TOROS
Cónclave de villamelones
La reventa llegó a su máximo histórico
LUMBRERA CHICO
Alguien debe preguntarle al jefe delegacional de Benito Juárez, el panista José Espino, cuánto ganó él, él, él, gracias a la escandalosa reventa que hizo gala de impunidad en torno de la Monumental Plaza Muerta, con motivo del 57 aniversario de la inauguración del coso más grande del mundo.
ƑO no se enteró, el funcionario, que las barreras tuvieron un sobreprecio de más de 500 por ciento, pasando de 450 pesos que valían en taquilla a 2 mil 500 en el mercado negro, o que las entradas generales de azotea, tasadas a 45 pesos en sombra y 40 en sol, aumentaron a 200 pesos, o que todo el trajín se efectuaba en las narices de los inspectores de esa demarcación?
šQué pasó, señor delegado! Un aficionado que el viernes pernoctó frente a las taquillas de la plaza y que era el quinto de la fila, se encontró a las nueve de la mañana con que ya no había una sola localidad numerada. ƑY sabe usted por qué? Hombre, porque los traficantes exhibían tamaños bonches de papeletas y les exprimían el máximo jugo posible porque tenían que sacar su ganancia, la de los empleados de la empresa y la tajada de los "representantes" de usted, señor delegado. ƑO va a decirnos que no se enteró?
En cualquier caso, la Convención Anual de Villamelones celebrada ayer, con todo y su gritona manifestación de animalistas punks a la puerta del embudo, congregó a 50 mil espectadores que permanecieron cuatro horas con 45 minutos "deleitándose" con el pésimo encierro que el doctor R escogió para asesinar la afición de quienes acudieron por primera vez en su vida y salieron prometiéndose que nunca más regresarán después de ver una corrida de 10 toros, de los cuales uno solo fue medio bravo, cinco carecían de casta y cuatro estaban enfermos y apenas lograban sostenerse en pie.
Tan malhadada combinación de reventa, ausencia de protección policiaca, incompetencia ganadera y mala fe del doctor R, fue coronada por la increíble conversión del juez Ricardo Balderas en el mochaorejas, pues vaya que se dedicó a regalar apéndices a lo loco, una a Ponce y otra a Luévano, así como a perdonarle dos avisos al valenciano. El "festejo", empero, será recordado por el faenón de El Zotoluco y la desaparición de El Juli, quien como Lolita, creció y perdió todo encanto. No lo vamos a extrañar.