Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 7 de enero de 2003
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Política

Luis Hernández Navarro

6 de enero: pies en polvorosa

El calendario cívico-político de la sociedad rural tiene dos fechas claves: 6 de enero, día de la promulgación de la ley agraria de Venustiano Carranza, y 10 de abril, aniversario del asesinato de Emiliano Zapata.

Este año el gobierno de Vicente Fox celebró el 6 de enero en Veracruz y en Los Pinos, abrumado por la efervescencia del descontento campesino nacional.

En la ciudad de México, frente a las representaciones del movimiento El campo no aguanta más, el Congreso Agrario Permanente (CAP) y El Barzón, el jefe del Ejecutivo evitó hacer cualquier compromiso trascendente con las demandas de los labriegos. Dio cifras, como se hace cuando no se tiene nada sustantivo que decir, y escuchó, a falta de algo relevante que ofrecer. Habló en favor de su política como si estuviera dando un informe presidencial, y evadió responder los cuestionamientos a sus planes de gobierno, como si nunca los hubiera oído.

Pareciera ser que salió a la palestra después de vacacionar durante las Navidades sólo para ganar tiempo, desgastar la inconformidad rústica y esperar a que la agenda electoral ahogue las voces de las familias del campo. Pero en la reunión no cometió la misma torpeza que mostró horas antes, en Veracruz, su secretario de Agricultura, Javier Usabiaga, al responsabilizar a los campesinos de su condición de víctimas.

"šFuera, fuera, fuera!", "šDuro con él, no lo dejen escapar", "šBurro, burro!", "šQue responda, no lo dejen escapar!", le gritaron indignados los ejidatarios de la CNC a Usabiaga antes de que pusiera pies en polvorosa del encuentro El campo: nuestra lucha por la justicia.

Y es que el Rey del ajo -sobrenombre con el que se conoce al responsable de la política agrícola del país- no acertó a seguir el ejemplo de sus compañeros de gabinete que habían participado en la reunión cenecista del puerto jarocho. Apenas un día antes, Heladio Ramírez, dirigente nacional de una de las dos CNC que existen, dijo del secretario de Hacienda: "šCómo no va a ser nuestro amigo, si soltó más de 15 mil millones de peses para los campesinos!" Mientras, sin pudor alguno el secretario de Economía, Luis Ernesto Derbez, se definió como el primer panista cenecista del país, y el canciller Jorge Castañeda, apenas hace unos años acérrimo crítico del Tratado de Libre Comercio (TLCAN), rechazó la revisión del acuerdo comercial, pero ofreció a los campesinos del PRI una alianza con el gobierno para impulsar el acuerdo migratorio.

Sin embargo, en Veracruz los dirigentes cenecistas demostraron su mala memoria. Aunque hoy se desgarren las vestiduras y digan que "el campo no resistirá la entrada masiva de productos del campo", olvidan que apoyaron incondicionalmente la firma del TLCAN y que incluso participaron a través del "cuarto de junto" en su negociación. El entonces dirigente nacional de la CNC, Maximiliano Silerio, recibió, como premio a su incondicionalidad a las posiciones gubernamentales y las reformas constitucionales al artículo 27, la gubernatura de Durango. Su segundo de a bordo, el hombre de las confianzas de Carlos Salinas en la CNC, hoy designado por Roberto Madrazo para hacerse cargo de los campesinos priístas, Hugo Andrés Araujo, fue también premiado con la dirección de la organización campesina y una senaduría. Heladio Ramírez era entonces gobernador de Oaxaca y no expuso públicamente crítica alguna al acuerdo.

Efectivamente, desde 1991 la CNC reclamó un lugar en las negociaciones y en el diseño del tratado; como era de esperarse, lo obtuvo. Nunca pretendió impedir la firma del acuerdo ni defender los intereses campesinos. Sostuvo que la liberación comercial era un hecho ante el que no había nada que hacer y vio en el TLCAN el instrumento para romper los cuellos de botella impuestos a las exportaciones mexicanas, así como la herramienta que generaría reglas claras para el intercambio comercial.

En la negociación del tratado, la CNC buscó obtener las mismas condiciones obtenidas en el GATT, pugnar por una apertura gradual, estableciendo tiempos de ajuste para todas las ramas productivas, establecer cláusulas de salvaguarda con relación a la reciprocidad de la apertura, definir ritmos y plazos a la liberalización con el objeto de capacitar a los inspectores sanitarios y agentes aduanales, y ganar para los productores una cultura empresarial y exportadora, no incorporar el maíz y el frijol en las negociaciones (Hugo Andrés Araujo, "El TLC y los productores rurales", El Nacional, 3/6/91).

Ironías del gobierno del cambio. Hace 13 años, también un 6 de enero, pero de 1989, Carlos Salinas de Gortari convocó a la constitución de un gran Congreso Campesino Permanente, antecedente del CAP, hoy interlocutor privilegiado de Vicente Fox y su proyecto de renacimiento del corporativismo agrario. (ƑHabrá por ahí algún funcionario que emulando al secretario Derbez se identifique como panista capista?)

Este 6 de enero, al concluir la reunión en Los Pinos, un viejo dirigente campesino integrado El Barzón de Chihuahua, Gabino Gómez, le dijo a Vicente Fox:

-Señor Presidente, esperábamos mucho de esta reunión y no hubo nada.

El jefe del Ejecutivo sólo pudo responderle:

-Vamos a trabajar, vamos a trabajar.

Pero al mandatario se le olvidó decir en qué... Ante el malestar rural, tal como su secretario de Agricultura había hecho horas antes en Veracruz, el ranchero guanajuatense que preside el país mejor puso pies en polvorosa.

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