Los abandonados y familias enteras llenan la casa de Paquita la del Barrio
Para sobrevivir al desamor no hay fórmulas secretas, pero sí refugios
La cantante llega a las mismas conclusiones que sicólogos sociales, sicoanalistas y sexólogos: "Todos viven lo mismo; no hay quién triunfe en el amor. Pura derrota"
MARIA RIVERA
Viernes de quincena en el corazón de la Guerrero. Grupos de mujeres de mediana edad descienden de sus autos compactos, comprados mediante autofinanciamiento o cómodas mensualidades, frente a Casa Paquita. Familias extensas -madre, padre, hijos grandes, con sus acompañantes, niños pequeños, cayéndose de sueño- llegan presurosas de la cercana estación del Metro. No faltan las figuras públicas. "Mira, ahí está Montserrat Olivier", señala uno, refiriéndose a la conductora de Televisa, que destaca por su espigada figura y su ánimo protagónico. Casa llena, confirman los meseros. La ocasión lo amerita, ese día oficia la cantante que ha hecho del desengaño amoroso un género musical: Paquita la del Barrio.
Sobria, con su traje negro de pedrería, comienza su show con las clásicas Cheque en blanco y Amor perdido, que desde antes de que se convirtiera en título de un libro de Monsiváis, ya era himno de los abandonados, pero dignos. "Fue un juego y yo perdí, esa es mi suerte/ y pago porque soy buen jugador/ tu vives más feliz, esa es tu suerte/ que más puede decirte un trovador". El público corea todo. Cada frase expresa lo que alguna vez quiso decir a él o a la que se fue, pero que terminó convertido en cuídate, que te vaya bien. Finalmente, quién no ha entregado su corazón a extraños que desaparecían de pronto, o se bajaban en la primera estación, como decía Truman Capote.
Conforme avanza la noche, y tras los consabidos "šƑme estás escuchando, inútil?!", surgen las llegadoras. "Piérdeme el respeto, déjate de cosas, y hazme, te lo ruego, las proposiciones más indecorosaaas." "šTres veces te engañé, tres veces te engañé, tres veces te engañéee: la primera por coraje, la segunda por capricho, la tercera por placer!" "Infrahumano, espectro del infierno, maldita sabandija cuanto daño me has hecho. Alimaña, culebra ponzoñosa, desecho de la vida te odio y te desprecio.
"šA la hora de la hora, no aguantan nada los embusteros!", concluye la intérprete, entre gritos femeninos que hablan de mucho silencio contenido.
En entrevista la cantante explica que nunca hace una lista de lo que cantará. "Depende de cómo me sienta, soy muy vergonzosa, pero cuando me subo al escenario me embravezco y me sale lo Paquita. Canto lo que va saliendo, sólo les digo a mis músicos: échame esta o échame l' otra." La fórmula de su éxito es la identificación que logra con sus escuchas. La reconocen como una de las suyas. "Saben que yo también he luchado contra los engaños. Todos viven lo mismo. No hay quién triunfe en el amor. Pura derrota."
La pareja en jaque
Sociología silvestre, pero que llega a las mismas conclusiones que sicólogos sociales, sicoanalistas, sexólogos, demógrafos y cuanto especialista se dedique a investigar el comportamiento amoroso de los mexicanos. Pese a que estar enamorado es una de las mayores ambiciones, la crisis económica y los cambios sociales ocurridos en los últimos años han puesto en jaque a la pareja.
Los hogares monoparentales, encabezados en su mayoría por mujeres separadas o divorciadas, son una realidad significativa dentro de la estructura familiar del país. Además, debido a la inestabilidad de las uniones cabe esperar un incremento, dicen estudios de Conapo. Pero si el problema es grave a escala nacional, en ciudades como el DF hay que apresurarse a celebrar los aniversarios de boda porque no se sabe qué pasará al siguiente año. Entre 1995 y 2001 el porcentaje de divorcios se incrementó de 12.5 a 15.5 por ciento, de acuerdo con cifras del Inegi.
Estos números expresan las separaciones tramitadas legalmente, acota Graciela Mota, ex presidenta del Colegio Nacional de Psicólogos, pero el problema es mucho mayor. Algunos estudios hablan de que la mayoría de las parejas de la capital constituidas en los 90, ya dejaron o están por dejar de serlo.
Los medios electrónicos reflejan este fenómeno. No hay estación de radio que no cuente con su sicólogo oficial para ofrecer consejos sobre rupturas amorosas ni radioescucha que no haya escuchado a Kelly, Lammoglia y la familia o al doctor Giuseppe Amara. Hasta hay un exitoso programa vespertino, La hora de los abandonados, al que hombres y mujeres llaman para contar quién, cuándo y cómo los dejó por la calle de la amargura. La televisión en Mujeres casos de la vida real, en Televisa, o Lo que ocultan las mujeres, en Tv Azteca, también dan cuenta del tema.
A partir de los años 60, sostiene Mota, se rompió el esquema de familia tradicional. Con la liberación de la sexualidad que propició la píldora anticonceptiva, la afectividad se desvinculó de principios de carácter moral y se empezó a relacionar con el desarrollo del erotismo. La posterior irrupción de las mujeres en los escenarios públicos también fue un factor que influyó en el cambio. Y en los últimos años las crisis económicas fueron las que acabaron de transformar el panorama amoroso.
"En las parejas de 20 y 30 años se empieza a detectar falta de compromiso afectivo. Hay un enorme miedo a relacionarse con alguien, ya sea de manera formal o informal. Se ha perdido el sustrato del vínculo amoroso, ya no hay capacidad de tolerar, negociar, acompañar o pedir compañía. Lo único que se busca es la intimidad física. Pero además en esta sociedad se considera que aquél que siente es débil. En un mundo de altas exigencias uno no puede dejarse llevar por emociones, tiene que ser implacable, racional, exitoso.
"Por otra parte, la vida cotidiana está interfiriendo mucho para que las parejas se transformen en relaciones permanentes. Los jóvenes no pueden independizarse. La presión del desempleo y las larguísimas jornadas laborales hacen que estallen las relaciones. Ese refrán que dice que cuando el hambre entra por la puerta, el amor salta por la ventana, es cierto."
Frustración y soledad
Tras esta aparente independencia y libertad, la sicóloga social ha detectado un enorme sentimiento de frustración y soledad. "En jóvenes me ha tocado ver casos que rayan el suicidio. Cuando uno tiene posibilidades de vincularse, si funciona una relación o no ni hablar, sabes que vendrán otras por delante, pero si sabes de antemano que no, la cosa se pone dura."
El sicoanalista Giuseppe Amara coincide en este punto. Aprender a navegar juntos ya no es algo apreciado en la actualidad, comenta. "Antes se decía hasta que la muerte los separe, ahora se dice hasta que el otro o la otra los separe. Yo no hablaría de poligamia, pero sí de que se vive una monogamia en serie. La mayor parte de las relaciones son superficiales. El amor, que para llamarse así debe contener intimidad, entendida como conocimiento del otro, pasión, y compromiso, casi no existe.
"En cuanto se termina una relación se busca otro vínculo. Vivimos en vidas alternas. Cuando terminan con alguien ya tienen visto a otro. Me llaman a la radio para decirme: 'Se fue, estoy triste y lloré, pero el otro día hablé con un amigo de la prepa que me invitó a salir'. Claro, si desde antes estaba ahí ese otro. También me preguntan si es normal que se quiera a dos personas por igual. No hay duelo porque no hay relaciones verdaderas en buena parte de los casos."
Más allá de las argumentaciones teóricas, están los abandonados. Los que a partir de una fecha determinada, que pueden citar con la precisión de un condenado a muerte, vieron derrumbarse sus sueños. A un año y tres meses de la ruptura con su novia, Rafael Benítez, de 29 años, diseñador de profesión, reconoce que el dolor por la pérdida sigue presente y que continúa viva la esperanza de un regreso. No pierde la ocasión de hacer méritos: en el cumpleaños de Natalia, su ex novia, le llamó a la ciudad donde reside y un mariachi le cantó las mañanitas por teléfono.
"Esa mujer fue un huracán que vino a removerme todo. Por ella hice cosas que nunca había realizado. Aunque la relación duró poco más de un año, me marcó. Hay días en que estoy más fuerte, pero otros en que me llega la nostalgia.
"Cuando terminamos mis amigos más cercanos sí entendieron cómo me sentía, pero en mi trabajo traté de ocultarlo porque son de los hombres que dicen que no sienten nada, que piensan que uno no puede quebrarse ante una ruptura. Si uno se sale del libreto es como si traicionara al género. En las cantinas sólo hasta que están bien borrachos sacan lo que sienten."
Seducción, grandilocuente y promisoria
En México, explica Anabel Ochoa, sexoterapeuta del programa Sexo diario, de Canal Once, "la seducción es grandilocuente y promisoria. La amada o el amado se convierten en algo sagrado, casi perfecto, llenos de todos los dones, humanos y divinos. Pero al momento de la ruptura no sólo no eres lo mejor, sino que te conviertes en lo peor. Se parte del tú y yo para toda la vida pase lo que pase, lo que básicamente es una gran mentira. La vida cambia y los individuos también.
"Las grandes decepciones vienen tras las grandes idealizaciones. No habría tanto drama si las parejas supieran el suelo que pisan. Pero claro, como la pretensión masculina muchas veces es sólo irse al catre, Ƒqué te van a decir? ƑQué eres una de tres? šNo, te dicen que eres la única! El problema es que a veces para la otra persona sí eres la única. Los intentos de suicidio por rupturas son permanentes; en el caso de adolescentes, ni decir.
"La ruptura amorosa nunca es igual para los dos géneros. La mujer tiende a echarse la culpa de manera terrible. Siempre dice: será que engordé, que se me cayeron los senos, que no me arreglaba. Empieza a buscar explicaciones en sus fallas en lugar de pensar que se fue porque es un pendejo que no sabe lo que quiere. Además, una mujer puede romper porque la situación no le conviene, porque quiere pensar, en cambio al hombre le da pánico quedarse solo. El mexicano no abandona para reflexionar, cuando deja la primera casa ya tiene la segunda esperándolo."
ƑCómo sobrevivir a una ruptura amorosa y no morir en el intento? No hay fórmulas secretas, pero sí perspectivas. Anabel Ochoa dice que se debe pensar que el que abandona es el otro y que las fallas que le atribuyen a uno es su discurso. "Yo escuché que era la mejor del mundo y era mentira, como también lo es que ahora no soy nada o que soy de lo peor. Es su rollo, su visión, no la mía. A mí me toca elaborar mi propio discurso sobre quién soy, por qué puedo ser interesante o no. Lo importante es crear tu propia historia no verte a través de los ojos de los demás, porque si no dependes de la estabilidad emocional de los otros."
También es necesario entender que más que perder has ganado. "Si te separas es porque no era la relación adecuada ni la persona que necesitabas. Sería absurdo aferrarse a algo que no funcionaba. No es que con la separación llegue el desamor: el desamor ya estaba. A veces con la ruptura se empieza a idealizar una relación y te engañas en el tiempo. Si hubiera sido maravilloso no se hubiera roto. Llevas meses o años de agravios y malvivir. El drama no es la separación, sino que la separación es la resolución del drama. Hay que ver que estás ganando la libertad para buscar algo mejor.
"Nos cuesta comprender esto porque socialmente nos venden que es facilísimo encontrar el amor. Lo que es facilísimo es conseguirse un novio o casarse con cualquiera, pero no encontrar una verdadera pareja. Hay tanta desunión porque se forman muchas parejas inadecuadas y aceleradas. Estar solo no es ninguna desgracia."
Si hubo amor hay dolor
La teoría un clavo saca a otro clavo no la recomienda. Hay que aceptar el hecho y sus consecuencias. "Si hubo amor, hay dolor -sostiene Giussepe Amara-. La primera noche se tomará una copa, la segunda se puede ir con una señora o un señor a bailar, pero la tercera, ni modo, tendrá que enfrentar su sufrimiento". Ochoa también coincide en que los que siguen son días de guardar, en los que se impone la reflexión para revisar las fallas. Qué es lo que no se vio, en qué residió la equivocación, y también en elaborar un nuevo proyecto de vida. Y si la situación se sale de control hay que buscar el apoyo de un terapeuta.
Un poco de drama tampoco cae mal. Si los hombres tienen la posibilidad de sentarse a la mitad de una cantina "nada me han enseñado los años/ caigo siempre en los mismos errores/ otra vez a llorar con extraños/ y a cantar por los mismos dolores", como diría José Alfredo Jiménez. Las mujeres pueden acercarse hasta la colonia Guerrero, caja de kleenex incluida, a cantar "quiero un amor así, aventurero/ que sea un amor fugaz y pasajero/ ya no quiero jamás un nuevo nido/ sólo un amor así es lo que pido". Y salud por los Antonio, Manuel o David que se fueron dejándola a una "deshecha sin Dios y sin fe".
Finalmente, hasta la misma Paquita, santa patrona de las abandonadas, lo reconoce: "El hombre a pesar de todo, es indispensable. Puede ser el más cruel a veces, pero sean lo que sean siempre está uno añorándolos. Tal vez por eso duele tanto cuando se van los méndigos."