Interés de Francisco Toledo por llevar a Oaxaca las obras del artista
En México, 12 aguafuertes de Gabriel Orozco
MERRY MAC MASTERS
''Estas impresiones, por su calidad, su minuciosidad, permiten leer detalles del polvo que tal vez de otro modo no hubiera sido posible", aseguró el artista visual Gabriel Orozco al presentar la noche del miércoles su libro/portafolio bilingüe de 12 aguafuertes, Polvo impreso, en la sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes.
Enseguida, se abrió una muestra de lo mismo en la sala Justino Fernández, a la manera ''clásica" de ''un gabinete de estampas que esparce sobre sus muros el lint book realizado por Orozco", como indicó Mercedes Iturbe, directora del Museo del Palacio de Bellas Artes. Asimismo, Francisco Toledo ya manifestó interés de que el libro sea expuesto en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca.
Divagación semiconsciente
Organizar una actividad con Gabriel Orozco suele ser un éxito de taquilla y esta vez no fue la excepción. Han de haber estado de plácemes los de la librería del palacio, ya que para muchos de los jóvenes concurrentes resultó obligado pasar primero allí a comprar el catálogo de la exposición que hace dos años el artista originario de Jalapa, Veracruz, tuvo en el Museo Tamayo. Cuando ya no cupo un alma más en la sala, se cerró la puerta, dejando a muchos afuera.
Jacob Samuel, impresor y editor estadunidense de Polvo impreso, viajó a México. En su intervención, traducida al español y leída por Mercedes Iturbe, Samuel contó cómo en la década de los 90 había visto algunas reproducciones de Gabriel Orozco, que ''me impresionaron por la consistencia de su visión, que se extiende a muy diversos medios".
A raíz de la gran muestra de Orozco presentada en el Museo de Arte Contemporáneo de Los Angeles -la que se exhibió en el Tamayo-, Samuel buscó conocer al artista. Eso sucedió al inaugurarse una
exposición de Gabriel en la Galería Marian Goodman, de Nueva York, para la cual el artista hizo la instalación Lintels (Dinteles), hecha de pelusas tomadas de secadoras de ropa colgada de hilo de caña.
Dos meses después, en el departamento de Gabriel y su esposa María, en Nueva York, Samuel, a punto de irse, observó una ''pelusa" pequeña que colgaba en el cuarto y mencionó la posibilidad de hacer un grabado con ella. De esa ''divagación semiconsciente" se apoderó Orozco, quien le propuso hacer algunas pruebas.
El impresor comenzó a experimentar con un aguafuerte sobre barniz suave y pelusa. Después de muchos intentos, pudo concretar un método: ''Sobre una placa de cobre unté una fina capa de barniz suave y después le coloqué un trozo de pelusa de secadora. Procedí entonces a cubrir la pelusa y la placa preparada con papel de cera, al que cubrí con un fieltro de lana (el tipo del que se usa en impresiones de grabados). Después apliqué una presión pareja al conjunto con un rodillo de mármol de los que se usan para amasar".
Luego ''retiré el fieltro y el papel de cera. La pelusa quedó adherida al barniz de manera que intentar despegarla con los dedos o alguna herramienta habría roto la base. Después de numerosos intentos fallidos logré remover la pelusa al hundir la placa en agua destilada hasta que ésta acabó por desintegrarse".
El resultado fue una imagen nunca vista: ''Un barniz monócromo café claro desprovisto de matices. La placa fue entonces sumergida en una solución de cloro férreo hasta que una imagen, o mejor, un cuerpo de información, apareció lentamente sobre la placa. La experiencia fue similar a la observación del revelado de una impresión fotográfica".
De allí el binomio se embarcó en una colaboración de un mes en la que, ''entre otras cosas, Gabriel desarrolló reglas básicas que aseguraron que el proceso estuviera libre de la estética autoconsciente de la composición".
Una luz en el arte nacional
Pablo Soler Frost se refirió a Orozco como una ''luz" en ''este momento negrísimo que vive el arte mexicano". Más que ''subversivo", como alguna vez llamó al también escultor, Soler lo consideró ''revolucionario", que significa ''sostener las cosas".
Son contados los jóvenes artistas mexicanos que, como Gabriel Orozco, han logrado forjarse un sitio en el ámbito del arte contemporáneo internacional, recordó Daniel Leyva, subdirector del Instituto Nacional de Bellas Artes. Como eco de sus palabras, el domingo Orozco partirá rumbo a Francia, donde ha sido invitado por el Museo de Amiens, especializado en dibujo, a curar una exposición de su acervo, que también contiene obra suya, que se abrirá el día el 24. En Alemania, Walter Konig edita un libro de artista de Gabriel. Y habrá obra de Orozco en el pabellón internacional de la próxima Bienal de Venecia.