Ojarasca 69  enero de 2003

El pasado 17 de diciembre la policía guatemalteca descubrió los restos de Antonio Pop Caal en un pozo de la Alta Verapaz. Este abogado q`eqchi y promotor de las tradiciones mayas fue secuestrado el 9 de octubre. Los plagiarios iniciaron negociaciones con la familia, pero repentinamente rompieron la comunicación.

¿Secuestro fallido o crimen político? Semanas antes del descubrimiento del cuerpo de Antonio Pop, desconocidos dispararon en la capital contra el veterano defensor de los derechos de los pueblos indígenas Amílcar Méndez, tras una reunión que mantuvo con altos cargos de la Fiscalía General para tratar sobre el secuestro de Pop Caal.

La Mesa Nacional contra el Racismo exigió la "más pronta, eficiente y rigurosa acción" contra los responsables, denunció las muertes violentas de otros cinco sacerdotes mayas, acaecidas en los últimos tres meses. Hechos, que según esta organización civil, pueden estar marcando el inicio de una etapa de represión contra los mayas en el país.

Más aún, en las regiones q`eqchí y pokomchi recientemente se ha incrementado la lucha por la tierra, lo que ha generado una ola de capturas de líderes comunitarios, torturas, desalojos violentos, destrucción de viviendas y de producciones agrícolas, según declaró la Coordinadora Nacional Indígena y Campesina, representante de Vía Campesina en Guatemala.

Detrás de muchos de los hechos violentos que asolan Guatemala está la huella de un Estado contrainsurgente. A seis años de firmada la paz y de la incorporación de los contingentes guerrilleros a la vida civil, el Estado guatemalteco ha sido incapaz de iniciar una reforma de fondo. Los gobiernos guatemaltecos posteriores a la firma de la paz no han podido, ya no digamos iniciar un proceso de reforma agraria, ni siquiera han disuelto, como lo mandan los Acuerdos de Paz, al Estado Mayor Presidencial, que fuera (y se sospecha que lo sigue siendo), cerebro de una guerra sucia contra cualquier acción popular.

Los escasos espacios para la participación social, son disputados por grupos paramilitares (las famosas PAC o Patrullas de Autodefensa Civil) que exigen violentamente se les recompense por sus "servicios".

En este contexto se descubre el cadáver de Antonio Pop Caal: pionero de la práctica legal en lengua y basado en los sistemas normativos indios, pensador que sentó muchas de las bases sobre las que hoy se debate sobre la identidad indígena en Guatemala y guía para muchos de los que exploran la espiritualidad maya.


 

Guatemala, 1972

Réplica del indio
a una disertación ladina
 

(En memoria de Antonio Pop Caal)


Nuestra actitud psicológica, nuestro estilo de vida no ha variado esencialmente a través de los siglos. Este extraordinario conservatismo en la tradición, es un conservatismo que para quienes nos ven desde afuera y con mirada superficial no es más que fatalismo y apatía, resignación a nuestra condición triste de inferioridad; sin embargo, tal actitud obedece a nuestra cultura formada en moldes míticos inmutables. Estos mitos forman la base subconsciente de nuestro pensamiento y de nuestras tradiciones y satisfacen plenamente nuestros anhelos espirituales y materiales. Del cristianismo, por ejemplo, no hemos asimilado más que aquellos valores que nos interesan y más se adaptan a nuestra manera de ser y pensar.

Quien observe sin prejuicios nuestra convivencia y relaciones sociales en nuestras comunidades, en el seno del hogar, en las reuniones o en los cónclaves, quien observe nuestra espiritualidad en los patéticos coloquios con la divinidad y con los antepasados, comprenderá la fe profunda entre el dominio de nuestro espíritu con nuestro actuar humano.

Algunos antropólogos que nos han tratado bastante de cerca, destacan así nuestras cualidades tradicionales: convivencia armoniosa, autodominio, altruismo, amor a la justicia, a la verdad, al trabajo, al respeto ajeno, cumplimiento de los deberes, disciplina, obediencia y veneración a los mayores (ancianos, dirigentes, abuelos, padres) no sólo en la jerarquía, sino por ser ellos los transmisores de la educación.

La conquista española y la situación colonial permanente en la sociedad guatemalteca, no solamente ha sido simple contacto entre dos culturas heterogéneas, sino que consistió en el establecimiento de un sistema de dominación integral (política, administrativa, religiosa, cultural) por parte de una minoría en dependencia con la metrópoli, sobre una mayoría autóctona. Tal situación colonial ha sido permanente desde la llegada de los españoles hasta nuestros dias. Esta dominación de la metrópoli ha sido ejercida primero por los españoles, posteriormente por los ingleses, franceses, alemanes y, finalmente, norteamericanos, quienes culminan con el proceso de colonización. Por esta situación de dependencia se ha mantenido en crisis constante a la sociedad guatemalteca, tanto más cuanto que el país se ha vuelto verdadero negocio de un puñado de terratenientes, banqueros, comerciantes que, al mismo tiempo que arrebatan la riqueza nacional en manos de los indios y los ladinos pobres, la entregan a manos extranjeras. De tal suerte este puñado de ladinos cobra una situación ambigua de intermediarios en la economía colonial.

Nosotros no tenemos ningún problema con respecto a que nos llamen "indios". Sabemos que es un vocablo que se nos aplica por pura equivocación y que tal vocablo existe como un fetiche con carácter infamante para quienes nos lo aplican, pero nosotros lo hemos aceptado y nos honra más de lo que nos denigra. Tal actitud de identificación no significa más que un reto para los ladinos.

Nosotros no tenemos tampoco ningún reparo en hablar claramente de discriminación racial. Es el ladino quien pretende encubrir y poner un velo sobre el problema, no porque esté convencido de la inexistencia de la discriminación, sino porque tiene miedo que al poner el dedo en la llaga nacional se susciten los conflictos entre ambos grupos. Esta sensación de temor en el ladino le hace buscar desesperadamente la forma mágica para desaparecer al indio. Se emiten decretos de ladinización masiva de los pueblos indígenas, se despliega una política integracionista, se crean programas de castellanización, se implantan sucios programas de planificación familiar que han hecho estragos en la raza indígena al atajar coactiva e impunemente millares de vidas humanas.

Finalmente hay que insistir en que Guatemala, como ficción política creada por el ladino, es un país de mayoría indígena y que esta población, a pesar de los censos, va en progresivo crecimiento, no sólo en el aspecto biológico, sino sobre todo en la toma de conciencia de su identidad".
 

Vrom
 
 

Hombre de pocas palabras y apartado de la vida académica, Pop Caal
publicó poco. Este es un fragmento de su "Réplica del indio a una
disertación ladina", incluida en Utopía y revolución, compilación
sobre el pensamiento político de los indios en América Latina,
que editó Guillermo Bonfil Batalla en 1979.

 
 
 
 

 
 
 


Kahlapti, sacerdote antilope, del pueblo hopi. Foto: Vroman 1901


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