La compañía de Jorge Antonio Noriega
y Verónica Espinosa se presenta los miércoles
Pasión Flamenca rescata la rabia, la poesía
y lo jondo del arte gitano
El problema de los bailaores en México es que
al no estar metidos en otras danzas, no saben cómo evolucionar esa
expresión, la vuelven deforme y monótona, consideran
MARIANA NORANDI ESPECIAL
Desde su nacimiento, a mediados del siglo XVIII, el flamenco
vive uno de los momentos más importantes de su historia. Gracias
a grandes renovadores, como Paco de Lucía o Camarón de la
Isla, este arte ha dado paso al llamado nuevo flamenco, mestizo y multicultural
que, en los 10 años recientes, ha logrado romper con sus tradicionales
fronteras. Con grupos como Ketama o Pata Negra, o bailaores como Antonio
Canales o Joaquín Cortés, este arte gitano se ha extendido
por los cinco continentes, venciendo el anquilosado elitismo de antaño.
Se dice que existen más academias de baile flamenco en Japón
que en España y que se canta hasta en alemán.
Paradójicamente, cuanto más auge posee el
flamenco en el mundo, menos tiene en México, uno de los países
más vinculados con España. Hasta mediados de los años
80 el panorama de este arte en el Distrito Federal era prominente, lugares
como Olé Olé, El Duende o el Corral de la Morería
se llenaban cada noche y en ellos actuaban los más grandes artistas
de este país y España. En la actualidad casi no quedan espacios
para disfrutar de buenos espectáculos de flamenco y el ambiente
se ha vuelto rotativo, los artistas que actúan en un tablao son
los mismos que se presentan en el otro.
En la lucha contra este panorama desolador y decadente
del flamenco en el país surge, en 1998, la compañía
de danza Pasión Flamenca, que dirigen Jorge Antonio Noriega y Verónica
Espinosa.
Subsana la nostalgia
Nietos
de exiliados españoles, Verónica y Jorge crecieron en ambientes
familiares, en los que la nostalgia de la lejana España se subsanaba
con flamenco. A ritmo de fandangos, soleás y bulerías, comenzaron
a apreciar el flamenco desde la niñez. Aunque ambos se iniciaron
en la danza contemporánea, no tardaron en darse cuenta que su verdadera
pasión era el arte andaluz, inscribiéndose, y coincidiendo,
en las clases del gran bailaor en México Joaquín Fajardo.
Tras cuatro años bajo las directrices de Fajardo,
fundan la compañía Pasión Flamenca. Se presentan en
diversos lugares de la ciudad hasta que, en 2001, son escogidos para participar
en el programa Apoyo para la Creación de Danza del Ayuntamiento
de Barcelona, por medio del cual actúan en diversos espacios de
la ciudad. Posteriormente se trasladan a Sevilla, allí entran en
contacto con la familia Montoya y actúan con uno de los grandes
bailaores del momento: Juan Manuel Fernández Montoya Farruquito.
Situados en un estilo puro y ortodoxo del flamenco, heredado
de sus primeros contactos con este arte y de las enseñanzas de Fajardo
y Farruquito, los directores de esta compañía afirman
tener intenciones innovadoras, pero sin despegarse de las raíces
gitanas y puras del flamenco.
Este miércoles Pasión Flamenca se presenta
en el Bataclán de La Bodega con la siguiente formación: los
andaluces Pepe Jiménez, a la guitarra, y Dulce de Córdoba,
al cante, y al baile Verónica Espinosa, Gabriela Villanueva, Tania
Rion, Alicia Soto, Emiliana Rodríguez, Rosa Elena Martínez
y Jorge Antonio Noriega, quien también se encarga del cajón
peruano.
En la academia donde Verónica y Jorge imparten
clases de baile y ensayan con la compañía, entre batas de
cola, zapateaos y jaleos, parece que en vez de estar en la colonia Narvarte
se trata del mismísimo barrio de Triana. Acabada la clase, y antes
de comenzar uno de los últimos ensayos, los coreógrafos comentan
sobre el espectáculo y el flamenco.
-¿En qué consiste el espectáculo
que presentarán en el Bataclán?
JN: Es un flamenco actual, pero en el que se respeta la
raíz gitana. Las coreografías son muy dinámicas en
cuanto a movimientos y cadencias; asimismo, bailamos palos poco comunes,
como guajira o colombiana, sin que falten sevillanas, tangos, soleás
y bulerías. La música que nos acompaña está
compuesta por nuestro guitarrista Pepe Jiménez y las letras son
cantes gitanos ancestrales.
-En una entrevista concedida a este medio (La Jornada
12/12/98) Joaquín Fajardo afirmaba que el flamenco es un arte gitano
y que, por lo tanto, nadie puede interpretarlo como ellos. ¿Qué
opinión les merece las declaraciones de su maestro?
VE: Los gitanos llevan en los genes una historia y una
cultura propias y, como tal, se van a expresar diferente, pero en el flamenco
un payo puede lograr lo mismo que un gitano, ya que pertenecer a esta raza
no es garantía de nada. Lo importante como artista es ser uno mismo
y tocar el corazón del público mediante un flamenco que respete
la rabia, la poesía, el coraje y lo jondo de este arte.
-¿Qué se necesita para bailar flamenco?
VE: Como es muy visceral se necesita mucho temple, coraje,
oído, creatividad, duende y, sobre todo, saber trasmitir algo a
la gente.
-¿Cuál es el actual panorama del flamenco
en México?
JN: En México se cree que el flamenco se tiene
que academizar y no se entiende que es un arte que hay que sentir. Este
arte va más allá de una percusión, ya que detrás
de cada percusión hay una interpretación. Un bailaor de flamenco
es como un músico, como un director de orquesta que dirige las palmas,
la percusión y el cante. Es algo que no se puede acartonar porque
es un arte que tiene que brotar del alma.
El DF, sin lugares para disfrutar de un buen espectáculo
-¿En qué lugares de esta ciudad se puede
disfrutar de un buen espectáculo de flamenco?
VE: No hay, nosotros preferimos hacer alcancía
e ir a España.
JN: Con nuestra compañía hemos actuado en
lugares como Gitanerías, El Goya o el Olé Sevilla, pero la
cuestión es la forma en que están dirigidos estos sitios
porque siempre presentan bailaores muy poco versátiles y aburren
a la gente. El problema de los bailaores en México es que, al no
estar metidos en otras danzas, no saben cómo hacer evolucionar el
flamenco, entonces lo vuelven deforme y monótono.
-Después de actuar en España, ¿qué
diferencias encontraron entre el público mexicano y el español?
VE: El público mexicano es mucho más cálido
y se deshace por ver buen flamenco, lo que ocurre es que son pocas las
ofertas que encuentran.
Puro, pero creativo
-Ustedes que vienen de una escuela más aferrada
a los cánones puros del flamenco, ¿qué opinión
tienen acerca del nuevo flamenco, las fusiones y las propuestas en el baile,
como la de Joaquín Cortés?
VE: Yo prefiero lo puro, pero siendo creativo. Lo de Joaquín
merece mis respetos, pero no mi admiración, ya que su puesta en
escena no me ha cautivado, se me hace muy comercial y vacía. Me
gustan más otras compañías o las mismas coreografías
de Antonio Canales, creo que sin dejar de ser moderno es muy flamenco.
No estoy en contra de la evolución y modernización de este
arte, pero sí en favor de hacer buen flamenco.
JN: Por ejemplo, Farruquito. Cuando lo ves bailar
con toda la técnica de lo gitano se te pone la piel chinita. Pero
también pienso que no se puede coartar al artista, nosotros no estamos
en contra de incluir técnicas de otras danzas, pues todo arte tiene
que evolucionar, pero el flamenco debe avanzar sin perder sus raíces.
-¿Cuál creen que sea el temor de los puristas?
JN: Por un lado, los gitanos son muy celosos con su cultura
y, por otro, las innovaciones representan una mayor preparación.
Si el flamenco en sí es una expresión muy compleja, incursionar
en el ballet y la danza contemporánea para innovarlo no es nada
fácil.
-¿Hacia dónde tiende el flamenco?
JN: A internacionalizarse más y a ser cada vez
más conocido. El flamenco ya evolucionó, ahora lo importante
es seguir impulsándolo y acercándolo a la gente por medio
del duende y el sentir de quien lo interpreta.
Pasión Flamenca se presenta los miércoles,
a las 21 horas, en el Bataclán de la Bodega, Popocatépetl
25, col. Condesa. Entrada 110 pesos. Teléfonos: 5511-7390 y 5525-2473.