Dice que organizará una cumbre entre Europa y América Latina en noviembre
Montiel Rojas despide a su "gran amigo", el embajador español, con lujoso banquete
"Atlacomulco", el nombre de la mesa principal para Hank Rhon y otros empresarios
ROSA ELVIRA VARGAS
Aunque desairado por muchos, el gobernador del estado de México, Arturo Montiel Rojas, logró reunir en el lujoso Club de Industriales a una audiencia variopinta para, en resumidas cuentas, despedir a su "gran amigo", el embajador de España, José Ignacio Carvajal, quien está por irse luego de permanecer cinco años en el país.
Hubo sólo dos discursos: el del mandatario mexiquense y el del diplomático. Y dos temas centrales: el futbol y la definición de que el estado de México ("ahora que no nos escucha ningún representante de Andrés Manuel López Obrador, y no se lo digan en absoluto") es la entidad más importante del país.
Profusas fueron las invitaciones a los medios de comunicación tanto de la entidad mexiquense como del Distrito Federal a "asistir a la comida", en la que se prometían presencias como las de Diego Fernández de Cevallos, Silvia Hernández, Demetrio Sodi y Lázaro Cárdenas Batel. No se presentaron. Tampoco acudió el embajador cubano, Jorge Bolaños, pero sí lo hicieron los representantes de Italia y Alemania.
También se apersonaron los panistas Fernando Margáin y Alejandro Zapata Perogordo, el ex secretario de Energía Luis Téllez, los empresarios Claudio X. González, Isaac Saba, Antonio Ariza y Carlos Hank Rhon (estos últimos instalados en la mesa principal), así como el ex gobernador Ignacio Pichardo Pagaza, pero no los demás antecesores de Montiel Rojas.
Y como no se sabía el motivo del ágape en tan caro y exclusivo lugar (donde hasta en los baños hay cuadros originales de Gunther Gerszo) ofrecido por "el Ejecutivo estatal", un vocero de Montiel Rojas anunció ahí, šcon diez meses de anticipación!, que se realizará en el estado de México una cumbre "entre Europa y América Latina" similar a la que anualmente tiene lugar en Biarritz, Francia, para cuya promoción se encuentra aquí el alcalde y senador de aquella ciudad, Didier Borotra.
Pero Montiel venía, sobre todo, a agasajar a su amigo el embajador español. Cuando fugazmente se refirió a la reunión internacional, que supuestamente se efectuará en noviembre, la ubicó para realizarse "el año que entra". Luego corrigió.
Ignacio Carvajal respondió a su anfitrión con elogiosos conceptos sobre el país donde radicó cinco años. Dijo: aquí "he conocido a muchos más españoles que en España". Confesó que a veces veía con envidia a sus similares de Grecia y Dinamarca, pues en muchas ocasiones "tenía la sensación de que los aviones aterrizaban directamente en la residencia de la embajada de España".
Más adelante ponderó las virtudes del cambio político en México y aseguró que la estabilidad con que se ha realizado "se debe tanto a la actual administración como a todos los fundamentos que se consiguieron a lo largo de 70 años".
Pero luego el diplomático lamentó que en México se haya heredado "una muy mala costumbre de los españoles": ser especialmente críticos con su propio país, desdeñando sus "extraordinarias virtudes", entre ellas hospitalidad, amistad y generosidad, que recibió, al igual que muchos de sus compatriotas, en el estado de México, "la entidad más importante en cuanto a pujanza económica y recursos humanos".
Por ahí siguió Carvajal. Lo escuchaban, atentos, decenas de invitados distribuidos en mesas denominadas Atlacomulco (la principal), Malinalco, Valle de Bravo, Tepotzoltán, Ixtapan de la Sal, Metepec, Nepantla y Acolman. Los lugares, pues, que simbolizan para tan selecta concurrencia al estado de México.