Implica a nueve secretarías de Estado;
pudo haber sido creado por Cisen y Sedena
El gobierno desarrolla plan para contrarrestar
a seguidores del EZLN
El documento plantea llamar a un nuevo diálogo
bajo el amparo de la ley indígena
En Chiapas no existen paramilitares, sino grupos de
"choque", según el documento
HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO
San Cristobal de Las Casas, Chis., 31 de enero. El
gobierno federal ha venido desarrollando en los meses recientes un "plan
de acción" para contener, acotar, desmentir, desprestigiar y perseguir
judicialmente a miembros y simpatizantes del Ejército Zapatista
de Liberación Nacional (EZLN) en la denominada "zona de influencia"
del grupo armado.
El plan, probablemente elaborado por el Centro de Investigación
y Seguridad Nacional (Cisen) y la Secretaría de la Defensa Nacional
(Sedena), pero como quiera, procedente de la Secretaría de Gobernación,
planteaba desde septiembre de 2002 cuatro "vertientes de acción"
para el Grupo Chiapas, entidad gubernamental convocada por las dos secretarías
mencionadas y que ha venido operando a lo largo del gobierno foxista.
"Con el objetivo de acotar el activismo del EZLN e impedir
la configuración de un escenario similar al de diciembre de 1997,
cuando se presentaron los hechos de Acteal, se propone un Plan de Acción,
que bajo una visión integral (dividido en cuatro vertientes: política,
social, comunicación, jurídica y seguridad), permita en una
primera etapa restablecer el estado de derecho", expresa el documento de
contrainsurgencia institucional que, como diversos hechos lo confirman,
ha guiado las acciones gubernamentales en relación al conflicto
chiapaneco y la ausencia de acuerdo o negociación con el EZLN.
La
vertiente política del plan pretende, de entrada, "desarticular
la estrategia de hostigamiento, provocación y denuncias del grupo
armado y sus organizaciones afines", y acusa al EZLN, sin mayor fundamento,
de "escalar los conflictos comunitarios ante fechas emblemáticas
como el 12 de octubre, el 22 de diciembre o el primero de enero".
Entre las muchas "ventajas" del plan, está la de
"debilitar a las bases de apoyo del EZLN", si bien entre sus objetivos
generales el gobierno se propone "convocar nuevamente al diálogo,
planteando un nuevo esquema de negociación ante la resolución
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación", que rechazó
las impugnaciones presentadas por 300 municipios chiapanecos en contra
de la ley indígena. En relación a este objetivo, el plan
no contiene una sola línea. Por el contrario, dedica el grueso de
sus páginas a la articulación de una estrategia que contrarreste
las denuncias y las acciones de los zapatistas, las ONG y "organizaciones
sociales afines".
En todos sus niveles, las acciones planteadas involucran
tanto al gobierno federal como al de Chiapas. Durante las reuniones del
Grupo Chiapas en septiembre y octubre, se presentaron diagnósticos
"sobre el avance y obstáculos de los programas que se aplican en
la entidad", dentro del marco de un diagnóstico conjunto que presentaron
la Sedena y el Cisen "sobre los principales conflictos derivados de la
estrategia del EZLN".
La instancia interinstitucional que ha definido las políticas
hacia el conflicto con los indígenas rebeldes involucra a las secretarías
de Desarrollo Social, Educación Pública, Reforma Agraria,
Comunicaciones y Transportes, Hacienda, Relaciones Exteriores, Agricultura,
Medio Ambiente, Marina, además de la PGR, las oficinas del comisionado
para la paz y de la Presidencia, así como al gobierno chiapaneco.
Para la aplicación de esta "vertiente política"
del plan, el gobierno ha contado con el respaldo de una "coalición
de apoyo", en la que participan el Consejo Coordinador Empresarial, el
Congreso del Trabajo, el Congreso Agrario Permanente, los coordinadores
de las fracciones parlamentarias del PAN y el PRI en el Congreso de la
Unión, y "las principales televisoras, radiodifusoras y periódicos
no afines al EZLN".
Al comisionado para la paz, Luis H. Alvarez, se le indica
que "debe mantener sus visitas a la zona de conflicto", como hasta la fecha
lo ha hecho, a pesar de haber sido acusado por los rebeldes de "repartir
dinero" con fines de contrainsurgencia.
A escala estatal, y "aprovechando la existencia" del Grupo
de Coordinación Chiapas (en materia de seguridad) y la Mesa Agrario-Ambiental
(para Montes Azules), en 2002 se conformó, no sin contradicciones
internas, el Grupo Local Chiapas.
De hecho, el plan de desalojo de comunidades en Montes
Azules que se evidenció en diciembre pasado en la región
de Ixcán, y que se aplicó al menos en el poblado Lucio Cabañas,
fue elaborado en la Mesa Agrario-Ambiental siguiendo los lineamientos generales
de la estrategia de contención al movimiento zapatista que lleva
a cabo el gobierno foxista.
La vertiente social del plan de acción plantea
la entrega de recursos y programas sociales "evitando interferencias con
el grupo armado". En la búsqueda de "espacios institucionales para
la concertación", el Grupo Chiapas se plantea "organizar a la población
beneficiaria para que se constituya en un contrapeso al activismo radical
de las bases de apoyo del EZLN".
Para conseguir estos objetivos, se abre la tercera vertiente
del plan: "de comunicación social", cuyo objetivo principal es "generar
una corriente de opinión pública mayoritariamente favorable
a la estrategia gubernamental de atención al conflicto que desmienta
las tergiversaciones que realizan las organizaciones afines al EZLN".
Además, se pretende "explicar que no existen grupos
paramilitares en Chiapas" (si bien el documento reconoce enseguida la existencia
de "grupos contrainsurgentes o de choque"). Otra meta es "contrarrestar
la escalada de acusaciones contra las autoridades gubernamentales provenientes
de organizaciones afines al EZLN".