Marco Rascón
El partido de Reyes Heroles
El PRD se proclamó partido "de izquierda" en su cuarto congreso, donde confirmó su vocación por la marginalidad y el gradualismo de la vieja burocracia de izquierda que había tomado el control definitivo de lo que fue el movimiento democrático más importante y trascendente después de 1968, al que se sumaron con oportunismo, no por convicción, sino ante el peligro de perder el registro.
El cretinismo de la burocracia en ascenso significó renunciar a la disputa por la mayoría, al síndrome del 88 (cuando fuimos mayoría), al impulso del partido, al movimiento que le dio origen, así como a los compromisos en política social y económica que le daban sustento antineoliberal y soberanista. El decreto bobo de declararse "de izquierda" no sólo significó empezar a andar el camino de la renuncia a ser izquierda, sino ceder la disputa por el centro político y la congruencia para sumarse al viejo régimen. Al declararse "de izquierda" renunció a ser mayoría, cediendo al PRI lo que consideraba su patrimonio, base ideológica de la unidad nacional que históricamente ha utilizado para subordinar a fuerzas consideradas en los extremos minoritarios de "derecha" e "izquierda".
Jesús Reyes Heroles y la venerada reforma política de 1977 avalaron la guerra sucia de finales de los 70 e integraron a la legalidad electoral al Partido Comunista Mexicano a fin de completar el cuadro ideológico formal de su democracia limitada. La inclusión de comunistas con prestigio social era la síntesis de la máxima reyesheroliana: "lo que resiste apoya", y logró dar aliento al viejo régimen otros 23 años.
La salida del PRI de Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez quebró los cálculos de Reyes Heroles y la posibilidad del cambio político se vio como algo cercano. El régimen tuvo que echar mano de las viejas burocracias de izquierda y de derecha para hacer de su minoría creciente el triunfo del enano de mayor estatura. La división del voto antipriísta posibilitó el ascenso de Salinas en 1988, y a partir de ahí el régimen trabajó para impedir que cristalizara un fenómeno: el FDN cardenista de 1988.
Cuauhtémoc Cárdenas y el naciente Partido de la Revolución Democrática mantuvieron durante los primeros años la disputa por el "centro", base de la gobernabilidad del PRI, por lo que era de alto valor subversivo y revolucionario reclamarlo para el nuevo proyecto nacional.
Más tarde, desde las oficinas de Salinas y de Zedillo las presiones se enfilaron hacia el PRD para que se declarara de "izquierda". Finalmente encontraron eco en la nueva burocracia perredista que durante el tercer congreso nacional impuso el cambio de objetivo: de "revolución democrática" pasó a luchar por una "transición pactada". En el cuarto congreso se completó la subordinación con la declaración del PRD como partido de "izquierda".
A partir de ese momento no fue extraño el viraje programático del PRD hacia la derecha. Con el aumento de recursos crecieron las prácticas facciosas de grupos, el clientelismo se convirtió en hábito, las prerrogativas se dividieron en corrientes, los movientos sociales se manipularon, surgió una burocracia soberbia y cínica, se acabó la militancia gracias a las "brigadas del sol" que extienden la nómina a las bases de los grupos, y la ilegalidad, fraudes y componendas se hicieron práctica habitual.
Los peores grupos con las prácticas más nefastas ascendieron como la espuma. La venta de leche adulterada y de despensas, que es una vergüenza, hoy es la base del prestigio de los políticos que ganan las encuestas Mitofsky. Se aprendió a hacer política no con lo prometido, sino con lo no prometido. ƑQué habría pasado si en 2000 Andrés Manuel López Obrador ofrece en su campaña el segundo piso del Periférico, traer a Giuliani, hacer del viejo clientelismo una política social y gobernar despreciando los poderes Legislativo y Judicial? ƑQué hubiera pasado si hace unos años hubiéramos visto el tipo de precampañas millonarias que se estila hoy de perredistas contra perredistas?
Al PRD se le abrieron espacios de poder a cambio de renunciar a sus principios y de escupir para arriba. Lo peor es que la burocracia perredista hace lo que hace en nombre de la izquierda, reventando principios y compromisos históricos, porque ha liquidado la credibilidad en el partido y cree que anunciando reformas futuras a sus manipulaciones presentes saldará los principios. En este sentido el PRD nunca ha sido de izquierda ni tiene posibilidad de llegar al poder, pues, antes que entreguista, esa burocracia es altamente inepta. Su única vocación radica en mantener su nómina y seguir sirviendo a la oligarquía con la que pactó desde 1996.
Vivimos la noche de los gatos perredistas, que luego de hacer sus cochinadas quieren taparlas rascando en el cemento.
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