¿LA FIESTA EN PAZ?
Leonardo Páez
Zascandiles y toros
ADEMAS DE NUESTRA paciencia recíproca en
aras de una convivencia más o menos civilizada, los seres humanos
podemos aportarnos bastantes otras cosas, siquiera con motivo del año
que comienza.
POR EJEMPLO, ARCAISMOS, es decir, palabras fuera
de uso, antes que por anticuadas por el analfabetismo puntual de nuestra
soliviantada televisión, que desde hace 42 años se ocupa,
por ignominiosos acuerdos entre las élites de este país,
de la educación del mismo, con el costo social y las consecuencias
que apenas empezamos a padecer.
ASI, ZASCANDIL ES un bello término que no
por desusado o ignorado ha perdido su rico acervo significacional: "Persona
aturdida, informal y entrometida; individuo despreciable, ligero y enredador;
hombre astuto y estafador". Actuar como un zascandil equivale entonces
a zascandilear, a bullir sin ton ni son, a agitarse sin ningún resultado
en aquello que se pretendía, a entrometerse y a alardear... para
nada.
POR SEGUNDO AÑO consecutivo tres personajes
tres del enrarecido mundo de los toros incurren en desbocado zascandileo
gracias a sus zascandílicas actitudes: el espléndido torero
español José Tomás, el lioso apoderado de éste,
Enrique Martín Arranz, y el amenazante promotor de la Plaza México,
Rafael Herrerías, quienes una vez más hicieron como que hicieron
para a la postre no hacer nada en lo que respecta a la contratación
del matador madrileño para el coso de Insurgentes.
JOSE TOMAS SE excusó diciendo que desde
finales de septiembre Herrerías se había comprometido a anunciarlo
en la México el 19 de enero y el 2 de febrero de 2003, con toros
de Fernando de la Mora y Julio Delgado, y que al no respetarle esas fechas
él no tenía por qué mantener el compromiso. Sin embargo,
Tomás se vuelve un zascandil al encapricharse con dos fechas absolutamente
irrelevantes y anteponerlas a sus supuestos deseos de actuar en la plaza
donde tomó la alternativa el 10 de diciembre de 1995.
MARTIN ARRANZ ZASCANDILEA al continuar especulando
con la subdesarrollada fiesta de México y no firmar los contratos
acordados con el zascandil Herrerías, hace años en manos
de El Juli y su papá, conscientes de que son los únicos
que medio le llenan la plaza, por lo que escogen ganado, fechas -incluida,
claro, la del 19 de enero- y alternantes sin que nadie, ni Hermoso ni Ponce,
replique.
POR SU IMPUNE parte, el zascandilazo Herrerías
incurre, por enésima vez, en una doble falta: por un lado incumple
lo prometido en el elenco del Derecho de Apartado, que no pocos aficionados
renovaron con la esperanza de ver a Tomás, y por el otro, continúa
apalabrando toreros en lugar de firmarles un contrato, como establece el
reglamento taurino, asegurando así el compromiso contraído
con un alelado público, que año con año le deja, nada
más por concepto de Derecho de Apartado, cerca de treinta millones
de pesos.
¿CANCELARLE LA LICENCIA de funcionamiento
el gobierno de López Obrador? Ni en sueños. En la ciudad
de la esperanza el público de toros no cuenta, ni siquiera para
votar.