ASTILLERO
Julio Hernández López
Dedazos panistas
* La desesperación lleva a los blanquiazules a imitar a los priístas
* Zapopan, farsa electoral
EL PAN ESTA desesperado ante el riesgo de que el PRI le gane en zonas de alta densidad de votos que le habían sido favorables durante largo tiempo. En Nuevo León se recurrió, como abiertamente ha confesado el promotor y beneficiario de esa medida, Mauricio Fernández Garza, a la eliminación de Fernando Canales Clariond (mandándolo al gabinete presidencial) para que así el candidato panista a gobernador se pudiera "subir al ring" con el priísta Natividad González Parás, quien creía estar encaminado sin problema a la victoria electoral, enfrentándose y golpeando no al citado Fernández Garza, a quien ni siquiera tomaba en cuenta, sino al impugnadísimo Canales Clariond ("esta estrategia priísta, pues ahora se les viene abajo con la promoción que se le hizo a Canales para irse a una secretaría de Estado", ha declarado el bien servido candidato). En Jalisco, que va en su segundo periodo gubernamental panista (antes Alberto Cárdenas Jiménez, ahora Francisco Ramírez Acuña), la imaginación de los directivos blanquiazules no dio más que para la apropiación de una figura política altamente entrañable para los priístas: el simple y descarado dedazo.
ASI SUCEDIO en la zona conurbada de Guadalajara y Zapopan, donde Carlos Medina Plascencia y Manuel Espina, responsable nacional de la estrategia electoral panista y secretario general del comité nacional, respectivamente, montaron una increíble farsa que ha sublevado a los militantes de esa franja metropolitana y amenaza con extenderse a otros municipios importantes, como Tonalá y Tlaquepaque, donde se pretendería reproducir el esquema zapopano con cancelación de asambleas electorales internas ya programadas, desplazamiento de precandidatos anotados que habrían cumplido con múltiples requisitos y pruebas, e instalación de candidaturas decididas entre directivos facciosos.
LA ABERRANTE MEDIDA que tomaron los citados líderes nacionales, en acuerdo con el presidente estatal panista, Antonio Gloria, tuvo como estrella a Fernando Guzmán Pérez, coordinador de la bancada blanquiazul en el Congreso local, quien buscaba la candidatura a alcalde de Guadalajara, con tan pocas posibilidades de triunfo en la convención de este domingo venidero, que sus padrinos nacionales (encuadrados en el Grupo Sinergia) trataron de salvarle del desastre anunciado al encajarlo como candidato de dedazo en Zapopan (šes decir, en otro municipio, en el que obviamente no estaba registrado!), que es la parte conurbada de la capital jalisciense donde están ubicadas las colonias residenciales más importantes y donde se asienta un voto duro panista dispuesto a sufragar por cualquier candidato que les sea presentado con el aval blanquiazul. Guzmán Pérez, nacido en la ciudad de México, fue dirigente nacional de Desarrollo Humano Integral, el famoso DHIAC, y ha ganado presencia nacional como parte del grupo encabezado por el cardenal Juan Sandoval Iñiguez, quien defiende la tesis de que tras el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo hubo una conspiración política.
LA RUPESTRE MANIOBRA generó, como era de suponerse, el activo enojo de los seguidores de los precandidatos registrados, y ayer mismo corría en la capital jalisciense la versión de que Guzmán Pérez declinaría la presunta candidatura, sobre todo luego de las manifestaciones públicas de los inconformes y de las declaraciones críticas del gobernador del estado, del presidente municipal de Guadalajara y del ex gobernador Cárdenas Jiménez. En el fondo, lo que está es el encono a muerte entre los grupos políticos panistas que han peleado el poder acusándose entre ellos de usar los cargos públicos para corruptelas, enriquecimientos e inmoralidades. Los expedientes oficiales de acusaciones que se han hecho los panistas, y no sólo a la hora de presentar precandidaturas a alcaldías y regidurías, bastarían para hacer un retrato rápido de la descomposición moral y política del panismo jalisciense: uso de recursos públicos para aventuras políticas y para enriquecimientos personales, y gestoría de servicios y permisos municipales a cambio de dinero; el caso más llamativo fue el del gobierno municipal de Guadalajara, a cuyos inspectores de giros mercantiles se les descubrió convertidos en protectores a sueldo de centros de prostitución.
FELICES DE LA vida frente a tamaño espectáculo están los priístas jaliscienses, que según varias y confiables encuestas de opinión tendrían más preferencias electorales que los panistas, sobre todo Jorge Arana Arana y Enrique Ibarra, quienes buscan la candidatura por Guadalajara, y Arturo Zamora Jiménez y Salvador Rizo Ayala, que lo hacen por Zapopan.
ASI ES QUE no hará falta que los electores den su voto al PRI en julio próximo para que regresemos al pasado tenebroso que el presidente Fox desea conjurar, incluso mediante ocurrencias chispeantes como esa de que su nieto en camino hace la V de la victoria blanquiazul desde el vientre de su madre. Ese pasado priísta ya está presente en el comportamiento del PAN en el poder, como puede verse en Jalisco.
ASTILLAS: Vicente Fox Quesada considera que puede hablar de lo que quiera y como quiera, a título de una libertad de expresión que luego le da por juzgar y condicionar en otros (ya sea mediante sus famosos regaños y enojos, o ya mediante maniobras chiquihuiteras). "No soy Presidente para estar en silencio ni para tener una mordaza", ha dicho a propósito de las peticiones senatoriales de que modere su lengua en los viajes al extranjero, de los que usualmente retornan a México cables internacionales dando cuenta de pifias y desbarres vergonzosos. Alude en su defensa el Ejecutivo que representa a 100 millones de mexicanos (aunque, en estricto sentido, votó por él mucho menos de la mitad de los electores), como si estuviera en él la capacidad de hablar por ellos con criterios que fuesen compartidos por todos, o por la mayoría. Y, para variar, se desdobla en ciudadano y Presidente, y alega que tiene la más absoluta libertad de expresarse, opinar y hacer juicios. La misma libertad tienen, desde luego, todos los gobernantes que en el mundo hay, pero pocos se atreven a usarla con tal desparpajo y con tan evidentes malos resultados como el mexicano, pues todos asumen que su investidura les obliga a hablar no por sí mismos (con sus fobias y filias personales), sino a nombre de la nación a la que mejor sirven entre menos estridencias y despropósitos pueblen sus palabras oficiales (lo bueno de toda esta joya de sabiduría política es que el Presidente, que no lee periódicos, ni por enterado se dará de tan sensatas reflexiones desastilladas, así es que, de seguro, seguirá hable y hable en su próxima gira por el extranjero)... Y, mientras este redactor se apunta para ir a Irak como inspector castañedista de armas de destrucción masiva, šfeliz fin de semana!
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