ASTILLERO
Julio Hernández López
Oscares excomulgables
Con ayuda foránea, el cine mexicano derrota al conservadurismo
EL VERDADERO CAMBIO mexicano pareciera venir con una bolsa de palomitas. Mientras el presidencialismo blanquiazul disfraza conservadurismos legionarios y nostalgias porfiristas con ropajes discursivos de modernidad ranchera, en varias de las fabulaciones recientemente llevadas al cine parecería haber auténticas transformaciones. Cambio en la pantalla frente a la pantalla del cambio, como lo muestran las postulaciones oscarinas que de fuera dan refuerzo a actores, escritores, técnicos, productores, directores y público mexicanos, que han vivido en su país el riesgo de la censura clerical, de la hipocresía social, del oscurantismo sexual y del malinchismo.
CANDIDATURAS QUE PODRIAN quedar en eso, y no llegar a la entrega entre alborozos de la famosa estatua. Concurso cuyos criterios e historial no necesariamente garantizan calidades sino a veces justamente todo lo contrario (el cine convertido en mera industria; la taquilla como criterio rector; la frivolidad y la espectacularidad como recursos altamente apreciados). Pero, llévense o no los mexicanos postulados alguno de los Oscares, la sociedad mexicana ya podría darse por premiada, no obligadamente en términos artísticos o técnicos, pero sí en el terreno de la libertad y la tolerancia.
EL CASO MAS NOTABLE es el de El crimen del padre Amaro, dirigida por Carlos Carrera, que enfrentó en México la sublevación de los grupos más conservadores, impulsados por el clero católico. Cual si la nación fuese algo así como la audiencia de una misa y los curas siguieran siendo los guías espirituales del Rancho Grande, se quiso aplastar una historia presuntamente sacrílega mediante la fuerza del púlpito, que virtualmente amenazó con las llamas eternas en el infierno a quien osara posar sus ojos sobre la cinta pecaminosa. Jóvenes vestidos con camisetas invocadoras de la Virgen de Guadalupe pasearon por las taquillas de las salas cinematográficas, para recordar a quienes estaban en fila de la ofensa que harían al catolicismo viendo a Gael García y Ana Claudia Talancón en los estelares de la adaptación hecha por Vicente Leñero a la novela de José María Eça de Queiroz. La respuesta social fue signo de libertad de conciencia y de rechazo a los inquisidores ensotanados. Luego, el tiempo -muy poco tiempo- mostró con abundancia que los temores de los gerentes del catolicismo provenían no de ficciones literarias o cinematográficas, sino de sus propios expedientes poblados de casos de abusos sexuales a menores, de matrimonios y paternidades disfrazadas, de homosexualidad apenas embozada y de escándalos de moral ante los cuales la película condenada parecía tibia, amorosa y refinada referencia.
Y TU MAMA TAMBIEN marcó otro momento de irritación moralina. Según las instancias calificadoras de la Secretaría de Gobernación, las historias de adolescentes, sobre todo si se refieren al despertar sexual, deben ser vistas sólo por adultos (tal vez para que así puedan confirmar que la censura suele dejar peores huellas que la libertad). La libre relatoría de andanzas juveniles cargadas de sexo, desparpajo e irreverencias hizo que los voceros del conservadurismo más depurado también pusieron el grito en el cielo (o cuando menos ante los representantes de esa celestialidad en la tierra, que según eso serían los sacerdotes, las agrupaciones del tipo de la vela perpetua y las organizaciones civiles del corte de Pro Vida).
EL CASO DE SALMA Hayek y su Frida es altamente sintomático de malinchismos de elite. A la veracruzana se le ha regateado en casa el hecho inequívoco de que ha triunfado en el extranjero como ninguna mexicana salvo, en su circunstancia y menores proporciones, Dolores del Río. Como si se hubiera preferido lo testimonial (al estilo de la izquierda orgullosa de la preservación de los símbolos, aunque ello conlleve la rutina de las derrotas heroicas), se ha criticado a Hayek que para pelear en el mercado estadunidense hubiese hecho una versión de las historias de Frida Kahlo que atendiera a ese público disperso y en buena medida orgullosamente ignorante y desdeñoso.
HOY, ESAS TRES CINTAS están empujando con fuerza para abrir a plenitud las salas internacionales para el cine mexicano. Entendida formalmente como una producción estadunidense, Frida, postulada a seis Oscares, es resultado del esfuerzo de una mexicana luchadora y exitosa, que se ha hecho acompañar de otros mexicanos destacados para abordar, con todas las limitaciones que Hollywood impone, una historia mexicanísima. El crimen del padre Amaro, por su parte, compite en el torneo gringo por ser reconocida como la mejor película no estadunidense, y el honor al mejor guión podría ser dado a los hermanos Cuarón por Y tu mamá también (producida por Jorge Vergara, el dueño de Omnilife y ahora de las Chivas futboleras).
GANEN O NO GANEN alguno de los Oscares, y dejando para mejor ocasión el debate sobre el significado y la valía de esos reconocimientos, hoy es un buen día para ir a sentarse ante una pantalla grande y, con una buena bolsa de palomitas, festejar que, en realidad, los sueños de los mexicanos pueden salir adelante (šchin: ojalá y Martita no cobre regalías por el uso de cierres cursis de discursos o columnas!).
ASTILLAS: FOX, SIEMPRE FOX: culpando a los reporteros gráficos de las rechiflas campiranas: "No hubo chiflidos, porque luego se lee por ahí que hubo chiflidos. No es cierto. Ahí los fotógrafos hicieron šfiuuuu, fiuuuu, fiuuu! šBájense, bájense!, para poder tomar la fotografía, pero afortunadamente arrancó con gran fuerza"... Fox, siempre Fox: preguntando cómo se ve en la tele, para escuchar que muy bien, y repreguntando: "Ƒy en la prensa?", y, ya que las escuchas se habían quedado calladas, el regocijo vengador con botas: "Qué bueno que no leen los periódicos"... Marta, siempre Marta, recordó ante reclusas de Querétaro, a las que llevó cobijas, ropa y zapatos (Ƒse habrá colado algún gallito de las carísimas prendas de firma compradas con cargo al erario?), que su "apostolado" comenzó cuando tenía 12 años, "visitando una cárcel de mujeres". Luego se equiparó a las internas para defenderse de los ataques contra su movilidad política pagada por los contribuyentes: "las mujeres, en cualquier circunstancia que nos encontremos, aunque pareciera que estamos en los lugares más encumbrados, necesitamos enseñarnos a ser valientes. A que nadie, a que nadie nos diga, nos ultraje, nos insulte; nadie, absolutamente nadie", pues "debemos irradiar tranquilidad, y somos valientes, muchachas, ustedes y yo, en diferentes circunstancias, tenemos que afrontar diferentes dificultades de la vida"...
Fax: 5605-2099 [email protected]