El libro compilado por Mario Arturo Ramos incluye
98 composiciones del autor oaxaqueño
Circula cancionero de Alvaro Carrillo
El compositor de 300 piezas, menos difundido que José
Alfredo Jiménez o Agustín Lara
ARTURO GARCIA HERNANDEZ
Tal vez sin conocer el nombre de su autor, muchos han
escuchado alguna canción de Alvaro Carrillo. Por ejemplo: Yo
que fui del amor ave de paso,/ yo que fui mariposa de mil flores,/ hoy
siento la nostalgia de tus brazos,/ de aquellos tus ojazos,/ de aquellos
tus amores. Aunque por ahora no tiene la difusión de autores
como José Alfredo Jiménez o Agustín Lara, el repertorio
compuesto por Carrillo -más de 300 temas- se ubica entre los más
notables y trascendentes de la canción popular mexicana. Otro ejemplo:
Yo quiero luz de luna/ para mi noche triste,/ para sentir divina la
ilusión que me trajiste,/ para sentirte mía,/ mía
tú como ninguna.../ pues desde que te fuiste/ no he tenido luz de
luna.
Noventa
y ocho de esas composiciones ha sido recopiladas en un libro, Las canciones
con ''sabor a mí" de Alvaro Carrillo, que en estos días
empieza a circular publicado por Editorial Océano y Promotora Hispanoamericana
de Música. La selección y el prólogo del cancionero
estuvieron a cargo de Mario Arturo Ramos, compositor también e investigador
de la canción mexicana.
Alvaro Carrillo nació en Oaxaca, egresó
de ingeniero agrónomo de la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo.
Cuenta Ramos en el prólogo del cancionero que entre el ejercicio
de su profesión Carrillo se daba tiempo para "la bohemia que reúne
a poetas y cantores en un círculo fraterno, sinónimo de música,
aromas nocturnos, copas rebosantes y mujeres".
En su contacto con ese mundo el autor de El andariego
definió su vocación por la música, comenzando una
vida fructífera aunque breve: "Era un 3 de abril de 1969 -apunta
Ramos-, un día como cualquier otro en la autopista México-Cuernavaca,
los paseantes rezagados volvían a la capital con el cansancio dibujado
en el rostro. De pronto, en el kilómetro 11 una camioneta que circulaba
rumbo a la ciudad de la eterna primavera invadió el carril contrario,
provocando un accidente fatal que segó la vida del ingeniero Alvaro
Carrillo Alarcón y de su esposa Ana María Incháustegui.
De esta trágica manera terminaba la carrera de uno de los composiores/intérpretes
(cancioneros) de mayor valor en la música popular nacional.
Sus biógrafos -continúa Mario Arturo Ramos--
"no se ponen de acuerdo en el año de su nacimiento (1919 o 1921);
en lo que sí coinciden es que nació un 2 de diciembre en
Cacahuatepec, Oaxaca, población ubicada en la región conocida
como Costa Chica, litoral que baña los estados de Guerrero y Oaxaca
con agua del Pacífico. Sin duda, esta condición geográfica
fue la que inspiró su Canto a la Costa Chica, escrito en
1967, en el que se declara: Oaxaqueño por nacimiento/ e hijo
de crianza de la Costa Chica de Guerrero".
Alvaro Carrillo quedó huérfano a los diez
años de edad (el cancionero incluye una foto donde aparece, a los
ocho años, al lado de su madre). Fue entonces adoptado por la señora
Teodora Alarcón: "En homenaje a ese sincero cariño filial
cambió su apellido materno, Morales, por el de su madre adoptiva,
firmando desde entonces como Carrillo Alarcón".
En el grupo de bohemios que frecuentaba Alvaro Carrillo
se encontraba Antonio Pérez Meza (hermano de Luis, El trovador
del campo), quien era integrante del trío Los Duentes, una de
cuyas voces era un joven cantante, Pepe Jara, quien pasado el tiempo se
habría de convertir en intérprete emblemático de Carrillo.
Los Duendes fueron los primeros en grabarle una canción al autor
oaxaqueño, se trató de Amor mío. El tema tuvo
una aceptación inmediata. En 1957 fue grabado por el chileno Lucho
Gatica, una de las figuras más prominentes en ese tiempo: "El éxito
fue estruendoso entre latinoamericanos y los hispanohablantes de Estados
Unidos, que hicieron suya la canción y se expresaron a través
de ella. En consecuencia, los cantantes de renombre solicitaron sus temas
por esa forma de decir las cosas, por esas líneas melódicas
que renovaban las tonadillas repetitivas tan en boga, por las imágenes
literarias que describían el amor". En su repertorio "también
encuentran eco los ritmos que influyeron en su origen: pasillo ecuatoriano,
vals peruano, mambuco".
Mario Ramos cita un texto de una antología previa
de canciones de Alvaro Carrillo para aclarar que fue más un cancionero
que un compositor: "La diferencia estriba en que el compositor es un artista,
dedicado a transformar la vida en poemas musicales, mientras que el cancionero
es un artesano que nace con la vida como oficio, predestinado a transmitir
vivencias -propias o ajenas- en formas bellas de canción".
Las canciones "con sabor a mí" de Alvaro Carrillo
-concluye Ramos- ''es un cancionero que recopila las composiciones consideradas
más importantes y otras que, sin gozar de amplia popularidad, por
su incuestionable valor son parte fundamental del acervo de la música
nuestra".