Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 11 de febrero de 2003
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Cultura

Teresa del Conde/ I

Exposición J.C. Orozco

En dos de las salas del Museo Carrillo Gil quedó dispuesta la exposición José Clemente Orozco en Estados Unidos. 1927-1934. La curaduría corresponde a Renato González Mello. Varias de las obras exhibidas son conocidas aquí porque pertenecen al acervo del propio recinto y éstas sumadas a otras, procedentes de museos estadunidenses y de colecciones privadas, configuran una muestra a la que se le atribuyó una lectura, además de didáctica, muy elucidadora.

La museografía fue concebida por Armando Sáenz; es sobria, sin aspavientos, sin colorines, está destinada a no estorbar ni la visión ni la mancuerna de las obras con el espectador, es decir, ''desaparece", cual debe ser toda museografía que se pone al servicio de las obras, cosa que actualmente rara vez sucede.

Hay algunas cédulas explicativas, todas pertinentes, que introducen a los rubros principales en los que la muestra se divide. Esta habla por sí misma y plantea, entre otras cuestiones, el problema de la ''memoria nacional" de Orozco en momentos en los que él se encontraba lejos de su país, aunque es cierto que los dibujos que en conjunto integran Mexico in Revolution fueron, en una primera fase, realizados aquí. Igualmente la exposición hace ver que Orozco acude a los mitos universales para referirse a la historia si bien pretende eludir la narrativa, tan inherente a aquella etapa del muralismo y también presente en un vasto contingente de obras de caballete de la llamada Escuela Mexicana. Digo que ''pretende" eludir la narrativa porque eso, en principio, puede resultar imposible si es que se trata de presentar un tema, por ejemplo, de la índole de El retorno de Quetzalcóatl.

No es una exposición ''vistosa" y qué bueno que no lo sea. Es decir, nunca se pretendió -y es algo que se agradece infinitamente- que fuese un espectáculo. Se trata de un conjunto de piezas que hacen reflexionar sobre su propia índole en conexión con otras del mismo pintor. Más que otra cosa, traen a cuenta su idiosincrasia, sus modos de manejar la línea y el color, su ambivalencia respecto de los entornos que entonces lo rodearon: Nueva York, California (donde pintó el Prometeo de Pomona College) y Darthmouth en New Hampshire. En ese sitio se encuentra el mural de la Biblioteca Baker que estuvo en un tris de ser destruido y que afortunadamente defendieron a capa y espada los mismos directivos y estudiantes del college oponiéndose a los designios de los trusts, cosa que sucedió después de que Orozco terminó su trabajo allí y regresó a México.

Orozco es un pintor más inquietante que Diego Rivera y que Siqueiros, porque es escéptico, mucho menos obvio que sus colegas, ambiguo, sin fe en el futuro y por momentos hipercrítico, incluso cuando se suma, en cierta medida, a opciones que fueron propias de la pintura metafísica italiana (pese a que detestaba a Giorgio de Chirico) o a otras, que aunque parezca imposible, casi colindan con el surrealismo.

Hay cuadros soberbios que ni aun quienes nos hemos interesado en este pintor conocíamos, uno es Subway Post, anclado en una luz clara, brillante, que es la única concesión llamémosle ''atractiva" que el artista se propuso conferir a esta composición. Por el título podría pensarse que se trata de una vista urbana, pero en realidad allí no hay tal, sí la hay en otro cuadro que es de la colección del propio museo y que se identifica de primera mano como el puente de Queens en Nueva York, aunque la vista no sea la convencional.

El título correcto del mural en varios paneles de Darthmouth es La épica de la civilización americana. No veo bien el término ''épico" adjudicado por el autor a ese conjunto, que conozco in situ. De lo que pude percatarme fue de que cambiaba de idea conforme avanzaba en la ejecución de los bocetos previos, cosa que no sucedió con el mural Prometeo de Pomona. Están expuestos bocetos y diagramas de ésos y de otros murales.

Propondré un ejemplo de lo que digo, relativo a Darthmouth: la maestra anglosajona, de estatura descomunal, que aparece en la sección Anglo-América del mural, es una horrible mujer reprimida, autoritaria y puritana que se encuentra rodeada de escuincles oligofrénicos, todos rubios, algunos con cara de feto. Ahora que se exponen los bocetos previos es posible calibrar las diferencias entre éstos y la versión definitiva. Ambos bocetos (uno más que otro) son infinitamente ''más benignos".

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