EL CAMPO ANTE EL TLCAN
Una treintena de organizaciones campesinas participaron
en la megamarcha
Más de 100 mil personas exigen en el Zócalo
revisar el tratado
"Somos pueblos nacidos del maíz, sobrevivientes
que nos negamos a desaparecer", expresan
Con esta movilización comienza el verdadero cambio
que necesita el país: Ramírez Cuéllar
MATILDE PEREZ Y ANGELICA ENCISO
"Somos pueblos nacidos del maíz, sobrevivientes
que nos negamos a desaparecer; del campo no nos vamos y por eso estamos
aquí." De esta forma se hicieron escuchar más de 100 mil
personas en la mayor movilización campesina de la que se tiene memoria
desde el gobierno del general Lázaro Cárdenas del Río,
sólo que ahora llegaron a la ciudad de México no en demanda
de tierra, sino para exigir la revisión del capítulo agropecuario
del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), así
como una nueva relación del Estado con ellos.
Y
es que 65 años después de que el Estado comenzó el
reparto agrario, ahora los campesinos no pueden seguir su actividad por
el desmantelamiento de programas y de infraestructura, la falta de compromiso
de banqueros e iniciativa privada para invertir y la apertura comercial
indiscriminada.
"Pedimos disculpas a los habitantes de esta capital, vale
más un día de marcha con 100 mil campesinos que toda una
vida de 500 mil migrantes expulsados por los gobiernos de Carlos Salinas,
Ernesto Zedillo y Vicente Fox", dijeron El campo no aguanta más,
El Barzón y el Congreso Agrario Permanente (CAP) durante la concentración
en el Angel de la Independencia y después en el Zócalo capitalino.
Desde temprano campesinos de todos los estados se concentraron
en el Monumento a la Revolución y en el Angel de la Independencia,
donde improvisaron campamentos para calentar tortillas, cantar corridos,
vender frijol y café, para hacer sentir en la ciudad que ya habían
llegado.
Con huaraches, sombreros y cachuchas, trajes de manta,
huipiles y rebozos vistieron el Paseo de la Reforma y la Zona Rosa. Calladamente
caminaron por las calles y de la misma forma lo hicieron durante la marcha,
en la que la figura de Zapata no faltó. Y es que la globalización,
con los tratados comerciales, no ha llevado el progreso prometido a los
campesinos desde hace casi un siglo.
El enojo se expresó en las mantas y carteles: "Mátenlos
en caliente (Porfirio Díaz). Emígrenlos en caliente (Zedillo)",
"Salvemos al campo, salvemos a México". Con esas consignas, los
enormes contingentes de una treintena de organizaciones nacionales y regionales
llamaron la atención de los capitalinos, quienes a lo largo del
recorrido les aplaudieron y alentaron a continuar su lucha por preservar
su actividad.
Habían previsto salir del Angel, pero el gran número
de participantes los obligó a recorrerse hasta llegar a la glorieta
de Colón, donde formalmente iniciaron la marcha a las 17 horas.
También por primera vez, la priísta Confederación
Nacional Campesina se atrevió a participar con las organizaciones
independientes en una protesta contra las políticas gubernamentales.
Aunque no hizo a un lado su costumbre del agandalle, y su contingente
de casi mil 500 personas, y de cuatro caballos, se introdujo entre los
grupos de la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos
(CIOAC) y de la Central Unica de Trabajadores (CUT), cuando los organizadores
les habían pedido que se fueran a la retaguardia de los grupos campesinos.
"Vicente, escucha, estamos en la lucha", "Campo sí,
tratado no", fueron las consignas cenecistas, que causaron los comentarios
de "ahora sí se rebelaron, pero es que si no hay palo, estos no
se levantan".
Expectativas rebasadas
La marcha rebasó las expectativas de los dirigentes.
Sólo las 12 organizaciones de El campo no aguanta más juntaron
650 autobuses con unas 29 mil personas. A éstas se sumaron los contingentes
de ocho agrupaciones integrantes del CAP, El Barzón y diversas organizaciones
regionales de cafetaleros, productores de frijol, cañeros, de cacao
y de mujeres organizadas, como la Red de Promotoras Rurales y Asociación
de Mujeres de Organizaciones Rurales, así como la Unión Nacional
de Trabajadores, el Sindicato Mexicano de Electricistas y otros simpatizantes.
A las 17:45 entró al Zócalo la vanguardia
de la marcha, integrada por los dirigentes campesinos y obreros, y a las
19:30 arribó el último grupo, cuando algunos asistentes empezaban
a retirarse porque el mitin estaba a punto de concluir.
El silencio a lo largo de la marcha formó parte
de su indignación, que se expresó cuando Alberto Gómez
Flores, vocero de El campo no aguanta más, preguntó: ¿Estamos
de acuerdo en que el maíz y el frijol, alimentos básicos
de nuestro país, salgan de todo tratado comercial? ¿En que
la agricultura campesina, los hombres y mujeres del campo sean una prioridad
nacional, con el principio de soberanía alimentaria? ¿En
luchar por echar atrás la contrarreforma al artículo 27 constitucional?
¿En exigir el cumplimiento de los acuerdos de San Andrés
y en la iniciativa sobre derechos y cultura indígenas elaborada
por la Cocopa?
Una sola voz cimbró la plaza: "Sí". Y alzaron
la mano en señal del inicio de su lucha. "Con estos acuerdos votados
por todos seguiremos adelante, porque, le decimos al gobierno federal,
no estamos dispuestos a tolerar amenazas a la integridad física
o a la libertad de nuestros compañeros", alentó Gómez
Flores.
Ante los miles de campesinos que dieron vida al Zócalo
-quienes guardaron un minuto de silencio en memoria de los miles de campesinos
e indígenas que han muerto en lucha por su dignidad-, el también
coordinador ejecutivo de Unión Nacional de Organizaciones Regionales
Campesinas Autónomas recalcó: "con nuestra terquedad, con
nuestro orgullo, luchamos por seguir siendo los sembradores de la tierra
y por evitar que se nos convierta en un ejército de solicitantes
de migajas oficiales. Somos una clase que se mantiene a sí misma,
que procura su propio sustento, que genera riqueza para sí y para
los demás".
Dijo a hombres de negocios, banqueros y agropempresarios
que los campesinos han sido el sustento del desarrollo industrial del país,
pero "en años recientes nos han querido volver improductivos abriendo
las fronteras que a nosotros nos cierran, para que pasen mercancías
que nosotros podemos producir".
A esos hombres del dinero y funcionarios, que también
son agroempresarios, les recordó que los campesinos son parte del
México real, que no existen en los informes presidenciales ni en
los discursos gubernamentales, "esa parte del país de la que la
mayoría de los políticos se acuerda sólo cuando hay
elecciones, cada tres años, que los economistas oficiales reconocen
cuando hacen cuentas de lo que significan para las finanzas nacionales
los 10 mil millones de dólares que, por concepto de divisas, envían
nuestros hermanos que han tenido que cruzar la frontera para trabajar.
"Somos esa parte de la patria a los que nuestros tecnócratas
tricolores y blanquiazules, ésos que los campos que
conocen son los campos de golf, quisieran mandar al mar para que sus aspiraciones
de tener un agro sin campesinos se hicieran realidad", expresó.
El campo no aguanta más, dijo, porque las políticas
en curso quieren hacernos dejar de trabajar, porque no se invierten recursos
para permitirnos ser la reserva de futuro, porque la protección
que aún existe para maíz y frijol, por ejemplo, es permanentemente
violada por funcionarios mexicanos, y porque la contrarreforma al artículo
27 constitucional nos coloca ante el peligro de perder nuestra tierra.
Lo que ahondó la herida campesina fue conocer,
por boca de Gómez Flores, que una vaca en la Unión Europea
recibe un subsidio diario de 2.2 dólares, mientras que casi cada
tres familias campesinas mexicanas obtienen ingresos menores a ese monto.
Advirtió a gobernantes, banqueros y hombres de
negocios que en tanto no haya un lugar digno y un futuro para los campesinos,
la estabilidad y gobernabilidad seguirá sujetada con alfileres.
"Mientras no se abra la puerta para ser parte de la nación y se
nos siga considerando los molestos excluidos, no podrán desvanecerse
los nubarrones que anuncian la tempestad".
El mismo foco rojo fue señalado por el dirigente
barzonista, Alfonso Ramírez Cuéllar. "Si el gobierno no quiere
construir un acuerdo para salvar a la agricultura nosotros lo haremos desde
abajo y vamos a quebrar esa obsesión de ser más amigo de
Estados Unidos que de los mexicanos", dijo, refiriéndose al presidente
Vicente Fox, mientras otros integrantes de El Barzón colocaron en
la puerta de Palacio Nacional un espantapájaros con una banda presidencial
de barras y estrellas, como bandera de Estados Unidos.
Afirmó que con esta marcha campesina se inicia
el verdadero cambio que necesita el país y que los agricultores
lo único que demandan es un comercio justo, pues "no vamos a permitir
que se siga destruyendo la vida y el futuro de millones de mexicanos, lucharemos
para que se acabe la vergonzosa dependencia alimentaria".
Y cerró: "llegamos hasta aquí porque el
presidente Vicente Fox no tiene palabra. Le pedimos que termine con su
cobardía y timoratez, que deje de llevar a la destrucción
a la nación".
Rafael Galindo, coordinador del CAP, dijo que con la marcha
los campesinos iniciaron la preparación de la parcela de la esperanza
y de la lucha por su dignidad; con su inconformidad sembraron la semilla
para combatir la insensibilidad de funcionarios públicos y de las
grandes potencias comerciales. "Estamos aquí preparando el terreno
para cosechar un futuro distinto y con justicia para el campo mexicano".
A la exigencia campesina de revisar el TLCAN se adhirieron
las organizaciones sociales, que con la representación de Miguel
Concha Malo sostuvieron: "al gobierno hay que demandarle que rectifique
y reconozca de manera integral la Constitución que está por
encima de cualquier acuerdo comercial, y los acuerdos de San Andrés".
No se puede continuar aplicando "inmisericordemente y a rajatabla el TLCAN;
todos tenemos la obligación de participar en la construcción
de nuevas relaciones del Estado y la sociedad con el campo, con el que
tenemos una grave deuda social".
Entre los oradores también estuvieron Francisco
Hernández Juárez -quien como presidente de la Unión
Nacional de Trabajadores refrendó el compromiso de realizar un paro
nacional, si es necesario- y Rosendo Flores Flores, presidente del Frente
Sindical Mexicano.
Antes de que los campesinos retornarán a sus comunidades
y ejidos, los líderes de las organizaciones informaron que preparan
su convención nacional agropecuaria y un pacto campesino, que comenzará
con congresos estatales. Y pidieron de nuevo a Fox que cumpla su palabra
de firmar un acuerdo nacional para el campo.
Pero si no lo hace los tractores saldrán a las
carreteras y millones de desesperados volverán a concentrarse en
el Zócalo.