Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 7 de enero de 2003
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Economía

Alejandro Nadal

Irán: crepúsculo de las tribus nómadas

Esfahan. Irán se encuentra a la expectativa. Al este se consolida con sobresaltos la intervención estadunidense en Afganistán; al oeste, la amenaza de guerra en Irak oscurece el panorama. La gran pregunta que todos hacen en sus casas, pero nadie expresa en público, concierne a la duración del régimen de la república islámica. Mientras llega la respuesta, hay otras interrogantes.

Irán es el país con mayor población nómada del mundo: millón y medio de personas agrupadas en 96 tribus y 547 clanes dispersos por todo el país. Su importancia económica es significativa, no sólo porque son responsables de 17 por ciento de la oferta total de cárnicos en el país, sino porque prestan una serie de importantes servicios ambientales. Su conocimiento de la vegetación de las praderas altas y los valles bajos es único.

Y en el manejo productivo de estas tierras, las tribus nómadas no tienen competencia. Saben cuáles son los senderos de pastoreo que deben seguir los animales y el ritmo al que deben usarse los pastos y arbustos de la pradera. Cada tribu tiene líneas de ganado menor (chivos y ovejas) distintas a las de los demás y eso contribuye a fortalecer los hatos.

La provincia de Fars cuenta con la población nómada más importante de Irán, con cinco tribus principales y un total de 145 mil personas que emigran dos veces al año en viajes que duran unas seis semanas en cada dirección. Cada año, cuando se secan las tierras bajas del sur, las tribus nómadas toman el camino hacia las praderas altas para pasar ahí el verano. Cuando llega el otoño, antes de las primeras nevadas en las montañas, comienzan su largo viaje hacia las tierras del sur. Son badi, el pueblo del viento.

El viaje es largo y arriesgado, sobre todo porque los corredores y rutas utilizados desde hace siglos se encuentran ahora cortados por las carreteras, entre otros obstáculos. Además, cada vez es más frecuente encontrar las mejores tierras de pastoreo y los pozos ocupados. Muchos caminos de migración pasan cerca de las ciudades, como en Shiraz, capital de la provincia de Fars, porque ahí están los bazares en los que pueden vender y comprar lo que necesitan. Pero en muchos casos las tierras donde colocaban sus campamentos de paso desde tiempos ancestrales han sido desplazados por el crecimiento urbano: centros comerciales y conjuntos habitacionales ocupan ahora muchos de esos espacios. Decididamente las poblaciones nómadas no tienen el camino fácil y su futuro se encuentra amenazado.

En el siglo XIX y hasta 1930 las tribus más fuertes, como las de los Bakthiari y los Qashqai, fueron capaces de constituir confederaciones poderosas que pudieron negociar con el gobierno central y mantener cierta autonomía.

Para los gobiernos de la dinastía Pahlevi, romper la resistencia de las tribus era de vital importancia dada su amenaza para el proyecto centralizador. Sin embargo, las tribus siempre permanecieron armadas y pudieron ofrecer eficaz resistencia a los programas de sedentarización del gobierno en Teherán.

Para la "modernización" al estilo occidental, la diversidad cultural de las tribus siempre fue un estorbo. En 1971, cuando el sha celebraba los 2 mil 500 años del imperio persa, se impuso un bloqueo al viaje anual de algunos clanes de la tribu Qashqai para evitar su paso cerca de los festejos en Persépolis. El viaje a las tierras del sur se retrasó y murió buena parte del ganado de varios clanes. El enojo por ése y otros episodios, así como la puesta en marcha de planes de sedentarización, desataron un conflicto violento. Pero ni la represión armada ni los proyectos del sha pudieron romper con la voluntad de las tribus.

Los nómadas apoyaron la revolución islámica a finales de los 70, pero no fueron bien retribuidos por esta toma de posición en contra del sha.

Al triunfo de la revolución los principales líderes tribales buscaron fortalecer el régimen de independencia de los nómadas, pero las nuevas autoridades lo vieron con recelo. Las tribus no son particularmente adeptas al Islam, y eso nunca estuvo bien visto por el nuevo régimen.

Además, a final de cuentas, el proyecto de la república islámica mantuvo una continuidad histórica profunda con el derrocado gobierno del sha, la centralización política y administrativa.

En junio de 1982, después del triunfo de la revolución, Khosrow Qashqai, principal líder de la tribus de Fars, fue apresado y ejecutado, a pesar de haber sido electo como miembro del nuevo parlamento. Nunca pudo ocupar su escaño porque las nuevas autoridades lo acabaron considerando un enemigo al que había que aniquilar. La lucha entre las tribus y el proyecto centralizador habían entrado en su etapa final.

Hoy la existencia de las tribus nómadas está más amenazada que nunca. La política de Teherán ha sido la misma que la del sha, pero los instrumentos han sido más eficaces para violentar las rutas de las migraciones anuales.

Además, la guerra con Irak en los años 80 desplazó una numerosa población rural hacia las ciudades. Por eso muchos de los terrenos para campamentos de tránsito de los nómadas han sido ocupados debido a la migración del campo. Será difícil recuperarse de esta derrota. La cultura de las tribus nómadas de Irán está a punto de desaparecer.

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