Pedro Miguel
Mentiras verdaderas
En Puerto España, la capital de Trinidad y Tobago, un redactor y un fotógrafo del ruidoso Sunday Express consiguieron la historia de sus vidas: activistas del grupo clandestino Frente Islámico los llevaron, con los ojos vendados, a un sitio en el sur de la isla principal, donde les mostraron unas botellas supuestamente llenas de armas químicas. La nota fue retomada por el hilo de Afp y de ahí pasó a publicaciones menos divertidas que el Express, como el madrileño El Mundo. Según la nota, los exhibicionistas de los venenos amenazaron a Estados Unidos e Inglaterra con atacar objetivos de esos países en caso de que Washington y Londres emprendan la guerra contra Irak.
La historia es continuación de otra, publicada en diciembre del año pasado por el Express, que introducía a los atribulados lectores británicos en el tema de las amenazas terroristas provenientes de Trinidad y Tobago, que podrían concretarse en el próximo carnaval (febrero) y que tendrían el rostro de un tal Umar Abdullah, buscado por agentes de la FBI y de las fuerzas especiales inglesas (SAS) destacados en Puerto España.
El pie de realidad para las noticias de esta clase podría ser el 6 por ciento de población musulmana de Trinidad y Tobago y la sangrienta revuelta de 1990, emprendida por Yasin Abu Bakr y sus matones del grupo islámico Jamaat Al Muslimeen. Además, en las versiones se enfatiza que la nación caribeña es un importante productor de petróleo y un receptor de inversiones ingentes en el ramo de la petroquímica; habría que agregar que en Trinidad y Tobago se ubica una planta de importancia regional de licuación de gas natural, desde la cual se exporta a Estados Unidos y España.
Por lo demás, la gestación de ataques terroristas y el almacenamiento de armas de destrucción masiva en esa isla paradisiaca del Caribe se parece hasta la sospecha al guión de la película Mentiras verdaderas (True lies) que protagonizaron Arnold Schwarzenegger y Jamie Lee Curtis. La diferencia sustancial entre la producción de James Cameron y la información del Express reside en que, en la cinta, los terroristas islámicos se hacían de un par de bombas atómicas, mientras que en la segunda no han podido exhibir más que unas humildes botellas con agua sucia.
Si se hurga un poco más se descubrirá que la verdadera red terrorista -es decir, la conspiración interesada en causar pánico- tal vez no cuente con armamento químico ni atómico, sino con una serie de medios informativos que incluyen, además del Express, a la revista Insight the News, difusora de los rebuznos conservadores del clan Bush, promotora de la prohibición del divorcio y divulgadora de cosas mucho más delirantes que las fotos con frascos de armas químicas: la presencia de Al Qaeda en Puerto España y los esfuerzos de Hugo Chávez por "conectar a las redes terroristas internacionales con los servicios de seguridad de su país" y "clonar la revolución cubana y convertir a Venezuela en una base terrorista". El dato esclarecedor es que Venezuela y Trinidad y Tobago son vecinos y que, con ayuda de unos buenos prismáticos, casi es posible entablar una conversación en el idioma de los sordomudos entre un país y otro.
La guerra contra el terrorismo se desarrolla en el frente militar, en el diplomático y en el mediático. En este último se dan cita instituciones de elegancia incuestionable como The New York Times y otras que, como The Sunday Express, apestan a loción barata.
[email protected]