis Rivas (poeta): Lo único
que me viene a la mente es un pensamiento de Paul Valéry, que dice:
''Cuando los hombres dejen de marchar, entonces serán libres".