Un clásico: Nabuyoshi Araki
MONICA MATEOS-VEGA
Esta semana salió a la venta en Francia el esperado
y polémico catálogo del fotógrafo japonés Nobuyoshi
Araki, criticado en su país por sus imágenes de mujeres desnudas,
atadas y sometidas, pero admirado en el mundo del arte por el peculiar
giro estético con el cual ha plasmado diversas escenas eróticas.
Editado
por Taschen, el lujoso y voluminoso libro presenta más de un millar
de fotografías y tiene un costo de mil 750 dólares. Muestra
la diversidad del trabajo del artista obsesionado por los cuerpos menudos
en poses perversas, pero también por las orquídeas, los cielos
teñidos de dorado, la vida cotidiana en las calles de Tokio, los
rostros apacibles de las jóvenes japonesas y los niños que
juegan y cantan, entre otros temas.
A sus 61 años, el prolífico Araki ha dicho
que para él la fotografía es "como tener un diario íntimo"
en el cual plasma tanto secretos impúdicos como verdades sublimes.
Por eso, su obra va de lo pornográfico a lo artístico, con
escalas tanto en el nacionalismo, como en la ira o la voluptuosidad.
Araki fue censurado en Japón durante las décadas
de los setenta y ochenta. La policía le prohibió la exhibición
pública de sus fotografías, pero el creador se defendió
argumentando que el arte no daña a nadie y que la censura lo forzaba
a tener más imaginación.
El fotógrafo está convencido de que al elevar
la tortura al rango de estética sólo continua el trabajo
de los maestros de la estampa japonesa, como Yoshitoshi (1839-1892), así
como de muchos artistas clásicos (Goya, por ejemplo) y contemporáneos
"cuya línea de trabajo depende del sufrimiento, lo atroz o lo grotesco".
Araki aclara que no utiliza a las mujeres como un simple
objeto de placer, "entre las modelos y yo hay una complicidad: las cuerdas
son como una caricia, ellas se dejan atar como si mis brazos las estrujaran.
Para mí hacer ese tipo de fotografías es un acto lúdico".
No obstante, muchas de las imágenes de Araki estremecen
al espectador. Su "apetito inmoderado" por la violencia explícita,
el sexo expuesto sin límites, el sadomasoquismo japonés en
todo su esplendor, han hecho que los críticos más conservadores
abominen su trabajo. Pero ante las críticas, refuta: "Mis modelos
son la metáfora de una posesión vana, pues cuando yo ato
un cuerpo, el corazón se escapa para siempre".
Durante la presentación a la prensa francesa del
volumen, Araki afirmó que "este libro es un poco el epitafio de
mis 60 años". El lujoso catálogo contiene también
una amplia entrevista que le hizo Jérome Sans.
El próximo trabajo de Nobuyoshi Araki será
la publicación del libro Rostros de Japoneses, para lo cual
recorrerá el archipiélago nipón, de norte a sur, para
fotografiar a gente común, "porque un rostro es el reflejo de una
vida, y son esos reflejos los que me interesa conservar".